Estados Unidos (VOA/Rafael Salido) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, protagonizará el próximo sábado un acto de campaña en favor de los senadores republicanos David Perdue y Kelly Loeffler, que se jugarán sus escaños en las elecciones especiales de Georgia, el próximo 5 de enero. El Partido Republicano, por su parte, se jugará el mantener el control de al menos una de las cámaras del Congreso.
Estos dos escaños se antojan clave de cara a la próxima presidencia puesto que en estos momentos los republicanos cuentan con una mayoría de 50 votos frente a los 48 de los demócratas, por lo que estos dos senadores. En caso de que estos dos sillones caigan en manos de la oposición, el vicepresidente sería el encargado de romper cualquier desempate, por lo que el Partido Demócrata pasaría a controlar el Senado y la Cámara de Representantes.
El apoyo del mandatario podría resultar el empuje definitivo que ambos necesitan; sin embargo, muchos en Washington cuestionan si, por el contrario, no podría resultar contraproducente debido al enfrentamiento que Trump mantiene con algunos importantes funcionarios republicanos del estado a cuenta de las elecciones presidenciales.
Trump rechaza las proyecciones que señalan que el demócrata Joe Biden será el próximo inquilino de la Casa Blanca y alega, sin aportar pruebas, que las elecciones fueron “amañadas” y ha emprendido una cruzada legal con el objetivo de revertir el resultado.
El equipo legal de Trump ha puesto especial énfasis en estados clave, como Michigan, o en aquellos en los que el republicano perdió por un margen relativamente pequeño, como es el caso de Georgia. El escrutinio, ya certificado, muestra que por primera vez desde 1992, Georgia se ha decantado por un candidato presidencial demócrata.
Sin embargo, mayoría de las demandas presentadas han sido desestimadas por falta de pruebas o por no denunciar ningún delito específico. Por este motivo, los funcionarios electorales de Georgia, en su mayoría republicano, han avanzado con el proceso, tras haber realizado dos recuentos y una auditoría.
Trump, no obstante, no ha dudado en criticar abiertamente al secretario de Estado estatal Brad Raffensperger, por certificar los resultados, y al gobernador Brian Kemp, por no haberlo evitado. Al primero, el presidente en funciones le acusado de no ser un auténtico republicano; en cuanto al gobernador, Trump ha lamentado haberle brindado su apoyo en el pasado.
Perdue y Loeffler llegaron incluso a divulgar un comunicado conjunto exigiendo la dimisión de Raffensperger y en el cual calificaron las elecciones de “una vergüenza”.
La tensión ha llegado a tal extremo que este martes, el funcionario electoral Gabriel Sterling denunció en una rueda de prensa que numerosas personas están recibiendo amenazas en base a unas acusaciones de fraude que no se sostienen. “Todo ha ido demasiado lejos. esto tiene que parar”, clamó.
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