Recientemente, seguramente como respuesta a los altísimos e históricos niveles de aprobación del presidente López Obrador se ha desatado una agresiva campaña contra su gobierno y su persona, la denostación ya raya en lo absurdo, que si se despierta temprano, malo, si se despierta tarde, también malo, que si almuerza se enojan, que si no lo hace también se enojan.
Incluso si buscáramos en algún diccionario en algunos años, casi estoy seguro que aparecerá la palabra pejefobia y dirá algo así como: Trastorno de ansiedad característico de una persona conservadora y anti derechos, se manifiesta como temor fuerte e irracional a todo lo que tenga que ver con AMLO y sus acciones, y que no representa ningún peligro real, solo imaginario y fantasioso.
Y doy tan solo tres de los recientes eventos que ha desatado una crisis de pejefobia:
Se propone una Reforma Eléctrica que recupera una gran parte de la soberanía energética, fortalece a la CFE y se regula el mercado perverso de la electricidad y de inmediato, en un evidente nado sincronizado, medios de comunicación, cámaras empresariales, políticos priistas y panistas se desagarran las vestiduras alertando de un regreso al pasado, de la muerte de mercado, y a amenazan de que gracias a un “monopolio” estatal, miles de millones de dólares de inversión se van a perder, es más, en el absurdo dicen que el gobierno va a prohibir los paneles solares en las casas y que los va a quitar, algo que ni mi hijo de 12 años les cree.
Y luego, cuando se plantea en la miscelánea fiscal, como una medida para evitar el robo de identidad y la propagación de empresas factureras, la inscripción de mayores de 18 años al Registro Federal de Contribuyentes, lo que no implica ninguna obligación o sanción, los pejefobicos denuncian un terrorismo fiscal de esos gachos que hace ver como niños de pecho a los peores dictadores.
Y la cereza del pastel, en un severo caso de pejefobia, se oponen esa añeja demanda de miles de juarenses, la regularización de los llamados autos “chuecos” o “chocolates”, pues dicen que fomenta la ilegalidad, que pone en aprietos a las pobrecitas armadoras de automóviles nuevos, se les olvida, tal vez como efecto de la ansiedad que les ocasiona tan solo escuchar la palabra AMLO, que para miles de ciudadanos un carro no es únicamente un medio de transporte, es una herramienta de trabajo y en las muchas de las veces un patrimonio familiar y que, por mucho que no lo entiendan ni comprendan, comprar un carro nacional es simplemente imposible para el grueso de la población mexicana y fronteriza, y menos aún pueden procesar que el dinero que se obtenga del cobro de esa regularización será para bacheo, dinero que antes los beneficiarios del régimen anterior se embolsaban con singular alegría.
Como colofón quiero dejar en claro que de ninguna manera ni forma alguna me opongo a disentir o criticar lo que hace la 4T pues están en todo su derecho y tendrán una muy buena oportunidad en marzo del 2022 para promover la revocación de mandato del presidente, mientras que millones, me incluyo, vamos por la ratificación del mandato ya que queremos que #QueSigaAMLO
Benjamín Carrera Chávez
Doctor en Problemas Económicos por Universidad Autónoma Chapingo.
Actualmente Diputado Local por el 5to Distrito de Chihuahua, Profesor-investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la UACJ y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT, Nivel 1.
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