“Hay que tener paciencia, corazón caliente, cabeza fría, hay que esperar a la encuesta y lo que establece el partido”
Claudia Sheinbaum declaraciones durante la precampaña
Al momento de publicar estas líneas, faltan cinco días para la elección más grande en la historia de nuestro país, y a menos que ocurra una catástrofe de esas de tamaño inconmensurable, ya se sabe que la doctora Claudia Sheinbaum será la ganadora. La única duda que hay hasta este momento es, ¿cuántos votos de diferencia habrá entre el primero y segundo lugar? Eso lo sabremos el dos de junio; por el momento puedo decirles que mi voto será uno de esos que abone a la victoria de Claudia.
Pero, ¿qué me motiva a hacerlo? Son varias las razones, pero primero empezaré analizando porque no puedo votar por la señora X, si ella, a fin de cuentas, también es abanderada del PRD, partido en el que milité desde su fundación, y hasta mediados de primera década del 2000.
En este caso, no hay mucho que decir, el PRD, fue hasta esa primera década del 2000, la organización de izquierda mexicana más exitosa desde el fin de la etapa armada de la Revolución Mexicana. El PRD logró lo que much@s mexican@s habíamos soñado por largas décadas, alcanzar el poder por la vía pacifica, para poder impulsar políticas progresistas.
Ojo, no caer en la visión maniquea de la derecha en general, o del PRIAN en particular, que quiere hacernos creer que izquierda o progresismo equivale a comunismo. “Si tienes dos casas, los de la izquierda te van a quitar una, para dársela a quien no tenga” dicen a diestra y siniestra para confundir a la gente sobre la verdad que hay detrás las de las políticas de izquierda o progresistas.
Eso promulgaba y eso persiguió el PRD, hasta que los llamados “Chuchos”, Jesús Ortega y Jesús Zambrano se hicieron con la dirección del partido y decidieron engancharlo al carro del neoliberalismo sumándose al “Pacto por México” durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
En ese momento, el partido se fracturó en dos corrientes, una, muy grande que siguió a López Obrador y terminó convirtiéndose en Morena; es muy ecléctica, cierto, pero su eje rector es la ideología de izquierda. La otra corriente, pequeña, elitista, burocrática, y francamente contraria a las raíces que dieron forma al PRD, termino sumada sin pudor al neoliberalismo.
Esta corriente, ya muy disminuida, que ya no tiene dada que ver con la izquierda, es la que apoya a la señora X. A eso sumémosle las limitaciones intelectuales, la egolatría y la mitomanía y la vulgaridad de la candidata, simplemente no se puede votar por ella.
La otra opción seria Movimiento Ciudadano, partido que, en sus documentos básicos, y en su plataforma electoral se presenta como partido Social Demócrata. Entonces, ¿porque no votar por Álvarez Máynez? El problema con MC, esta en sus candidatos, son cualquier cosa menos Socialdemócratas.
Su fundador Dante Delgado Ranauro, estuvo preso por sus pillerías cuando fue gobernador de Veracruz, y su figura más destacada, Samuel García, actual gobernador de Nuevo León, tiene como mayor mérito -aparte de ser hijo de papi- ser youtuber.
Esto último no tendría nada de malo si en ese espacio impulsara una agenda social progresista, pero no, lo suyo son las banalidades como la moda “Fosfo, fosfo” cuyo único significado esta en unos tenis de lujo de color anaranjado que difícilmente van a estar al alcance de un niño otomí como el que sale en sus anuncios.
Pero que estos dos candidatos tengan poca viabilidad, o seriedad en el caso de la señora X, no son razón suficiente para votar por la doctora. Que Claudia sea una mujer preparada en términos académicos, tampoco es razón suficiente; Salinas, Zedillo, y muchos de su camarilla tenían maestrías y doctorados en Harvard, Yale y otras universidades de prestigio, ¿y eso sirvió para tener un mejor país? Claro que no, aunque a ellos si les sirvió para hincharse de billetes.
Lo que le da una cualidad única, que es algo inédito en un candidato con altas probabilidades de éxito, es su militancia de izquierda: Claudia Sheinbaum será la primera presidenta de la República que provenga de la izquierda independiente, más aún, ella será la primera presidenta que no ha militado en alguno de los tres partidos que se han disputado el poder en las últimas décadas.
López Obrador, fue el primer presidente con ideas políticas progresistas o de izquierda desde mi general Lázaro Cárdenas, pero su militancia inicial la tuvo en el PRI, de donde abrevó de eso que Jorge Castañeda ha llamado la izquierda de la Revolución Mexicana, pero Claudia no, ni siquiera tuvo militancia formal en el PRD, que también tenía su base ideológica en esa misma filosofía. La Doctora Sheinbaum desarrolló su ideología en las luchas estudiantiles populares y en pro de la ecología, rama en la que especializo su Doctorado.
No podemos saber con certeza absoluta como ha de gobernar el país, pero podemos darnos una idea al evaluar el ejercicio de gobierno que tuvo en la Ciudad de México. Empezando por reconocer su honestidad y eficacia para después citar algunos de sus logros: los programas de apoyo a mujeres, las nuevas Universidades para estudiantes de bajos recursos, los programas de movilidad, pero sobre todo la política de Seguridad Publica.
Personalmente veo que el talón de Aquiles, el área donde la 4T más quedó a deber fue precisamente en ese rubro, y ahí la Doctora Sheinbaum también tuvo buenos resultados logrando que los habitantes de la CDMX se sintieran seguros.
No será sencillo, los poderes fácticos, la Oligarquía, los partidos políticos tradicionales y los medios de comunicación masivos van a estar constantemente saboteando su desempeño. Minimizaran los éxitos, y magnificaran cualquier desacierto, pero tengo mucha confianza en que ella tendrá igual o mejor desempeño que López Obrador. Al tiempo.
Es cuanto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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