Desde muy pequeña, siempre he cuestionado el porqué y para qué de las cosas: de nuestro actuar, nuestras tradiciones, nuestras modas y nuestras costumbres.
Me parece interesante como nuestro actuar se modifica según la persona que está frente a nosotros, según el momento que atravesamos, o según el papel que debemos de actuar. Nos adaptamos constantemente, buscando seguir las dinámicas sociales de los grupos y ambientes en los que nos encontramos.
Tantos son nuestros cambios, que de manera frecuente nos solemos contradecir; muchas veces de manera inconsciente, y algunas otras de manera consientes.
Una de las contradicciones que me intrigan y que quiero comprender, es nuestro actuar hacia el crecer.
Cuantas veces no hemos escuchado un “no quiero cumplir años” que obtiene como respuesta un comentario de lo más tranquilo, y con plena aceptación hacia tal contradicción. Pareciera que asumimos que la persona quiere decir que no quiere envejecer. Porque, de otra manera, al inferir que no quiere cumplir años, la persona entonces estaría afirmando que desea morir; y responder con tal tranquilidad -y costumbre- no es la respuesta adecuada ante tal situación.
Supongo que la contradicción de no querer envejecer, pero no querer morir, toma fuerza en nuestros años de juventud, sobre todo cuando nos acercamos a una edad considerada como un cambio o parteaguas: como los 20s y los 30s.Y estos comentarios son tan normales, que no debe sorprendernos, escuchar a menores de edad afirmando que no quieren que llegue su cumpleaños, porque no quieren dejar de ser jóvenes.
Estos comentarios podrían significar añoranza por los momentos, las personas, la salud y las experiencias; pero también nos alejan de la otra parte de la realidad. Envejecer es un privilegio; y un privilegio al que no todos pueden acceder. Recordemos por un momento, que tan solo en nuestro país existen problemas graves de inseguridad, pobreza, desnutrición y desatención a la salud básica de un enorme porcentaje de la población; lo cual significa, que un gran porcentaje de la población tiene una menor expectativa de vida.
Con comentarios como “no quiero cumplir años”, estamos relacionando el crecer con aspectos negativos, como si fuera una desgracia, algo que quisiéramos evitar. Y si realmente es algo tan negativo, entonces, ¿por qué llorar una muerte, si al final se puede considerar como algo que detuvo el envejecimiento? ¿No es eso lo que tanto pedíamos, el dejar de cumplir años?
En nuestro día a día, hacemos todo lo posible para no envejecer -dietas, ejercicio, tratamientos, cirugías, productos milagrosos- pero poco hacemos por vivir. Vivir conscientemente, mas allá de la rutina, los compromisos y las responsabilidades; saberse vivo, saberse presente.
Definitivamente, envejecer es un privilegio; y lo es más, el saber que hacer con esa vida que se nos está dando. Porque si no quieres morir, pero tampoco estás viviendo, entonces ¿Qué estás haciendo? ¿Que estás haciendo con el privilegio de seguir aquí?
Lourdes Tejada
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.