Durante 28 años, con mucho empeño y orgullo, ejercí el oficio de periodista en mi ciudad natal, Ciudad Juárez. Fui desde reportero hasta redactor de columna, editor y directivo de diversos medios de comunicación.
Conviví con infinidad de verdaderos periodistas con quienes compartí muy buenos momentos en el desempeño de la tarea de informar; pero también conocí personas que de manera impune se prostituyeron en este bello oficio. Chayoteros se les llama a estos últimos.
Al respecto, hace unos años llegó a mis manos el libro “El Vendedor de Silencio”, de Enrique Serna, que aborda a manera de novela ficcionada la vida de Carlos Denegri, descrito como “el más vil de los reporteros”. La lectura de algunos pasajes me llevó a reconocer en las acciones de Denegri a algunos de esos malos periodistas con los que me topé en el camino.
Extraigo un pasaje que, a manera de anécdota, se relaciona con hechos que tuvieron lugar los últimos días de septiembre y la primera semana del mes que corre, teniendo como corolario un escrito, supuestamente columna editorial, en el que se menciona al que esto escribe, publicado en dos portales digitales a los cuales de manera ficcionada llamaré La Ocsión y El Bodrio, propiedad de O. S. Ang Ustias.
“(DENEGRI) pidió a Evelia que no le pasara llamadas, colocó la silla giratoria de manera lateral, donde la Remington ya tenía enrolladas dos cuartillas con un papel carbón en medio, y se puso a escribir la Columna Buenos Días, que publicaba cuatro veces a la semana en Excélsior. El tema del momento era la rebelión de Carlos Madrazo, el ex presidente del PRI que, tras su fallida lucha por democratizar el partido, ahora quería formar el suyo y se dedicaba a recorrer las universidades del país en giras de proselitismo. La semana anterior había criticado el presidencialismo vertical y autoritario, una declaración que sacó ámpula en Los Pinos. El traidor ese ya le colmó el plato al señor presidente, dele un soplamocos, don Carlos, le había pedido Joaquín Cisneros, el secretario particular de Díaz Ordaz y ante una orden del mero mero, un periodista institucional como él sólo podía cuadrarse.
“El temerario intento de Madrazo por socavar las instituciones a las que debe su carrera política se topará indefectiblemente con el rechazo del pueblo, que reconoce a leguas a los aventureros de la política, a los falsos profetas movidos por ambiciones bastardas.” Olé, matador, un vaticinio tiene más autoridad que un comentario. Los lectores sagaces, los exégetas acostumbrados a leer entre líneas, sabrían que al pronosticar el fracaso de ese renegado estaba hablando a nombre del presidente. Era Díaz Ordaz, no el pueblo, quien haría fracasar indefectiblemente a Madrazo si porfiaba en su rebeldía. Su artículo encerraba, pues, una amenaza encubierta que haría temblar al interpelado”.
El pasado 27 de septiembre fue publicado en varios portales y en un periódico impreso de la entidad un artículo titulado Zarandeada, firmado por un servidor, en el que abordo una crítica hacia el desempeño que ha tenido la gobernadora María Eugenia Campos Galván durante su primer año de gestión. Al día siguiente, vía Whats App, recibí de parte de O.S. Ang Ustias el siguiente mensaje: “Pedrito, ahí viene el lobo”. Lo tomé a broma y le contesté con un sticker que dice: “A veces la vida no es como queremos”.
El jueves 6 de octubre, agentes de la Fiscalía General del Estado catearon las oficinas de la Secretaría de Bienestar en Ciudad Juárez, hecho que se comentó en una sala de chateo de Whats App en la que convergemos personas de muy diversas ocupaciones, entre ellos algunos periodistas. Ang Ustias colocó el siguiente comentario en relación con la nota antes citada: “Alguien sabe si también catearon la casa del hermano de Perrito Torres en el Campestre?”. Solo para el anecdotario, ninguno de mis cinco hermanos tiene casa en el Campestre.
