Preferir y promover los productos o servicios de la localidad o región en la que vivimos genera beneficios directos a la comunidad en que habitamos. Compremos a los negocios locales, que, en la mayoría de los casos, sus productos o servicios superan en calidad y precio a los de las cadenas comerciales oligopólicas nacionales o extranjeras.
En varias ocasiones me tocó acompañar a mis padres a realizar compras en el centro de la ciudad hacia la segunda mitad de los noventas, el lugar bastante concurrido y en donde se encontraba casi de todo y a precios más baratos. Todo juarense acudía a comprar sus insumos al menos en cada temporada del año.
Y es que, para entonces, si se necesitaban ingredientes para una capirotada o platillo de cuaresma el centro era la mejor opción, lo mismo para encontrar carne y huevo fresco, verduras a mejor precio que en el super o adquirir artículos para el hogar; desde alfombras, lavadoras o televisiones. A veces se aprovechaba para comer fuera de casa o degustar algún antojito; obligado era comprar un agua fresca en tiempo de calor.
El boyante centro de Ciudad Juárez, ya con algunos problemas de deterioro, empezó a decaer cuando se supo que varias jovencitas desaparecían en el lugar para luego ser parte de la terrible estadística de “las muertas de Juárez”. Siendo que muchas madres de familia acudían a hacer sus compras allí de manera habitual, por cuestiones de seguridad muchas limitaron su traslado al centro de la ciudad, así como el de sus hijas e hijos.
Lo demás es historia conocida, aunque sigue teniendo vida, el centro actual de Ciudad Juárez dista mucho de aquel que conocí siendo aún niño. Comprar sin intermediarios o reduciéndolos al máximo, el trato personal que se da con los pequeños propietarios de negocios, el adquirir artículos artesanales de gran calidad y víveres frescos de temporada como en aquellos años; esto es lo que implica el consumo local.
Al consumir local estamos beneficiando a los pequeños comerciantes y productores de la región, es decir, las ganancias no se trasladan directamente a otros lugares, mejoran la calidad de vida de familias de nuestra misma comunidad y al ser cercanos a lugar de consumo reducen costos financieros y ambientales para todos.
El consumo local integra a los pequeños productores a la dinámica económica y depende del consumidor local optar por comprar a establecimientos y comerciantes locales. Una iniciativa aplaudible desde hace ya varios años es la feria de la hortaliza, donde se ofertan productos agrícolas de la región de Samalayuca en aceptable calidad, frescura y precio.
Referente a los servicios, podemos ejemplificar a muchos establecimientos de comida locales que superan ampliamente en precio y sazón a las franquicias norteamericanas de comida rápida. Preferible degustar un caldo de res o de pescado en un establecimiento local que la dañina comida rápida procedente de los Estados Unidos.
La idea del consumo local es multiplicar los beneficios desde lo más cercano, al comprar cerca de nuestro hogar abaratamos los costos en la cadena de suministros, detonamos la economía local, integramos a los pequeños productores agrícolas o artesanales y fomentamos la solidaridad duradera en el trato cordial que debe tener todo comerciante.
El medio ambiente también se ve beneficiado con el consumo local al disminuirse el consumo de combustibles en la logística de suministros, limitar el uso de empaques y plásticos tan utilizados en las grandes cadenas comerciales que terminan convirtiéndose en basura y al promover los cultivos sustentables de cada región.
Los mismos grandes corporativos pueden beneficiarse del consumo local al poder reducir costos en proveedores, algo que deberá fortalecerse ante las nuevas necesidades de producción cerca de los mercados.
Las centrales de abastos son nichos que pueden aprovecharse desde los municipios para eliminar en lo posible a los intermediarios de productos locales, favoreciendo a la economía familiar y regional.
En suma, decidir consumir local beneficia a todos. Consume local.
“Él reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad”
(Proverbios 2:7)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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