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    noviembre 17, 2024 | 7:56

    Problemas de salud mental, un “estigma” que aún persiste en América Latina

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    La OPS insta a buscar soluciones y eliminar el estigma y la discriminación contra las personas con problemas de salud mental, especialmente en países con menos recursos.

    Miami, EEUU (VOA) – Recientemente se celebró la 5ª Cumbre de Salud Mental en las Américas donde se abordó principalmente los problemas y desafíos que se deben afrontar en la región ante el auge de esta condición médica en la región.

    Una situación que, según advierten los expertos, empeoró durante la pandemia del COVID-19. En Estados Unidos, por ejemplo, el número de adultos que buscaron tratamiento para la salud mental experimentó un notable aumento, según un informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). En 2021, el 22 % de los adultos recibieron algún tipo de tratamiento, en comparación con el 19 % registrado en 2019.

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    “Durante el transcurso de la pandemia había tres veces más de probabilidades de ver personas afectadas”, explica el Dr. Gustavo Alva, miembro de la Junta Estadounidense de Psiquiatría y Neurología, durante una entrevista para la Voz de América.

    El Dr. Alva señala que la prolongada sensación de aislamiento fue un factor significativo que contribuyó al aumento de casos de depresión durante este período. Además, otras circunstancias como las graves consecuencias físicas y mentales del virus, la pérdida de seres queridos y la exacerbación de los síntomas de depresión en aquellos afectados por el COVID-19 también jugaron un papel crucial en este incremento.

    Políticas en la región

    Es por ello que desde la OPS instan a buscar soluciones, especialmente en los países con menos recursos, donde, según el organismo sanitario, continúa sigue habiendo “estigma” y “discriminación” contra las personas que padecen algún tipo de problema relacionado con la salud mental.

    “Debemos garantizar que todas las personas tengan acceso a servicios y atención de salud mental de calidad, basados en derechos humanos y libres de estigma y discriminación. Y el suicidio debe abordarse urgentemente”, decía el director de la OPS, Jarbas Barbosa, durante su intervención en la cumbre celebrada en Buenos Aires, Argentina.

    En ese sentido, también aclaró que ese objetivo “requiere de alianzas multisectoriales y un aumento de la inversión, pero también, y al ser una cuestión transversal a todos los sectores sanitarios y no sanitarios; debe integrarse en todas las políticas para reforzar eficazmente la promoción, prevención y atención de la salud mental”.

    En cuanto a la situación en las Américas, el máximo responsable de la OPS indicó que la región está “experimentando una enorme carga de años de vida ajustados por discapacidad debido a condiciones de salud mental, y es la única en el mundo donde la tasa de suicidios ha aumentado en las últimas dos décadas”.

    A esto se le suma que “muchas personas que viven con condiciones de salud mental, particularmente aquellas en situaciones de vulnerabilidad, carecen de acceso a la atención necesaria en sus comunidades y están sujetas a estigma, discriminación y marginación”. Ante esta situación, la región encaró una reforma con “la reorganización en muchos países de sus servicios de salud mental hacia la atención basada en la comunidad”.

    Al finalizar su exposición, el doctor Barbosa manifestó sus expectativas para la cumbre en la que surjan “debates productivos y recomendaciones concretas que pongan de relieve el camino a seguir y oportunidades nuevas y reforzadas de colaboración mundial en esta cuestión fundamental de salud y desarrollo”.

    Las secuelas de la pandemia

    Este aumento de casos durante la pandemia ha sido verdaderamente impactante, con datos que indican que los jóvenes están clamando por ayuda. Kathleen Ethier, directora de la división de salud de adolescentes y escolar de los CDC, enfatiza la necesidad de tomar medidas ante esta crisis que enfrentan los jóvenes.

    La pandemia dejó profundas secuelas en la salud mental de los adolescentes estadounidenses. Casi el 60 % de ellos reportaron sentir tristeza o desesperanza persistente, según los datos de los CDC.

