El primer episodio de la pugna por la silla del águila terminó con el penoso desplome del gobernador naranja de Nuevo León. Desde luego que la disputa por la mayoría de los 20,367 cargos de elección popular que se elegirán este año a lo largo del país continúa de manera análoga al arte teatral.
La concurrencia de las elecciones locales y federales hace que este año 2024 tenga para el teatro político de nuestro país un marcado sazón a lucha por el poder, al menos durante un poco más del primer semestre.
De hecho, el adelantado proceso de la sucesión presidencial ha venido colocando a algunos grupos y actores políticos en posiciones más o menos claras. Con el proceso electoral formal en curso, es inminente el “destape” de todas y todos los candidatos que faltan por develarse en todas las fuerzas o clanes políticos.
Los cambios a la legislación electoral a partir de la reforma de 2014, tuvieron a bien el empatar los comicios locales con los federales de acuerdo al término de cada periodo de gestión, propiciando que las elecciones se llevaran a cabo el mismo día y en el mismo lugar, ante una casilla electoral única según la sección electoral correspondiente a cada ciudadano.
A diferencia de las anteriores sucesiones presidenciales, en esta ocasión la nueva o nuevo primer mandatario, de conformidad con la Constitución, tomará posesión de su cargo en el mes de octubre de este año. Así que el actual presidente de México tendrá dos meses menos de gestión que sus antecesores en varias décadas.
Al haber tanto en juego; los clanes políticos se han agrupado para defender lo suyo, ganar territorio o recuperar parte de lo perdido.
El inquilino de Palacio Nacional prepara la mesa en la que espera celebrar el ascenso de su heredera, quien en octubre y solo en octubre de este año podrá, de ser el caso, tomar el mando real de la empresa teatral.
Acorde a su estilo, el ahora mandamás de la puesta en escena ha ensayado con transmitir el poder a través de un bastón de mando. Actuaciones que en el mejor de los casos revalora a nuestros pueblos indígenas; pero en tanto la banda presidencial no cruce el pecho del ganador de la elección, él seguirá autorizando los guiones a seguir.
Aunque las apuestas por el partido del presidente doblan a las que se hacen por la oposición, el reto de MORENA no es nada menor. Más allá de alzarse con la victoria, este movimiento político deberá trascender al liderazgo carismático de López Obrador.
El partido que hoy ocupa la primera magistratura del país y la mayoría de las gubernaturas de los Estados de la República ha orbitado desde siempre en torno a su fundador, el ahora presidente. El término de su sexenio implica que fuertes tensiones internas, hoy visibles, puedan desgarrar a su movimiento político.
Lo anterior tiene su razón en que mucho más que MORENA o cualquiera de sus precandidatos, es López Obrador quien arrastra las simpatías e intenciones de voto. Los dichos “bienintencionados” del presidente de que terminando su gestión se retira a su rancho en Palenque indican que su verdadera intención estaría un poco alejada de eso.
Sin embargo, no me uno a quienes afirman que el Peje prepara un nuevo Maximato. No se admite tal cosa en el teatro nacional y si de algo sabe Don Andrés Manuel es de las condicionantes del sistema político mexicano y de las consecuencias que experimentaron quienes pensaron en seguir influyendo de manera directa sobre el sistema después de su tiempo.
El aparentemente desmantelado clan naranja, esto en cuanto a su posibilidad desaprovechada hasta el momento de encabezar o de haber encabezado una candidatura competitiva con Ebrard, Zepeda o Colosio Riojas; se ha visto entrampado entre los anzuelos lanzados desde Palacio Nacional y el cálculo de su dirigente vitalicio que no desea perder ni una maceta de Movimiento Ciudadano, partido que él fundó.
El bloque opositor ha hecho cálculos y, de seguir un buen libreto, los números les dan para de inicio echar abajo el plan c del presidente, es decir, que el próximo gobierno federal, si es de MORENA, no logre una mayoría calificada en el congreso. De entrada, esto permitiría a la oposición acordar con el gobierno entrante y en consecuencia alejar las tentaciones transexenales de Palenque.
Aunado a lo anterior, luego de una buena dosis de intriga palaciega, los acomodos y reacomodos de las fichas de cada clan para ocupar los espacios de poder político y disfrutar sus mieles se estarán develando en los próximos días y semanas, si es que no comienza a hacérseles “bolas el engrudo”.
En tanto, los actores, muchos portando máscaras, se encuentran cada uno en sus respectivas mesas; unos coqueteándose y dejándose seducir, otros pisándose y pateándose por debajo de la mesa. La mayoría espera que su director de obra les otorgue un papel importante en la puesta de escena.
“No mora dentro de mi casa el agente de engaño; el que dice mentiras no persiste delante de mis ojos.”
(Salmos 101:7)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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