Cuando platicamos con alguien sobre los problemas que tenemos en nuestro país, generalmente coincidimos en todos aquellos que nos causan daño en lo individual y en lo colectivo. Abordamos temas de la política, de la familia, de la transformación social y del gobierno en cuanto a lo que hace, no hace o deja de hacer. Nos quejamos de la corrupción y analizamos diferentes maneras de combatirla, incluso admitimos que hemos cometido errores confiando en políticos que nos han defraudado en la confianza depositada.
Encontramos entre nuestras amistades y familiares, interesantes comentarios y propuestas sobre la manera de resolver los asuntos de la economía y política nacional. Hasta en los deportes, a través de las redes sociales, nos encontramos conversaciones verdaderamente asombrosas sobre algunas técnicas, que ni los propios directivos en los juegos las practican. A veces todo lo que creemos que podemos colaborar si nos escucharan, nos causa desesperación e impotencia. Por la sencilla razón de que no creemos en el gobierno, ni tenemos manera de llegar a los políticos, si no es a través de una influencia o partido político en el poder.
Sin embargo, el poder en el que se centra la política nacional, se deriva de varios elementos y representantes sociales, cuya función es atender precisamente las necesidades básicas y prioridades de la comunidad. Si pudiéramos comunicarnos a través del diálogo y el debido respeto entre autoridades y sociedad en general, el rumbo del país cambiaría dando preferencia al bienestar común. Las organizaciones no gubernamentales que trabajan para colaborar en el crecimiento económico y proporcionan alternativas de solución, son parte fundamental para que el diálogo pueda rendir frutos.
Existen los Mecanismos Alternos de Solución de Conflictos, como una herramienta legal que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, incorpora en nuestro sistema jurídico y que la mayoría de los Estados de la República han legislado mediante la Ley de Justicia Alternativa. Una manera efectiva de dialogar y construir acuerdos de toda índole y que ofrece un panorama de tratados y leyes mexicanas que contienen preceptos sobre dichos mecanismos. Tenemos materia y tenemos procedimientos efectivos que se pueden utilizar sin necesidad de agresiones, malos entendidos y ofensas que confunden más a la sociedad civil. Incluso el propio poder legislativo que los creó, debería ponerlos a la práctica antes de iniciar sus asambleas.
Si todas las autoridades analizaran y dialogaran sus intenciones ante los organismos que vigilan el debido cumplimiento de la ley, a través del sistema que ofrecen los mecanismos alternos de solución de controversias o conflictos, sujetándose a las reglas del respeto, imparcialidad, transparencia, información y saber escuchar, nos ahorraríamos tiempo, dinero y esfuerzo, que bien se puede utilizar para solucionar problemas que aquejan a toda la sociedad civil. En la práctica jurídica o de la cultura de la paz propiamente hablando, entendemos que la comunicación es lo que propicia que fluya la información para lograr metas y objetivos.
No podemos coincidir con el gobierno, cuando asegura que todo está bien y que todo lo que hace es en beneficio de los gobernados y que avanzamos mejorando en la seguridad y economía nacional. Que van a la baja los delitos graves. Que tenemos menos pobres y mejor educación. Porque lo que apreciamos por los sentidos nos indican lo contrario. No tenemos empatía con el gobierno y nos vamos distanciando cada vez más. Incluso nos damos cuenta que el apoyo a favor y en contra es evidente en cualquier tema sobre obra pública e infraestructura, así como del gasto público. Lo que significa que no estamos bien comunicados, ni unidos.
Para ello, existe el diálogo, el derecho de audiencia, el debido proceso, el conocimiento de las facultades adquiridas y atribuciones que nos otorga la ley a todos. A través de los conductos y fundamentos como la llave que abre la puerta ante las autoridades. La disponibilidad de escuchar para entender al necesitado. La definición exacta de la propuesta o el problema bien identificado y estar dispuestos a conciliar y construir acuerdos que nos beneficien a todos. Utilicemos nuestra Constitución con gran sabiduría para erradicar la corrupción. Contribuyamos al desarrollo social con la crítica y el debate serio y objetivo. La mayoría de los mexicanos queremos una nación libre porque todavía no lo es. Necesitamos construir juntos el camino.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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