Los seres humanos somos una especie tímida por naturaleza. Nos espantamos con facilidad y cualquier cambio o situación nueva nos hace sudar como locos. Pero también somos criaturas pensantes que tenemos la capacidad de sopesar cuando en realidad hay algún peligro inminente, ¿o no? Los monstruos y los demonios son una fuente bastante razonable para sentir miedo, pero, ¿qué tal el miedo a ir al dentista?
Muchas veces nos llenamos de miedos que, al parecer, no tienen ninguna razón de ser, pero con un poco de investigación y algo de confianza, podemos sobrellevarlos. Algunos son de los más inofensivos, como hablar en público o lo que opinen los demás de nosotros, aunque otras tal vez si son un poco más fundadas, como viajar en avión o utilizar el celular en una gasolinera.
Una recomendación es que, cuando te llegue algún miedo que tú sepas que no es natural, detente a pensar un momento. Analiza tus miedos, nómbralos; define los contornos de tu miedo, analiza de dónde proviene y qué es lo que afecta; imagina el resultado, ponte una pequeña meta con referente a tu miedo, estira las barreras; toma el control, sé sagaz. Si tomas todo esto en consideración, podrás enfrentar tus miedos y convertirte en el amo y maestro de éstos porque, definitivamente no hay vida si vivimos en el temor, no importa qué tan pequeño sea.