Estados Unidos (VOA/Steve Baragona) – La llegada de la primera vacuna contra el COVID-19 no significará que la gente puede botar sus mascarillas, dijo un experto.Las mascarillas, el distanciamiento personal y el riguroso lavado de manos seguirán siendo clave por algún tiempo adicional.
Cuánto tiempo, dependerá de factores incluyendo que tan buenas sean las vacunas y cuánto dura su protección, preguntas que no serán respondidas cuando llegue la primera vacuna.
Para empezar, una vacuna no sería 100 por ciento efectiva.
“Esta vacuna posiblemente no será una armadura blindada”, dijo William Schaffner, profesor de enfermedades infecciosas de la Universidad Vanderbilt.
Las vacunas estacionales contra la gripe, por ejemplo, han oscilado entre un 60% de efectividad hasta un 10% en el peor de los casos de años recientes.
La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos ha establecido una meta de efectividad para la vacuna de un 50%.
Una vacuna parcialmente eficaz podría ayudar a grupos de alto riesgo como trabajadores de primera línea o aquellos con padecimientos subyacentes, pero podría no ser adecuada para la población en general, dijo quien fuera el jefe científico de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), Jesse Goodman, ahora profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad de Georgetown.
“Ciertamente esa no es la vacuna con la que inmunizarías a 300 millones de personas”, explicó. “Aún si todos son inmunizados, eso probablemente no es suficiente inmunidad en la población para evitar el avance del virus”.
Vacunado pero infeccioso
Del lado positivo, aún una vacuna que no sea perfecta podría ayudar si significa que las personas se enferman menos severamente y no necesitan ser hospitalizadas, dijeron expertos. Las personas que se vacunan contra la gripe tienden a tener casos menos severos que los que no se han vacunado, aún cuando la vacuna no es tan efectiva.
Por otra parte, “hay un riesgo que aún las personas vacunadas puedan sin saber esparcir la infección”, dijo Goodman.
Algunos expertos llaman a esto “un escenario del peor de los casos”: una vacuna que funcione lo suficientemente bien para prevenir que los pacientes se enfermen, pero no lo suficientemente bien para que no puedan contagiar a otros.
La vacuna puede producir una reacción de inmunidad que no bloquea completamente al virus, pero lo dome lo suficiente para que el paciente no desarrolle síntomas.
Sin embargo, los pacientes asintomáticos pueden aún ser infecciosos. Ese es uno de los factores que hace al COVID-19, la enfermedad ocasionada por el coronavirus, tan difícil de controlar.
También la vacuna podría no proteger a todos de igual manera.
Puede haber “grandes, grandes diferencias” en cómo los niños, los adolescentes, adultos y ancianos responden a la vacuna”, dijo el director del Centro para Investigación sobre Vacunas de la Universidad de Pittsburgh, Paul Duprex. Las vacunas contra la influenza, por ejemplo, tienden a no funcionar tan bien en personas mayores.
Personas con condiciones de salud subyacentes pueden responder mejor o peor que otras. También, puede haber diferencias entre distintos grupos étnicos.
“La biología no es blanca o negra”, dijo Duprex. “La biología es algo bastante gris”.
Vacilación ante vacunas
Cuándo llegará el momento de quitarse las mascarillas también dependerá de cuántas personas se hayan vacunado.
La meta es inmunizar a suficientes personas para que al virus le cueste mucho encontrar personas a quienes infectar, un punto conocido como “inmunidad de rebaño”.
Sin embargo, las encuestas muestran un número cada vez menor de personas entusiasmadas con vacunarse tan pronto la vacuna esté disponible.
En una encuesta, casi la mitad de los entrevistados dijo que ellos no se vacunarían de inmediato.
“Podríamos llegar al punto donde no tengamos la habilidad para llegar a esa inmunidad de rebaño”, dijo Daniel Larremore, un profesor de ciencias de la computación en la Universidad de Colorado que hace modelos de la transmisión de enfermedades, por lo que valoró que se trataría del “caso en el cual vamos a continuar necesitando de otras medidas”, como mascarillas y distanciamiento personal.
Una vez que las vacunas estén disponibles, podría aún ser sabio guardar esa mascarilla, afirmó. Los científicos no sabrán por cuánto tiempo estas nuevas vacunas ofrecerán protección. “Si las pruebas se han hecho durante seis meses, no sabremos realmente si la inmunidad dura tres, cinco o 10 años”, agregó.
Los científicos tampoco saben cuánto tiempo las defensas del cuerpo permanecen activas después de una infección natural con el virus.
Los otros virus relacionados al COVID-19 causan resfríos comunes. Estos virus generan reacciones inmunológicas que se debilitan después de unos meses o hasta un par de años después.
“Lo que podrías asumir, si el virus no te da una reacción inmune de largo plazo, entonces potencialmente la vacuna no te dará una respuesta inmune de largo plazo”, dijo Duprex, de la Universidad de Pittsburgh.
Esperen usar sus mascarillas por lo menos durante buena parte del 2021 mientras las vacunas empiezan a usarse y los científicos conocen más sobre ellas. Aún entonces, el virus podría no desaparecer completamente. El COVID-19 podría convertirse en una regular amenaza a la salud pública.
“Creo que si fueras una persona a quien le gusta apostar, dirías que esto no desaparecerá por completo”, dijo Goodman. “Pero, en la naturaleza, cosas extrañas suceden”.
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