    La violencia sexual, los pensamientos y comportamientos suicidas, así como otros problemas de salud mental, afectaron a adolescentes de diversas razas y orígenes étnicos, pero tuvieron un impacto aún mayor en las niñas y en jóvenes de la comunidad LGBTQ.

    “En 30 años de recopilación de datos similares, nunca habíamos visto este tipo de hallazgos devastadores y constantes. No hay duda de que los jóvenes nos están diciendo que están en crisis. Los datos realmente nos piden actuar”, dijo Kathleen Ethier, directora de la división de salud de adolescentes y escolar de los CDC en declaraciones recogidas por la agencia Associated Press.

    La depresión, la causa más común

    Los Institutos Nacionales de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) definen la depresión como un estado anímico que afecta la forma en que una persona se siente, piensa y se desenvuelve en su vida diaria.

    “Es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, raza, ingresos, cultura o nivel educativo”, indica el documento al que ha tenido acceso la .

    Hay que tener en cuenta que “la depresión puede ocurrir juntamente con otros trastornos mentales o enfermedades como diabetes, cáncer, enfermedad cardíaca o dolor crónico”, por lo que esta condición médica “puede empeorar estos problemas de salud y viceversa”.

    El NIMH identifica dos tipos de depresión: la depresión mayor, que implica síntomas severos presentes la mayor parte del tiempo durante al menos dos semanas, interfiriendo con la capacidad de hacer actividades cotidianas, y el trastorno depresivo persistente, que incluye síntomas menos intensos pero prolongados, extendiéndose por un período de al menos dos años.

    “Si alguien sufrió consecuencias graves por este virus, no solamente tuvo síntomas físicos, sino también síntomas mentales y eso acarrea problemas depresivos. También si hemos perdido a algún ser querido a causa de este virus, obviamente hay duelo y se agudiza la probabilidad de tener problemas con la depresión. Y, por último, es que las personas afectadas por el COVID-19 definitivamente también tuvieron una exacerbación o un mayor problema de los síntomas de depresión”, expone el médico, que también ha sido distinguido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría por su contribución en este campo.

    Hispanos y salud mental

    En el caso de la comunidad hispana en Estados Unidos, el Dr. Alva sugiere que el número de casos de depresión podría ser aún mayor debido al estigma social asociado a buscar ayuda de profesionales de salud mental.

    “El problema es que uno cuando ve a un psiquiatra piensa que es un médico que trata con locos, cuando no es así. Muchos piensan que ir a un psiquiatra es porque hay un problema muy grave, y es por eso que la gente no recibe la atención que debería de tener”, dice el médico.

    En su opinión, esos ejemplos se ven a menudo entre la comunidad hispana ya que “tiene una manera diferente de entender o tratar la salud mental” y “desafortunadamente no le ponen mucha atención e incluso, muchas veces, piensan que la persona exagera”.

    Ante eso, considera que se deben implementar mejores políticas para educar a la comunidad de la importancia del tratamiento de la salud mental.

    Un informe de la Universidad de Harvard publicado a mediados de 2021 señalaba que un 36 % de la población de Estados Unidos admitía sentirse sola.

    Esa sensación se experimentaba de forma más aguda en dos grupos específicos. Por un lado, en los adultos jóvenes. El 61 % de ellos, personas entre 15 y 18 años, admitían que se sentían solos “habitualmente”. El 43 % de ellos señaló que con la pandemia del coronavirus su soledad había incrementado.

    Por otro lado, se destacaba el grupo de las madres con hijos pequeños. Más de la mitad reconocían sufrir de soledad. Al preguntarles si esa sensación se había agravado con el coronavirus, el 47 % de ellas respondió afirmativamente.

    Con estos datos, los expertos aseguran que la soledad se ha convertido en la epidemia silenciosa del siglo XXI. La depresión y la ansiedad por la soledad se acentúan durante las fiestas de final de año, tal y como explica el psicólogo clínico Peter Ventre en declaraciones a la VOA.

    “El nivel de depresión aumenta cerca del 60 %”, dijo Ventre recordando que “eso siempre ha existido, pero debido al estigma y al pobre acceso a la salud mental” había pasado inadvertido para la sociedad en general.

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