Sin mencionar a nadie en particular publiqué el siguiente texto en ese mismo chat: “Hay un supuesto periodista cuyo portal lo más importante que maneja son memes y eso porque se los piratea de las redes. Es un adicto catador de las flatulencias de YSQ.
Escribe una columna con mentiras muy burdas por encargo de la productora de esas flatulencias, sin el menor resabio. Sabe que el abultado cheque no dejará de salir cada mes proveniente de recursos públicos para hacerle el trabajo sucio a su jefa. Y se dice periodista cuando ni siquiera para propagandista le alcanza. Es tan corriente y tan inescrupuloso que da pena ver sus comentarios absurdos y hasta estúpidos en este chat.
Pero de todo hay en la viña del señor. Saludos!!!”.
Ang Ustias respondió: “Te dolió? Mañana va el resto. Incluido lo del banco del bienestar y lo de campos elíseos”. Le cuestioné: “¿Te cayó el sacó?”.
Su reacción no se hizo esperar y llegó a través de un texto publicado en La Ocsión y en El Bodrio, el cual les comparto: “El Gerente Estatal de Diconsa, Pedro Torres Estrada, ha sabido sacar muy bien provecho a los cargos que ha ocupado. Para vivir en el lujoso Fraccionamiento en Campos Elíseos, sobre el Corredor de la Tomás Fernández, en la Heroica Ciudad Juárez, le ha tocado hacer de todo, desde lucrar con el periodismo hasta operar con recursos ilícitos en Morena. Primero se dio a conocer por la forma en que aprovechó la muerte de su compadre El Choco y de otros colegas que han sido asesinados por el crimen organizado. Luego, incursionó en la política y logró ser Diputado Plurinominal por Morena, desde donde sirvió como tapete al Exgobernador Corral y de Alfil a la Exdiputada Local Blanca Gámez. Utilizó la casa de su hermano, ubicada en el Fraccionamiento El Campestre, para operar los cuantiosos recursos in cash de Morena en el estado. Acomodó a ese hermano en el Banco del Bienestar, desde donde realiza operativos para el partido. Fue reportero un tiempo pero pronto se dio cuenta que en realidad era adicto al poder, a grado tal que por seguir en la nómina aceptó gerentear una dependencia federal que apenas sobrevive. Es obvio que si le hubieran dado cualquier delegación para custodiar los botes de la basura, Pedrito Torres hubiera aceptado porque sabe perfectamente, según sus principios, que vivir fuera de la nómina es un error”.
Todo un ejercicio de proyección en el que Ang Ustias describe desde su muy torcida perspectiva lo que él hubiera hecho de haber ocupado los cargos que un servidor ocupó. Por supuesto que se trata de un mal reportero, ya que la información que maneja es más falsa que una moneda de tres pesos; qué decir de su (dis)capacidad para redactar, pero lo más destacable es la similitud entre el pasaje de la novela de Enrique Serna y los hechos antes descritos.
No puedo asegurar que Ang Ustias haya leído la novela de Serna, pero tal parece que tiene a Denegri como un modelo a seguir, ya que, más allá de vender silencio, ejerce como mercenario, dispuesto a amenazar, a mentir, a calumniar para cumplirle a su jefa y a su único Dios, el dinero.
Yo soy rico, muy rico, pero en amistades; gozo del cariño y el respeto de mi esposa y de mis dos hijos; todo lo que tengo corresponde a lo que he ganado únicamente con el esfuerzo de mi trabajo y a las pruebas me remito.
Es la primera y única vez que escribo respecto del señor Ang Ustias. Y lo hice porque la impunidad fortalece a personajes que, como él, no tienen escrúpulos para ser más que vendedores de silencio.
Acuso recibo de la amenaza. No obstante, le deseo bien, que supere la realidad familiar que actualmente enfrenta y espero que en lo más mínimo la culminación de su historia sea similar a la de Denegri, quien fue asesinado por su propia esposa con un balazo por la espalda.
Pedro Torres
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