Actualmente, la noción del servicio parece haberse vuelto un terreno minado, donde cada paso puede desencadenar críticas y juicios. La frase de la Madre Teresa de Calcuta, “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, resuena en un contexto donde el acto de servir, especialmente en el ámbito familiar, se encuentra en una encrucijada.
La decisión de muchas mujeres de quedarse en casa para cuidar de su familia, ya sea por elección propia o por acuerdo mutuo con su pareja, es cuestionada y atacada por otras mujeres que ven esta elección como una renuncia a su independencia y autonomía. Sin embargo, es fundamental reconocer que dedicarse al cuidado del hogar y la familia no es una señal de debilidad o sumisión, sino una manifestación legítima de amor y compromiso.
En la sociedad actual, existe una constante lucha de géneros que parece haber desviado la atención de lo más fundamental: el amor, el respeto y el servicio hacia los más vulnerables, especialmente los niños. Se ha creado un ambiente donde realizar tareas cotidianas como cocinar, cuidar de los hijos o atender las necesidades de la familia se percibe como una debilidad o un retroceso en lugar de ser valorado como un acto de cuidado y dedicación.
La violencia que se vive en la actualidad, especialmente entre los jóvenes, tiene sus raíces en la falta de atención y tiempo por parte de los padres. En medio de debates sobre roles de género y responsabilidades familiares, las nuevas generaciones quedan en un limbo, sin el apoyo y la guía necesarios para desarrollarse de manera saludable.
Es esencial reconocer que el cambio comienza en el hogar y en la forma en que nos relacionamos unos con otros. La convivencia cordial entre géneros y la aceptación mutua de nuestra interdependencia son pilares fundamentales para construir una sociedad más equitativa y respetuosa.
Con la proximidad del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, los ataques entre mujeres parecen intensificarse, poniendo en tela de juicio la sororidad y el apoyo femenino. Es imposible avanzar hacia objetivos comunes cuando no podemos respetar las decisiones y elecciones de cada individuo.
Es necesario recordar que todas las mujeres, ya sea que trabajen fuera de casa o se dediquen al cuidado del hogar, están contribuyendo al mismo objetivo: construir un mundo mejor para las futuras generaciones y para sí mismas. Criticar y burlarse de quienes eligen una vida distinta solo perpetúa divisiones y desconfianza entre nosotras.
El respeto mutuo y la tolerancia hacia las elecciones de vida de cada individuo son fundamentales para construir una sociedad más inclusiva y equitativa. Es hora de dejar de lado las críticas y los juicios, y trabajar juntas en pos de un futuro donde todas las personas sean valoradas y respetadas por igual.
Verena González
Lic. en Ciencias de la Comunicación