Un promedio de 3 o 4 personas son asesinadas diariamente en nuestra frontera, cada mes un mínimo de 90 familias están de luto y cada año la cifra incrementa.
Las causas de sus muertes son variadas y por su puesto dignas de esclarecer además de sumamente significativas para sus familias y amigos, pero las consecuencias lo son por igual. Afrontar la perdida de un familiar es un proceso doloroso y largo, pero enfrentar la ausencia de un ser querido al que le fue arrebatada la vida violentamente, es una herida profunda que permea hasta lo más hondo del corazón del corazón humano.
La muerte de un ser amado no se supera jamás, pero una muerte improvisada, violenta y cruel termina matando familias enteras.
Dice Rosa Montero en su libro “la ridícula idea de no volverte a ver” que el verdadero dolor es indecible. Que cuando algo duele tanto el código humano de las palabras, los gestos y los gritos no son suficientes. Y si a este dolor le sumamos un puñado de impunidad, le añadimos la ira, el miedo y la culpa, preparamos un cultivo de afectaciones psicoemocionales que c detienen el desarrollo armónico de las personas paralizándolas por meses incluso por años.
La historia de la humanidad está llena de ejemplos resilientes donde sociedades completamente devastadas por la guerra y la muerte han afrontado y transformado su realidad para salir adelante, para vivir felices a pesar de la pena y el dolor.
“Polonia fue traicionada por su propio rey vendida y divida en tres estados durante 123 años. Ha sufrido, invasiones, masacres, destrucciones casi completas y se ha reconstruido de la nada” (Catalunya Plural).
Decir de la nada es muy aventurado, quizás el dicho sea por su limitados recursos una vez pasada la catástrofe, pero nadie ni nada crece de la nada, toda creación y reconstrucción social proviene de un deseo humano ferviente de “volver a vivir” “de vivir mejor” y de “ vivir más”.
Después de la segunda guerra mundial, los japones llamaron a su proceso de reconstrucción: El camino hacia la paz, sin yacimientos mineros, petróleo y con menos del 11% de sus tierras cultivables los japoneses supieron aprovechar un capital aún mas importante: el Humano.
La determinación de estas sociedades para sanar sus heridas nos muestra que después del dolor se puede encontrar senderos prósperos.
Los juarenses no somos polacos ni japoneses, pero también hemos tenido nuestros momentos de devastación y ciertamente hemos salido adelante. Sin embargo, llevamos décadas siendo estigmatizados por la violencia y la impunidad. Permanece el daño y las heridas no sanan.
Observo una ciudad inmersa en un tipo desesperanza en donde nos hemos acostumbrado a ver pasar la muerte, soportar la violencia y normalizar la injusticia.
La tanatóloga juarense Silvia Torres nos explicaba que para el familiar que ha perdido violentamente a alguien ¿el cómo y el porqué de su muerte? Son una tormentosa idea que se ahonda con la mirada juzgadora y critica de los cibernautas que a través de las redes sociales opinan sin respeto y hasta se mofa de la muerte y del dolor ajeno.
Me resisto a soportar esto, a que seamos pasivos ante el dolor humano y dejemos pasar la maravillosa oportunidad que tenemos de reconstruirnos a partir de los daños y las heridas.
Trazar Un Camino de Reconciliación Social es urgente, un pacto en el que afrontemos que hay muertes y que no son esclarecidas, que hay violencia y que hay más victimas que las que han quedado sepultadas, que lo reconozcamos y lo visibilicemos sin tapujos y a partir de ahí plantear una estrategia.
Pero no una de esas estrategias de seguridad fallida, una estrategia que le dé un Sentido de Existencia a nuestra sociedad y nos encamine a todos al Juárez que queremos ver, que le dé valor al capital humano que poseemos y se enfoque a perseguir la paz que pareciera ser nos hemos resignado a perder, una estrategia que considere que no solo es importante disminuir los números de homicidios sino reconocer y atender los daños colaterales que estos dejan.
Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.