Abogado de profesión, llegó al Senado a los 29 años. Sirvió seis mandatos como legislador. Tras su segundo intento frustrado de alzarse con la presidencia, en 2007, Barack Obama le pidió que fuera su mano derecha. Ahora, a los 78 años, aspira a convertirse en el presidente de mayor edad en la historia del país.
Washington, D.C. (VOA/Ken Bredemeier) – El ex vicepresidente Joe Biden, el demócrata llamado a enfrentarse con el presidente Donald Trump en las elecciones del 3 de noviembre, protagoniza su tercer intento de acceder a la Casa Blanca, aunque es la primera ocasión en que tiene básicamente asegurada la nominación de su partido.
Si gana los comicios y toma posesión del cargo en enero del año próximo, Biden se erigirá como el 46º comandante en Jefe del país. Para entonces, tendría 78 años, lo que le convertiría en el presidente de mayor edad en la historia de EE.UU., sobrepasando al propio Trump, que se hizo con la presidencia a los 70 años de edad.
Biden ha dicho a lo largo de meses de campaña, que está tratando de poner fin a la “aberrante” administración Trump.
“Estamos en una batalla por el alma de Estados Unidos”, dice Biden en la página web de su campaña. “Es hora de recordar quiénes somos. Somos estadounidenses: fuertes, resistentes, siempre llenos de esperanza. Es hora de tratarnos el uno al otro con dignidad. De construir una clase media que funcione para todos. De luchar contra los increíbles abusos de poder que estamos viendo. Es hora de escarbar profundo y recordar que nuestros mejores tiempos están aún por venir”.
Biden ha caracterizado a Trump como un líder inadecuado para el mundo libre, diciendo que “es hora para un liderazgo respetado en el escenario mundial, y de un liderazgo digno en casa”.
Debido a las restricciones impuestas por la pandemia, ha realizado su campaña principalmente desde su hogar, en el estado de Delaware, con ocasionales visitas a Wilmington, la ciudad más grande del estado, y a la cercana Filadelfia, en Pensilvania, para hacer discursos y participar en discusiones de políticas con pequeños grupos de personas.
El exsenador solo ha realizado una conferencia de prensa durante tres meses y ha evitado las grandes concentraciones políticas por miedo a contraer o a contribuir al avance del coronavirus.
Logros y vida personal
Tras graduarse de la Universidad de Delaware y la Facultad de Derecho de Syracuse, Biden, a la edad de 29 años, se convirtió en 1972 en uno de los legisladores más jóvenes en ser elegido para el Senado estadounidense. Pero semanas después de la elección, una tragedia personal golpeó su vida. Su esposa, Neilia, y su hija de un año, Naomi, murieron en un accidente de tránsito mientras hacían compras de navidad.
A Biden se le cruzó por la mente la idea de renunciar a su recién logrado escaño en el Senado para cuidar de sus otros dos hijos, ambos varones; pero en cambio, empezó a realizar un recorrido de 90 minutos en tren para llegar a Washington y luego regresar a casa del mismo modo todos los días, una práctica que conservó durante seis períodos, 36 años en total, en el Senado.
Años después de la muerte de su primera esposa, Biden conoció y luego se casó con Jill Jacobs Tracy, una aspirante a profesora escolar, con quien tuvo una hija, nacida en 1981.
Biden aspiró a la presidencia en 1987 y 2007, pero en ambas ocasiones no logró obtener un apoyo suficiente por parte de los votantes como para superar las primarias. Tras retirarse de la campaña en el 2007, el entonces candidato Barack Obama le pidió que se uniera a su proyecto. Los dos ganaron la elección del 2008 y la reelección en el 2012. Biden fue el vicepresidente de Obama durante sus ocho años de mandato.
Política exterior
Mientras estuvo en la Cámara Alta, Biden fue miembro de la influyente Comisión de Relaciones Exteriores y en dos ocasiones fue el presidente de dicha comisión. Se opuso a la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, pero votó autorizando la invasión de Irak, en el 2003. Abogó por la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bosnia, en 1994.
Mientras era vicepresidente con Obama, ayudó a formular la política estadounidense hacia Irak, incluyendo la retirada de las tropas en el 2011. También apoyó la intervención militar en Libia, encabezada por la OTAN en 2011.
Visión para Latinoamérica
Al igual que la administración Trump y más de cincuenta países, Biden reconoce a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, no a Nicolás Maduro. Sin embargo, el exvicepresidente se ha mostrado interesado en encontrar un balance entre la política de presión del actual gobierno, que se plasma en la imposición de sanciones, y el empoderamiento de los venezolanos.
Respecto a Cuba, cabe señalar que fue la administración Obama la que puso en marcha una reapertura diplomática y económica con respecto a la isla. Ya ha expresado que, en caso de alzarse con la victoria en los comicios de noviembre, retomaría esta política, a la que puso fin el presidente Trump en 2017.
