Hace unos días la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), dio a conocer su agenda por la paz, mediante un documento que dice lo que se necesita, pero difícil de poner en marcha. La iglesia católica, tiene un negra historia en nuestro país en donde muchas veces su injerencia vulnera la laicidad que la Constitución exige, sin embargo hay que reconocer que más allá de sus graves pecados históricos, los sacerdotes son en muchos lugares del país los más cercanos a la gente, ellos tienen muchas veces los dispensarios que atienden la salud de los parroquianos, también llegan a ser los maestros del pueblo, son el consuelo y el consejo espiritual para sus feligreses, son queridos y respetados por mucha gente, entre los que está la delincuencia organizada y es por ello que gozan de la confianza y respeto de los criminales, lo que les ha permitido negociar con ellos, ser interlocutores, pero sobretodo conocer a fondo la problemática y reconocer las posibilidades de cambiar nuestra insoportable situación. Aquí mi opinión sobre cada tema.
Proponen apoyar a las víctimas de la violencia y, aunque es justo necesitaríamos además de muchos recursos económicos, un ennorme grupo de psicólogos que repartidos por toda la nación traten los inmensos y lastimosos traumas que la violencia genera.
Buscan espacios de diálogo interinstitucional para la construcción de paz, pero, ¿con que instituciones? ¿Buscan ellos seguir protagonizando la escena política?
Quieren también promover procesos de salud mental en las familias y comunidades para atender la secuelas de la violencia, ya lo comenté anteriormente.
Pretenden promover en las escuelas, una educación para la paz y ambientes que ayuden a una mejor convivencia social. El civismo ayudaría mucho, las ecuelas deben ofrecer valores morales, pero no religiosos.
Promover actividades para recuperar el espacio público como lugar de encuentro social. La buena arquitectura, el deporte, los parques, biblioitecas etcétera, mucho ayudarían pero, ¿ de donde sacar los recursos? En este gobierno la cultura ha sido excluída como política pública.
Fortalecer la cultura de la hospitalidad con los migrantes, refugiados y desplazados. Este es un tema humanista, que tiene muchas aristas y no está promoviendo una cultura de legalidad.
Buscan impulsar programas de prevención y atención de las adicciones. Me parece muy bien, ¿quien lo hará? Nuestro sistema de salud es casi inexistente en las zonas alejadas de las ciudades.
Proponen también, promover la participación ciudadana en el diseño e implementación de las políticas de seguridad. Esto es casi imposible, casi todas esas pseudo organizaciones de la sociedad civil, se dedicaban a vender estudios a modo a los gobiernos en sus tres niveles, por ello es que AMLO, no quiso seguir con este modelo que se convirtió en un negocio disfrazado.
Pidieron promover la justicia, restaurativa, mediación y resolución positiva de conflictos. En las familias, las escuelas, las iglesias, las comunidades y el trabajo. Esto nuevamente es una buena idea, pero mientras no tengamos por lo menos 65 jueces por cada 100,000 habitantes en lugar de menos del 2.5%, no podrá haber justicia.
Solicitaron impulsar instituciones, procedimientos y acciones que garanticen la transparencia y rendición de cuentas de las autoridades. Tienen en razón, solo que mientras este gobierno “represor” metió al ejercito de policía, aunque le pidió no actuar en contra de la criminalidad, sino abrazarlos, ya ni las comisiones de derecho humanos tienen trabajo.
Creo firmemente en las buenas intenciones del clero católico, pero lo que de verdad necesitamos para que esas buenas intenciones se hagan realidad, es voluntad política y esta empieza por reconocer la dramática realidad en la que vivimos, y los gobiernos no aceptan su rotundo fracaso. En este rubro, aunque los mexicanos lo reprobemos categóricamente.
Para poner orden en el caos, ser necesitan estadístas y no politiquillos, más procupados por su imagen que por su pueblo, perocupados por las siguientes elecciones, más que por las próximas generaciones.
Fernando Schütte Elguero
Empresario inmobiliario, maestro, escritor, y activista en seguridad pública. Destacado en desarrollo de infraestructura y literatura.
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