Es hora de desempolvar aquel tablero guardado en el altillo, ya que es el momento de agradecerle a los juegos de mesa todas esas batallas ganadas contra el aburrimiento.
Los pasatiempos nos han amenizado muchas reuniones y eventos sociales, y su origen se remonta casi al mismo momento de nuestra autopercepción como especie. El motivo que nos lleva a pensar en ello es que los primeros ejemplos que se pueden citar aparecieron escritos en piedra. A continuación, os expondremos algunos de los juegos de mesa más antiguos de la historia, haciendo especial mención de sus características y reglas principales.
Empezaremos con el ajedrez. Su origen está rodeado de un aura de misterio, ya que es complicado establecer el marco geográfico e histórico en el que apareció. La versión más extendida entre la historiografía nos sitúa en la India, en el siglo VI. Es en un poema persa en el que se hace referencia al juego por vez primera, y con el paso de los años se ha convertido en un icono global. En su tablero encontramos figuras divididas en dos colores, el blanco y el negro, y su superficie simula un campo de batalla. Las figuras también conectan con el mundo militar, con peones, caballos, reyes y reinas. Para ganar es necesario capturar al rey rival, eliminándolo de la ecuación. Cada una de las piezas dispone de un movimiento limitado, y es aquí donde radica la exigencia, la estrategia y la metodología del ajedrez.
El segundo juego de nuestra lista es el póquer. Otro de los juegos que dispone de una larga trayectoria en su haber. Sus reglas, que pueden resultar sencillas a simple vista, esconden una cierta complejidad. Para ganar debemos acumular diversas combinaciones de cartas, que son bien conocidas por todo el mundo. El nombre de las jugadas también es muy famoso, como es el caso del full o la escalera de color. Sus normas aparecieron por escrito en la primera mitad del siglo XIX y se han mantenido inalterables con el paso de los años. Si tenemos una combinación mejor que la de nuestro rival, obtenemos la victoria.
Antes hemos hablado del ajedrez y de su estructura dividida en dos colores. Partiendo de un planteamiento cromático similar, nos topamos con el Dominó. Se cree que apareció en China hace más de mil años, en una dinastía conocida como Song. Derivó de los juegos de dados, que presentan una iconografía similar. Las fichas se diferencian por los puntos que presentan en su superficie, donde cada uno de ellos representa un número. Si sumamos la cantidad total de puntos negros, aparecerá una cifra determinada. En el avance de juego, debemos hacer coincidir ese número con el de nuestro rival, combinando así las diversas piezas y eliminándolas de nuestra mano. El dominó es también un juego globalmente conocido, pero que tuvo un origen local muy marcado. Su sencillez visual ayudó a su expansión, y su planteamiento sigue plenamente vigente, ya que todavía hoy se juega en todo el mundo.
Cerraremos nuestra lista con otro ejemplo muy popular, el Juego de la Oca. Su origen es también difuso, pero lo que sí es cierto es que da la vuelta al mundo desde hace al menos quinientos años. El motivo que sustenta esta afirmación es la existencia de un tablero conservado en el MOMA de Nueva York que data del siglo XVI. Sí, entre la amplísima oferta cultural y gastronómica de la ciudad también se sitúa un objeto tan curioso.
El juego presenta un mostrador con sesenta y tres casillas diferentes, por las que debemos avanzar hasta llegar a la posición final. Para ello, debemos utilizar un dado que nos marcará las posiciones que avanzamos. Se trata de un juego mucho más centrado en la aleatoriedad que en definir un método concreto para ganar. Es muy accesible y presenta varios dibujos que tienen un efecto directo en nuestra aventura. Por ejemplo, si caemos sobre la ficha de la Oca, podemos volver a tirar. Hay otra que nos elimina y nos devuelve directamente a la posición inicial, y otra que limita nuestro turno sin movernos. De oca a oca, y tiro porque me toca.
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