Usted, como yo, hemos visto en redes sociales discusiones exacerbadas por temas políticos, ya sea por atacar o por defender algún punto de vista o alguna acción.
En lo personal procuro no participar en diatribas como esas, aunque por supuesto siempre tengo mi personal punto de vista.
Entendamos diatriba como lo que es en la actualidad: “un escrito violento a veces injurioso que es dirigido a una persona o grupos sociales”; no en su forma purista que, venida del griego, alude a la forma de discurso ético de los filósofos cínicos y estoicos.
Así, me refiero a esos discursos que segregan a los ciudadanos por su preferencia política y que en últimas fechas se ha resumido en polarizar a la población en una peligrosa dicotomía discriminante: “pobres-ricos”.
Ya sabe a qué términos me refiero, no los vamos a repetir aquí, para que no seamos nosotros los que caigamos en el juego.
¿A Usted, estimado lector, no le parece lamentable esta polarización?
Tómese un momento para reflexionar antes de continuar.
¿Y dónde queda la clase media?
Reflexione nuevamente, sobretodo porque los reclamos, en cualquiera de las direcciones o intenciones, emanan justamente de la clase media…
Aquí llegamos a otra disyuntiva:
¿De que clase media estamos hablando?
¿La de Fox y Calderón que citando datos del Banco Mundial o la ONU sostenían que México era un país preponderantemente de clase media con más del 50% de los hogares en ella?
¿La de la OCDE que acotaba a la clase media, apenas hace un año, a aquellos hogares mexicanos de dos personas con ingresos entre $5,347 y $14,256 pesos al mes?
Cómo dato adicional, el ingreso medio en México es de $7,128 pesos mensuales y la OCDE ubica a los mexicanos en tres “clases”: 36% en la clase baja, 45% en la clase media y 19% en la clase alta.
¿O la del INEGI (39%), que usa una “escala polidimensional por discrepancias de conglomerados” – lo que eso signifique – para afirmar que los hogares con al menos una computadora; que gaste alrededor de 4,400 pesos al trimestre (a precios de 2010) tan solo en consumir alimentos y bebidas fuera del hogar; que haya quien tenga tarjeta de crédito, un integrante inserto en el mercado laboral formal, que lo encabece alguien que cuente al menos con educación media superior, que su estado civil sea casado formando un hogar nuclear de cuatro personas, trabaje en el sector privado y que sus hijos asistan a escuelas públicas?
Como bien sabrá, el concepto de clase social es central en el pensamiento de Karl Marx.
Él veía a la sociedad capitalista como una clase dicotómica compuesta, por un lado, por los “capitalistas burgueses” y, por otro, los “trabajadores proletarios”; explotadores y explotados, pero aún en medio de esa dicotomía radical de su pensamiento, reconocía una clase media que definía como la “pequeña burguesía” al sector que ni era explotador, ni era explotado: los comerciantes.
El tema es añejo, ya en el siglo IV lo filósofos de la época incluían en sus reflexiones el problema de la injusta distribución de la riqueza.
Por un lado tenemos a Platón proponiendo una sociedad regida por sabios en donde la tierra fuera común, pero abandona la idea y propone una democracia moderada.
Aristóteles se decantaba por la simpleza en el pensamiento y afirmaba que el sector medio se encuentra entre dos extremos: los muy pobres y los muy ricos. La verdadera riqueza es aquella que es moderada.
Así, propone, como solución a los problemas de Atenas de aquellos días, un sector medio de ciudadanos que tuviera la suficiente riqueza para satisfacer sus necesidades, le llamó la La Riqueza Natural.
Y agregaba, “ser ilimitadamente rico no sólo es irracional sino estúpido y por ello contrario a la moral.” Un pensamiento AMLOista sin duda, qué reflexionado de esta manera no suena tan mal.
En el plano ideológico, Aristóteles diría que los mexicanos ricos, son muy ricos y no quieren obedecer a la razón, ni saben como; y los pobres tampoco obedecen a la razón porque al estar en tal vulnerabilidad son sumisos y minimizados.
El Premio Nobel de Economía en 2008, Paul Krugman, aclara que ser de la clase media implica “tener seguridad y oportunidad, es decir seguro médico, estabilidad en el empleo y ahorros por un lado y educación digna para los hijos (no adoctrinante agregaría yo) y contar con acceso para un trabajo decente.”
Nuestro problema radica en que los mexicanos no nos consideramos iguales. Nos cuesta reconocernos como personas, sin valorizarnos por las posesiones. Ese es el reto: aprender a reconocernos como iguales en “dignidad”.
Nuestro problema es una clase media dividida e incomprendida por el pobre, que lleno de carencias, la ve opulenta y pretenciosa más nunca acaudalada; que la percibe deshonesta y cubierta por una máscara de status quo; y el rico acaudalado, que la ve pobre, con un nivel intelectual más educado, sí, pero sometido al status quo.
En ese contexto, la clase media con mejor suficiencia económica se ve aspiracionalmente reflejado en la clase alta, sin serlo; y la clase media con menores recursos, en permanente lucha por evitar la pobreza.
Así la clase media vive entre dos mundos, uno de opulencia y otro de precariedad; cree que no tiene lo suficiente y lo que tiene no lo quiere perder.
Hablamos de una clase media que no se ha dado cuenta de la importancia de su estrato en la pirámide socioeconómica, que no comprende, en su amplia en dimensión, el peso macroeconómico tan importante que lleva a cuestas y prefiere -sin pensar- pelear las batallas polarizantes de los ricos o de los pobres, teniendo las suyas propias.
Entiéndase, esta clase media es la que la mueve a México, ni más ni menos.
Le hablo de la clase emprendedora que genera la mayor cantidad de posiciones de empleo y auto empleo en el país con millones autoempleados, micros, pequeñas y medianas empresas que su conjunto aportan más de la mitad de la riqueza impositiva a las arcas municipales, estatales y federales.
Le hablo de la clase media que paga impuestos, porque los ricos los evaden y los pobres no generan.
Le hablo de esa clase media tecnificada, preparada, que aporta su creatividad, su visión y su mano de obra experta en diversos procesos industriales y comerciales.
Le hablo de hombres y mujeres comprometidos con sus familias y su país.
Le hablo de esa clase media en la que seguramente estamos insertos usted y yo.
Frente a este escenario, el enemigo de la clase media es la clase política, toda, creadora de esta polarización que en realidad suprime por omisión los reclamos propios de la “clase” que se quedan mudos y sin destinatario, etiquetándolos de uno u otro polo, pero nunca en su dimensión real.
Por ello insisto, todos aquí somos de la clase media, baja o alta; pero de la clase media, de la que mueve a México.
Dejemos de ver sólo la superficie del problema, de polarizar los debates, de minimizar el ahora y magnificar el pasado, porque el ahora es lo único que tenemos.
Reconozcamos que esos términos no los acuñó la clase media, mucho menos el pueblo sabio. Fueron injertados en el colectivo desde arriba de la clase política por uno y otro bando.
Nosotros, y me incluyo, hemos sido peones de su juego político.
Y que no se desvirtúe el contexto de lo que hablo, que no hablo a favor de ningún polo, sino de la justa medianía que representamos…
David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.