Con el fin de la guerra México- Estados Unidos (1845-1847) se creó el Tratado de Guadalupe-Hidalgo (1847), el cual fue muy polémico y nadie quedó conforme, sin embargo; en dicho documento se estipuló que aquellos mexicanos que quisieran repatriarse lo podían hacer.
Para ello se nombro al diputado federal Padre Ramón Ortiz, quien además en su calidad de cargo se opuso a la firma del tratado. Originario de Santa Fe, Nuevo México, se le encargó que levantara una lista de los que quisieran regresarse con plazo de un año, a lo cual, muchos lo hicieron, pero debía ser siempre y cuando lo autorizara el ahora gobierno estadounidense. Ángel Trías padre, quien en ese entonces era gobernador de Chihuahua, dio tierras para los que se regresaran.
La gente que se regresó con el Padre Ramón Ortiz, eran procedentes de Santa Ana, Las Cruces, algunos del poblado de “El Passo” que no era lo mismo que la villa de Paso del Norte donde estaba la Misión de Guadalupe. Entonces se llevó a las familias neo mexicanas hasta rio abajo donde el general Ángel Trías designo las tierras, es así como el 19 de diciembre de 1849 funda con esas familias el poblado de Guadalupe en honor al nombre del polémico tratado y por la Virgen. Si, nos referimos al actual Municipio de Guadalupe en el Valle de Juárez. Ese año de la fundación hubo buena cosecha y la gente se quedó.
Pila bautismal de la Parroquia de San Ignacio de Loyola
Pasó el tiempo y llegamos a 1860, mucha gente de distintos poblados aledaños del lado estadounidense que se sentían ligados a España y que querían conservar su relación con ella, le piden al Padre Ramón Ortiz que de la autorización para fundar otro pueblo a diez kilómetros rio abajo. De lo cual se hizo cargo de hacer los trámites correspondientes con el gobierno del Estado y se autoriza la fundación del pueblo de San Ignacio de Loyola, las familias fundadoras eran originarias de Tomé, Nuevo México y sentían más relación entre ellos que con sus cofundadores guadalupanos, por ello pidieron la fundación de San Ignacio.
Pasó el tiempo y llegamos a 1860, mucha gente de distintos poblados aledaños del lado estadounidense que se sentían ligados a España y que querían conservar su relación con ella, le piden al Padre Ramón Ortiz que de la autorización para fundar otro pueblo a diez kilómetros rio abajo. De lo cual se hizo cargo de hacer los trámites correspondientes con el gobierno del Estado y se autoriza la fundación del pueblo de San Ignacio de Loyola, las familias fundadoras eran originarias de Tomé, Nuevo México y sentían más relación entre ellos que con sus cofundadores guadalupanos, por ello pidieron la fundación de San Ignacio.
Altar mayor de la Parroquia de San Ignacio de Loyola
En 1864 el párroco designado en Guadalupe muere y hubo una crecida del rio que destruyó el templo. Al poco tiempo el padre Ramón Ortiz llega de Paso de Norte y rescata lo que quedó de los libros y registros de Guadalupe y se los lleva a San Ignacio. Por ello, los siguientes sacerdotes se quedan en San Ignacio y para el 13 de septiembre de 1867 se hace la Parroquia de San Ignacio, de este año en adelante esa es la única parroquia en la región. Fue en el año de 1970 cuando Don Manuel Talamás primer Obispo de Ciudad Juárez, le devuelve a Guadalupe su dignidad de Parroquia. En los archivos de la Parroquia de San Ignacio hay información de la gente de Guadalupe y San Ignacio. Los libros más viejos empiezan a partir de la recepción de sacramentos y dicen “esta nueva parroquia”, dando a entender que su origen es Guadalupe.
Marduk Silva
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Profesor en Preparatoria Lobos de la Universidad de Durango Campus Juárez y en la Escuela Preparatoria Luis Urias.
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