El país del dragón ya no es solo una potencia emergente, los chinos reclaman hoy, a su manera, el lugar preminente en el concierto de las naciones.
Mientras, la civilización occidental, aquel conglomerado de naciones originarias o descendientes de la Europa cristiana; en la Historia contemporánea lideradas por los Estados Unidos de América; sufre de una brutal crisis existencial.
Poseedora de una antiquísima cultura, es evidente que China está haciendo valer lo que su conciencia histórica dicta: ante la decadencia de Occidente, es inminente que el sistema chino en su momento va a liderar un nuevo orden mundial.
Lo anterior no es un destino manifiesto, es fruto sin duda de la triunfante Revolución China de 1949, del sistema político al que Mao dio forma, vigente en lo fundamental.
Episodios de la gestión maoísta como el gran salto adelante o la revolución cultural dieron pie a una nueva era económica china bajo el liderazgo de Deng Xiaoping.
Xiaoping dio forma a finales de los setentas del siglo pasado a la primera etapa del “Socialismo con características chinas”, programa con un fuerte y pragmático aperturismo económico, vigente en lo fundamental.
El ascenso de China; que necesariamente ha aplicado políticas de libre mercado y que como resultado experimentó décadas de espectacular crecimiento económico; no está determinado a la subordinación de los intereses anglo estadounidenses.
Contrario a otros casos, el gigante asiático asume un programa económico propio, profundamente determinado en el seno del Partido Comunista de China y bajo un sólido liderazgo político.
La “guerra comercial” que inicia Donald Trump en contra de intereses chinos en 2018 es el inicio de una estrategia directa de contención al país del dragón que aceleraba por alcanzar a los Estados Unidos de América como primera potencia económica.
El irrefrenable crecimiento de la economía china, como en todo el orbe, disminuyó durante la pandemia de COVID 19, repuntando, pero sin alcanzar a sostenerse, según los medios occidentales en un “crecimiento esperado”.
La administración Biden, naturalmente ha continuado la estrategia de contención, aunque bajo una orientación un tanto diferente a la de Trump.
La gran mayoría de los medios especializados en finanzas de Occidente hoy hablan de una economía china en problemas y con un desempeño financiero decepcionante.
Sin embargo, lo anterior pareciera más una arista propagandística de los esfuerzos anglo americanos por frenar el liderazgo del gobierno chino; cuyo programa político, económico y social apuesta por hacer frente a las hostilidades occidentales con herramientas que han logrado construir y podrán usar de forma autónoma.
Al contar con un sistema político no subordinado, más aún, garante de un proyecto histórico y al menos en el discurso multipolar; el coloso asiático apuesta por una nueva configuración del orden mundial con o a pesar de occidente, pero partiendo de un régimen interno sin fisuras.
De allí las críticas al presidente chino Xi Jinping de gobernar a su país bajo mano de hierro, ciertamente, la China actual jamás entraría dentro de los cánones de una Democracia liberal occidental.
A pesar de las dudas que según occidente genera la economía china, el dragón asiático mantiene una fuertísima influencia geopolítica que ha logrado construir al día de hoy diques diversos al intervencionismo anglo estadounidense.
Al abierto respaldo militar y financiero estadounidense y occidental brindado a Ucrania en su conflicto con Rusia, vemos un apoyo más sutil pero firme de China hacia Rusia, sellándose una alianza geopolítica entre estos dos gigantes al menos por ahora.
Al conflicto en Ucrania se agrega el potencial conflicto regional en Medio Oriente, detonado por los actos terroristas del pasado 07 de octubre en territorio israelí y que también representa una oportunidad para la República Popular de China de poner a prueba su liderazgo diplomático al mantener lazos importantes con países como Irán, Siria, Arabia Saudita y el mismo Israel.
Por otra parte, el gobierno chino se esfuerza por no aislarse y sigue impulsando ambiciosos proyectos de alcance mundial como The Belt and Road Initiative (Iniciativa para la Franja y la Ruta) .
Este 17 y 18 de octubre se estará llevando a cabo en Pekín el tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional ante mandatarios y personalidades de diferentes países, entre ellos Vladimir Putin.
De momento, concluimos que la República Popular de China va a continuar desplegando en el corto plazo una amplia actividad diplomática y comercial dentro de lo que se percibe como una reconfiguración del orden mundial en el que no cederá su preeminencia.
“Yahveh Sebaot, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra.”
(Isaías 37:16)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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