Como cada año, al acercarse el mes de mayo, comenzamos con la promoción para el evento Trenzando Corazones.
Gracias a esta campaña, tengo la oportunidad de comunicarme con personas que me comparten sus motivaciones, razones y sentimientos que les genera el participar donando su cabello o siendo parte del reto, rapando su cabeza. De la misma manera, tengo oportunidad de resolver dudas y aclarar mitos sobre la importancia de una peluca oncológica y la diferencia que hace en la vida de una paciente.
El comienzo de la campaña de este año me trajo una gran reflexión.
A finales de la semana pasada se contactó conmigo una persona que se notaba muy molesta ante la noticia que Trenzando Corazones solicita que el cabello recabado cumpla con cierta medida.
Ella expresaba que debíamos aceptar cabello de cualquier largo, sin importar lo corto que fuera y cerró su participación diciendo: ¡si es ayuda, no te pongas exigente!
Sus palabras, resonaron en mi mente, y en lugar de molestarme o enojarme, me hicieron preguntarme: ¿Será que tenemos distintas versiones de lo que es ayudar?
¿Será que estamos tan acostumbrados a “ayudar como nosotros queremos”, que se nos olvida ayudar como la otra persona lo necesita? Aceptamos ayudar, pero sin dejar nuestra comodidad, ayudar bajo nuestros términos; contemplando poco o nada lo que la otra persona requiere y la manera en que lo requiere.
Al tratar de explicarle que para poder crear pelucas de un largo con el que las pacientes se sienten cómodas, requerimos recabar trenzas de 30 cms., recibí un “no están entendiendo”.
Y la verdad, en este punto ya no entendía -y sigo sin entender-. ¿Acaso nos resulta tan incómodo enterarnos de las necesidades sentidas por los demás y tomarlas en cuenta? ¿Será difícil respetar las solicitudes de quienes solicitan nuestro apoyo?
En 2009, cuando fundamos Cancer Survivor, nos propusimos ofrecer lo que las personas con cáncer necesitan y tal como lo necesitan, por lo que para nuestros programas y eventos nos exigimos a nosotros mismos respetar la voz, solicitudes y sugerencias de estas personas y sus cuidadores.
Aunque debo reconocer que su comentario fue muy atinado en una parte: si soy exigente. Sobre todo cuando hablamos de respetar la opinión, dignidad, derechos y privacidad de las personas con cáncer.
Espero ser lo suficientemente exigente para lograr que cada vez sean menos los casos de discriminación hacia las personas con cáncer. Seguiré exigiendo de manera constante y firme que hospitales y asociaciones cuenten con personal altamente calificado y preparado para atender, recibir y tratar a las personas con cáncer y a sus cuidadores; y no me refiero solo a personal médico, sino a personal administrativo y voluntariado.
Exigiré con más esmero que se respete el derecho de los pacientes a recibir información clara, completa, certera y oportuna, para que pueda ser partícipe en la toma de decisiones sobre su tratamiento.
Y sé que levantaré mi voz y exigiré un trato digno, cada que me encuentre con personas, instituciones y asociaciones que hagan daño o afecten la dignidad o privacidad de las personas con cáncer.
Si, ahorita soy exigente, y estoy segura que conforme me siga preparando, lo seré cada vez más por que ya es tiempo que se respeten la voz de las personas con cáncer, que se tomen en cuenta sus necesidades
y sus intereses.
Este año se realizará el 8vo Trenzando Corazones y, estoy segura que, al igual que en años anteriores, contaremos con el apoyo de personas que también son exigentes y coinciden con nosotros en la definición de ayudar: ayudar tal y como las personas con cáncer lo solicitan.
Lourdes Tejada
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.