Hace algunas semanas platicaba con un grupo de pequeñas y medianas empresarias lo difícil que es abrir, sostener y desarrollar un negocio.
Una de ellas, directora y dueña de una recicladora exponía lo titánico que era contratar personal, “no puedo dar el bono de $30,000 que ofrece la maquiladora a sus nuevos empleados, se sale completamente de mis posibilidades financieras “.
Otra compañera platicaba cómo la renta de su local absorbía la mayor parte de su utilidad haciendo menos rentable el negocio.
Conversábamos lo difícil que es cumplir totalmente con hacienda, el IMSS, el estado, el municipio, la suegra y las dietas al mismo tiempo.
Añorábamos aquellos momentos en las muchas de las presentes fuimos felizmente Godinez y cuando sin pena ni gloria pasábamos nuestras quincenas y fin de mes sin el estrés de la nómina y los gastos.
Nos retrocedimos en el tiempo y encontramos en la infancia la razón de nuestro conflicto empresarial.
Crecimos convencidas que a este país le hacía falta más y mejores empresas, y ahora somos parte del 99% de las PYMEs establecidas en México.
Nuestras pequeñas empresas equivalen a un aporte de aproximadamente el 52 % de PIB creando así un 72 por ciento de empleos formales.
“Soñábamos con tener un negocio propio, próspero y por supuesto tener un mejor nivel de vida”.
“Desde entonces nos hablaron de historias de éxito pero jamás de los fracasos, de la innovación y el talento pero poco del capital y los limitados inversionistas”.
Nos comparamos con la serie de televisión “Lo que callamos las mujeres” y reímos como locas pues a pesar de toda nuestra queja nos complacía ser lo qué éramos.
Y entre el susto y gusto de ser empresarias concluimos que dada la importancia de nuestras actividades sería bueno nos pusiéramos más atención.
Que alguien (gobierno o sociedad) nos preocupáramos más por:
¿Qué adolece y porqué fracasan el 75% de las PyMEs antes de cumplir los dos años?
¿Cuáles son las ventajas y apoyos reales que existen al iniciar un negocio?
¿Quiénes son los responsables del crecimiento de estas empresas y qué pasa si no se cumplen los objetivos?
¿Quién sabe lo que les duele a las empresas y qué medicamentos tenemos para mitigar nuestras crisis?
Esas y otras respuestas se obtendrán cuando desmitifíquenos al empresario millonario y exitoso por el ciudadano emprendedor y arriesgado.
Cuando hablemos de realidades y dificultades empresariales sin tapujos, cuando se diga abiertamente lo que callamos los empresarios para encontrar soluciones y evitar perpetuar esquemas hacendarios desproporcionados, permisos y trámites engorrosos y caros, y financiamientos inalcanzables.
Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.