Qué ridículos algunos panistas, como el coordinador de la bancada de Acción Nacional en el Congreso local, Mario Humberto Vázquez Robles, que se la pasa insultando al presidente Andrés Manuel López Obrador y tratando de involucrarlo en casos de corrupción que nomás no tienen asidero. ¡Puras mentiras!
Los panistas ven la espina en el ojo ajeno, pero ignoran la viga en el propio.
Desde hace mucho tiempo que el PAN perdió su esencia, esa que tanto presumían sus militantes cuando aparentaban ser una real oposición, la bandera del combate a la corrupción, pero que innumerables panistas olvidaron para convertirse no solo en corruptos sino en corruptores.
Es claro que el PAN ha sido incapaz de frenar o castigar a quienes han incurrido en actos de corrupción, ya sea a nivel municipal, estatal o federal, pues al contrario, les han dado rienda suelta, los postulan a cargos de elección e incluso de reelección o los ascienden si es que ocupan un cargo administrativo en los gobiernos pintados de azul. Parece que ser corrupto en Acción Nacional se ha convertido en un plus para llegar o permanecer en los cargos públicos.
El especialista en temas del blanquiazul, Víctor Reynoso, de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), escribió en su momento que el combate a la corrupción estaba en el alma del PAN, pero al no atacarla o caer en ella ha venido perdiendo su esencia.
“Desde la fundación del partido la propuesta fue una política responsable, cercana a los ciudadanos y creadora de bienes públicos, pero el tema de la corrupción ha estado presente SIEMPRE en el PAN”, comentó Reynoso en una entrevista otorgada a El Universal en enero de 2016.
Las cosas en ese partido no han mejorado, al contrario, los casos de corrupción son cada vez más frecuentes e incluso más violentos, desde Vicente Fox, Felipe Calderón, Genaro García Luna, Cárdenas Palomino, Ricardo Anaya Cortés, Guillermo Padrés y un largo etcétera. Pero eso sí, mantienen su discurso de combate a la corrupción que, la verdad, sólo aquellos sin una pisca de malicia se los creen.
La cloaca que se destapó en las últimas semanas en el Congreso del Estado, principalmente con actores de la anterior legislatura, la Sexágésima Sexta, y sus lazos con otras dependencias, como la Junta Municipal de Agua y Saneamiento de Chihuahua, son una clara muestra del nivel de corrupción que ha alcanzado el PAN en sus gobiernos a nivel local.
Tan grave es el caso antes mencionado que hasta tortura y muerte alcanzaron a uno de los involucrados. ¿Querían callarlo o querían sacarle información? Es probable que no lo sepamos, no hay indicios de que exista una investigación real para aclarar los hechos alrededor de ese homicidio.
¿Qué han hecho en este caso los panistas desde el partido o desde sus gobiernos? Deslindarse, como si se tratara de panistas que no lo son, pero que todos sabemos que sí lo son. Además, simulan “despidos” o “renuncias” para que se investigue “libremente”, pero todo indica que van a utilizar esa frase que se aplica en Economía: “dejar hacer, dejar pasar”.
El desvío de recursos, los moches, la simulación de adquisiciones y obras que se tasan con sobreprecio para sacar tajada han sido cosa de todos los días en los gobiernos panistas de las últimas décadas.
Al mismo tiempo, en una ausencia total de coherencia y congruencia, los panistas se han especializado en crear comisiones de ética o anticorrupción, mantienen el discurso, pero en los hechos lo traicionan. Históricamente presumieron que ellos no eran del mismo estilo de gobierno, que no se les podía acusar de corrupción y que tenían una mayor conciencia cívica, pero eso se fue perdiendo en la medida en que se fueron mimetizando con el PRI y, en muchos de los casos, incluso superaron a los tricolores en las corruptelas.
Frente a la realidad antes descrita, qué hipócritas se observan los panistas tratando de crear realidades que atienden solo a calenturas en sus cabecitas. Para ellos el mal está en otra parte, en ellos no. La realidad está a la vista, aunque desde Acción Nacional quieran ignorarlo y sus portavoces mediáticos se empeñen en difundir que aquí todo está bien y en reforzar esa idea de que el mal está en otra parte.
Pedro Torres
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