El sorpresivo testimonio del cardenal Angelo Becciu pudiera representar implicaciones graves de seguridad para el Vaticano y la Iglesia católica, ya que presentó evidencia de que aparentemente el pontífice estaba dispuesto a pagar un rescate a extremistas islámicos por la libertad de la monja, que a la larga fue liberada el año pasado.
Los pagos por un rescate rara vez se confirman, precisamente para desalentar secuestros futuros, y no se sabe cuánto dinero del Vaticano, si es que alguno, fue a parar a manos de los extremistas. Los fiscales han acusado a una codemandada de Becciu de malversar más o menos la mitad de esa cantidad en artículos de lujo para su uso personal.
Becciu llegó a ser uno de los principales asesores de Francisco como el número 2 en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Se había abstenido de declarar ante el tribunal del Vaticano durante casi dos años por razones de secreto de Estado y pontificio, pero el jueves habló en su propia defensa luego que el papa lo liberó del requerimiento de confidencialidad, proporcionando el testimonio más anticipado hasta la fecha en el juicio que ya lleva un año.
Becciu, el único cardenal que está siendo enjuiciado, está acusado de desfalco, abuso de autoridad y manipulación de testigos, cargos que él rechaza. El jueves, su testimonio abarcó los cargos vinculados con su relación con una especialista italiana en inteligencia que también está siendo enjuiciada por desfalco, Cecilia Marogna.
Marogna le ha dicho a la prensa italiana que ayudó a negociar la liberación de rehenes católicos en África en nombre de la Santa Sede. Los fiscales del Vaticano la acusan de malversar 575 millones de euros, citando registros bancarios de su empresa eslovena que muestran nueve transferencias electrónicas desde el Vaticano entre 2018 y 2019 para fines humanitarios no especificados, y compras desde esas cuentas en Prada, Luis Vuitton y hoteles de lujo. Marogna ha dicho que las transferencias fueron reembolsos por gastos y compensaciones por sus servicios.
Becciu testificó el lunes que contrató a Marogna como asesora externa de seguridad, impresionado por su conocimiento de asuntos geopolíticos y la confianza que le tenían dos altos funcionarios del servicio secreto de Italia, los generales Luciano Carta y Gianni Caravelli, quienes la acompañaron a una reunión con Becciu en el Vaticano en octubre de 2017.
Becciu dijo que recurrió a Marogna en busca de ayuda después del secuestro en febrero de 2017 de la monja colombiana, la hermana Gloria Cecilia Narváez, en Mali. La monja había sido raptada por Al Qaeda en el Magreb islámico, que ha financiado su levantamiento con el secuestro de occidentales. Durante su cautiverio el grupo enviaba videos de manera periódica en los que aparecía Narváez solicitando la ayuda del Vaticano.
Becciu dijo que había escuchado que el nuncio del Vaticano en Colombia y otras hermanas de la orden religiosa de Narváez habían pedido ayuda. Señaló que les presentó el tema a Francisco y Marogna, quien Becciu dijo que le recomendó que ella podía trabajar con una compañía británica de inteligencia, The Inkerman Group, para asegurar la liberación de la monja.
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