Tutu presenció el fin de ese régimen y presidió una Comisión de la Verdad y Reconciliación, creada para descubrir las atrocidades cometidas durante esos días oscuros. Es percibido como la conciencia de la nación, a partir del testimonio perdurable de su fe y espíritu de reconciliación en una nación dividida.
“A la edad de 90 años, murió pacíficamente en el Oasis Frail Care Center en Ciudad del Cabo esta mañana”, dijo la doctora Ramphela Mamphele, presidenta interina del Arzobispado Desmond Tutu IP Trust y Coordinadora de la Oficina del Arzobispo, en una declaración en nombre de la familia Tutu.
Fue diagnosticado de cáncer de próstata a fines de la década de 1990 y en los últimos años fue hospitalizado en varias ocasiones para tratar infecciones asociadas con su tratamiento contra el cáncer.
“El fallecimiento del arzobispo emérito Desmond Tutu es otro capítulo de duelo en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafricanos destacados que nos han legado una Sudáfrica liberada”, dijo el presidente Cyril Ramaphosa.
“Desmond Tutu fue un patriota sin igual”, afirmó.
La presidencia no dio detalles sobre la causa de la muerte. Tutu predicó contra la tiranía de la minoría blanca, pero su lucha por una Sudáfrica más justa nunca terminó, y llamó a la élite política negra a rendir cuentas con tanta lucha como a los blancos.
En sus últimos años, lamentó que su sueño de una “nación del arco iris” aún tenía que hacerse realidad.
“Brújula moral de la nación”
En octubre, se le vio a Tutu de frágil aspecto frágil lo llevaban a su antigua parroquia en la Catedral de San Jorge, en Ciudad del Cabo, un sitio que solía ser un refugio seguro para los activistas contra el apartheid, para un servicio que conmemoraba su cumpleaños.
Apodado “la brújula moral de la nación”, siempre se destacó por su valentía para defender la justicia social, incluso a un gran costo para él. A menudo se peleaba con sus antiguos aliados en el partido gobernante del Congreso Nacional Africano por sus fracasos para abordar la pobreza y las desigualdades que habían prometido erradicar.
Tutu, de solo 1,68 metros de altura y con una risita contagiosa, viajó incansablemente a lo largo de la década de 1980, convirtiéndose en el rostro del movimiento anti-apartheid en el extranjero mientras muchos de los líderes del ANC rebelde como Nelson Mandela estaban tras las rejas.
Aunque nació cerca de Johannesburgo, pasó la mayor parte de su vida posterior en Ciudad del Cabo y dirigió numerosas marchas y campañas para acabar con el apartheid desde los escalones de la entrada de San Jorge, que se conoció como la “Catedral del Pueblo” y un poderoso símbolo de la democracia.
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