El pasado sábado el presidente AMLO celebró el quinto aniversario de su holgado triunfo del 01 de julio de 2018, lo hizo con los suyos, con la nomenklatura de MORENA, sus precandidatos y aliados, pero también, y más importante para él, con las masas incondicionales de su causa. El inquilino de Palacio Nacional tiene clara su apuesta por la continuidad de lo que él llama la cuarta transformación: la movilización popular.
Es precisamente desde el zócalo de la Ciudad de México que López Obrador ha librado decisivas batallas políticas, desde esa plaza pública dobló a Vicente Fox en el intento por desaforarlo en 2005 cuando punteaba las encuestas presidenciales, recibió entonces el espaldarazo de las tribus del PRD, pero sin duda fué la movilización de las masas lo que orilló a Fox a desestimar esa estrategia de descarrilarlo. El entonces procurador federal terminó renunciado.
Luego de que de manera oficial López Obrador perdiera por estrechísimo margen las elecciones presidenciales de 2006, como en toda derrota, varios de los que hasta en ese momento se decían sus incondicionales comenzaron a abandonarlo, la nomenklatura del PRD se terminó de partir y de distanciarse del Peje cuando el jefe de los chuchos Jesús Ortega se impuso de manera penosa a Alejandro Encinas en las elecciones internas de ese partido en 2008.
La guerra entre las tribus del PRD sucedía bajo la más que conveniente mirada del gobierno federal de entonces, gobierno que, tras un relativamente exitoso año 2007, pudo rebasar en ese momento al lopezobradorismo por la derecha. Sin amilanarse, maltratado por muchos que antes lo adulaban y cuando los medios de comunicación y las élites mexicanas lo tildaban de loco, el Peje se dedicó a recorrer por tierra a los municipios de México formando comités del “Gobierno Legítimo”, del que se declaró “presidente legítimo” en el zócalo de la Ciudad de México.
Formado en el nacionalismo revolucionario y en la lucha social, AMLO apostó desde entonces por la construcción de un nuevo movimiento político nacional cuando la lógica del sistema era aceptar la derrota probablemente a cambio de reconocérsele como el “líder de la oposición” y con las posibles prebendas que eso implicaba. Al cabo de cinco años mantuvo un capital político que le valió para volver a postularse como candidato presidencial en 2012 a pesar de la animadversión de una parte mayoritaria de la élite política y empresarial nacional.
Desde el zócalo capitalino AMLO anunció su participación bajo el membrete de la entonces asociación civil MORENA para las elecciones de 2012, motivando que el entonces popular jefe de gobierno capitalino Ebrard se hiciera a un costado y que el PRD (a pesar de los chuchos), PT y Movimiento Ciudadano lo arroparán de nuevo como candidato presidencial. Nuevamente se ubicó en el segundo lugar, detrás de Peña Nieto con una diferencia de menos de siete puntos porcentuales, capital que bien le valía una tercera oportunidad.
Apenas un día después de la toma de protesta de Peña Nieto como presidente de la República, el PRD suscribe el Pacto por México con el PRI y PAN, que tenía el fin de aprobar reformas que supuestamente repudiaba la izquierda lopezobradorista.
En la víspera de la aprobación definitiva de la reforma energética del gobierno de Peña Nieto a finales de 2013, AMLO encabeza un mitin en el zócalo capitalino en el que arenga a sus simpatizantes a cercar el Senado de la República. Un día después sufre un infarto que lo lleva al hospital, la reforma es dictaminada y aprobada.
El desdibujamiento del PRI y del PRD en el Pacto por México es calculado y aprovechado para formalizar y consolidar a MORENA en 2014 como único partido político opositor al neoliberalismo; hechura neta de López Obrador y receptor de la militancia más activa del PRD; luego MORENA arroparía gradualmente a actores inconformes del PRI y del PAN. Sobra decir que el registro de MORENA como partido político no tuvo obstáculos serios por parte del gobierno de Peña Nieto.
El gasolinazo de 2017, las resistencias de algunos grupos de interés hacia ciertas reformas estructurales, el viraje agresivo contra el gobierno de parte de Ricardo Anaya y el autoexilio de Marcelo Ebrard en Francia, hicieron que se alinearan las estrellas para López Obrador. Para 2017 MORENA ya mostraba una considerable operación territorial, quedando a nada de ganar el Estado de México en ese año, resultados finalmente aceptados por MORENA sin mayor estridencia.
Ya en el gobierno, el Ejecutivo propone sustituir a la Secretaría de Desarrollo Social por la Secretaría del Bienestar, desde donde identifica a beneficiarios y opera programas de transferencias directas bajo el amplio y articulado despliegue territorial de los “servidores de la nación”. Este despliegue, directa o indirectamente, se supone le ha permitido a MORENA o aliados pintar de guinda, verde o morado a 22 Estados del país.
Podemos concluir que, ciertamente nada esta definido para la elección de 2024, AMLO en esta ocasión no estará en la boleta electoral, la violencia incontenible y el tema de salud siguen siendo asignaturas pendientes y la Historia enseña que el contexto político puede girar al cabo de los meses; pero el presidente seguirá trabajando en lo que le ha permitido competir, resistir, resurgir y ganar: la movilización popular que el concibe.
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”
(Salmos 90:12)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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