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    noviembre 25, 2024 | 0:03

    Se vale sentir

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    Cuando estamos pasando por una enfermedad como el cáncer solemos recibir continuamente comentarios como: “sé fuerte”, “hay que ser positivo”, “hay que tener una buena actitud”, y “nada de llorar”, entre otras. Si bien, estos comentarios están llenos de buenos deseos y buenas intenciones, en realidad nos ponen una carga extra.

    Diversos expertos en psicooncología han externado que una actitud demasiado positiva no ayuda a los pacientes ni sus familiares, sino los daña al aumentar la carga emocional.

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    Y es que, “¿qué pasa si yo ya le estoy “echando todas las ganas” y tratando de tener una “actitud positiva” pero realmente hoy me siento mal? ¿Por qué no se me permite llorar o hablar libremente de mi enfermedad? ¿Acaso estoy mal por tener miedo o sentir enojo? ¿Por qué me obligan a estar feliz si hoy no me siento tan feliz?”

    Las personas con cáncer ya están pasando por un proceso complicado, el cual trae consigo emociones y actitudes que en ocasiones son incomprendidas por aquellos que no están viviendo los malestares y los tratamientos. Al obligar a los pacientes a siempre tener una actitud positiva, solo estamos limitando su espacio para expresar y comunicar su malestar emocional; aumentando su estrés y ansiedad.

    Al obligar a los familiares y cuidadores a siempre mantener una actitud positiva estamos eludiendo el que expresen su experiencia y sus emociones; aumentando la carga emocional, su miedo y su desesperación.

    Como se puede observar, al no permitir que las personas “sientan sus emociones” estamos haciendo el proceso del cáncer aún más difícil.

    Si realmente nuestro objetivo es ayudar, aquí es donde debemos ser empáticos y comprender de donde vienen estas emociones: de la experiencia con el cáncer; de los tratamientos; de los cambios familiares, sociales y económicos que han surgido desde el diagnostico. Debemos escuchar a los pacientes y a los cuidadores; recordarles -y demostrarles- que estaremos ahí para ellos.

    Al estar presentes podremos observar si estas emociones están interviniendo con los tratamientos, su recuperación o las actividades diarias de las personas. En caso de que sea así, es recomendable buscar un especialista con experiencia en psicosociología que pueda acompañar y orientar a las personas durante su proceso con el cáncer.

    Es de lo más normal -y saludable- que después de un diagnóstico de cáncer sintamos un sinfín de emociones que van desde enojo, miedo y tristeza; hasta fe, esperanza y optimismo.

    Hoy se vale sentir.

    Si hoy tenemos miedo, se vale sentir miedo. Si hoy tenemos ganas de llorar, se vale llorar. Si hoy tenemos enojo, se vale sentir enojo.

    Y después de permitirnos sentir y expresar nuestras emociones, también se vale reconocer que estamos poniendo de nuestra parte, haciendo lo posible por recuperar la salud. Y esto, esto que estamos haciendo por y para nosotros merece ser recordado.

     

    Luly Tejeda Small
    Lourdes Tejada

    Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.

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