En cuanto a la cuestión migratoria, Biden se ha comprometido a poner fin a los recientes acuerdos alcanzados por la Casa Blanca con Honduras, Guatemala, El Salvador y México, como el Protocolo de Protección de Inmigrantes, por considerar que su objetivo es cerrar las puertas a aquellos hispanos que buscan una nueva vida en Estados Unidos.
Su trayectoria
Biden jugó otros papeles importantes durante sus años en el Senado, especialmente en la elaboración de leyes contra el crimen, como una prohibición federal sobre el uso de armas de asalto que estuvo vigente por diez años, hasta el 2004, pero que no fue renovada. Respaldó severas sentencias para los criminales convictos, una postura que ha modificado en su campaña a la presidencia en el 2020. Ahora sostiene que “demasiadas personas están encarceladas en Estados Unidos y demasiadas de ellas son negras o marrón”, que es como se identifica en EE.UU. a las personas de ascendencia hispana.
El exvicepresidente ha dicho que considera la Ley Sobre Violencia Contra las Mujeres, “la más importante legislación” que el promovió en el Congreso durante sus tiempos de senador.
Pero fue su manejo de los testimonios en la confirmación de la nominación del jurista afroamericano Clarence Thomas, un conservador propuesto para la Corte Suprema por el entonces presidente George H.W. Bush , lo que durante años ha incomodado a los rivales de Biden dentro de su propio partido.
Anita Hill, una abogada y compañera de trabajo de Thomas, acusó al magistrado de acoso sexual y testificó en su contra, una denuncia que el juez siempre rechazó. Pero Biden, por aquel entonces presidente de la Comisión Judicial del Senado, no permitió la participación de más testigos para corroborar el testimonio de Hill. Grupos de mujeres y activistas legales liberales criticaron enérgicamente a Biden por su manejo de las audiencias.
Finalmente el Senado confirmó por un escaso margen la nominación de Thomas, quien aún a día de hoy sigue sentado en la Corte Suprema de Justicia. En abril del 2019, Biden llamó a Hill para expresarle su arrepentimiento por la manera en que condujo aquellas audiencias, sin embargo, ella ha manifestado que aún sigue molesta con su proceder.
Plataforma
Una potencial presidencia de Biden podría ser un reflejo de los ocho años de Obama en la Casa Blanca, con políticas que promoverían causas progresistas para la igualdad racial y los derechos de las mujeres en Estados Unidos, así como acuerdos internacionales.
Mientras Trump ha sacado a Estados Unidos de acuerdos multinacionales de comercio, control nuclear y defensa del medio ambiente que consideraba no representaban los mejores intereses del país, casi con total seguridad Biden intentaría restaurar el papel de Estados Unidos en el extranjero.
En el plano doméstico, Biden a lo largo de años ha tenido una reputación de cruzar las líneas partidistas para trabajar con legisladores republicanos. Pero durante la prolongada lucha por la nominación presidencial demócrata, Biden ha rechazado las críticas de que él no es lo suficientemente liberal para el Partido Demócrata actual, llegando a asegurar en marzo: “yo tengo el récord más progresista de todos los candidatos en esta contienda”.
Biden enfatizó el historial de la administración Obama, incluyendo la expansión de los servicios de salud, el respaldo a los esfuerzos por legalizar los matrimonios de homosexuales, y abogando por el rescate gubernamental de la industria automovilística.
Biden afirma que Trump ha abandonado la lucha contra la pandemia del coronavirus, agregando que él “detendría la pantomima política y la deliberada desinformación que ha aumentado la confusión y la discriminación”. Además, se ha comprometido a que “las decisiones sobre salud pública sean tomadas por profesionales y no por políticos”.
Mientras los berrinches y las burlas por Twitter han sido una de las insignias de la Casa Blanca de Trump, las meteduras de pata verbales de Biden le han dado al actual presidente la oportunidad de asegurar que el candidato demócrata ha perdido sus capacidades mentales con la edad. En semanas recientes Biden dijo que estaba postulándose para el Senado, en lugar de la presidencia, y en otra ocasión dijo que 120 millones de estadounidenses han muerto por el coronavirus, en lugar de 120.000.
“Si yo alguna vez dijera algo tan mortificantemente estúpido, los medios de noticias falsas caerían sobre mí con toda su venganza. Esto va más allá de un error normal”, dijo Trump a través de Twitter.
Pero Biden, al preguntársele si su capacidad mental ha menguado, replicó: “Mira, todo lo que tienes que hacer es observarme y no puedo esperar para comparar mi capacidad intelectual con la capacidad intelectual del hombre contra el que estoy compitiendo”.
Los dos candidatos planean enfrentarse en tres debates en septiembre y octubre.
(Con la colaboración de Megan Duzor y Rafael Salido)
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