Un poco después de las 2 de la tarde del día 6 de junio concluyó a nivel nacional el cómputo de las actas de la elección de Presidente de la República. La Ciudad de México retrasó dramáticamente desde las 8:00 de la mañana el final de un triunfo anunciado. Poco a poco se acercaba a la meta del 100% la captura de las actas que nos decían que había una ventaja irreversible entre la candidata puntera Claudia Sheinbaum Pardo y quien quedó en segundo lugar Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz.
Más allá del dos a uno en la elección presidencial, también se mandó un mensaje de recomposición del poder, con excepción de Aguascalientes que fue ganado por la coalición PAN – PRI – PRD por una diferencia mínima de tres puntos porcentuales, el resto de los estados fueron ganados por la coalición MORENA – PT – PVEM.
El mapa electoral se pintó entonces de guinda en dicha elección.
Claudia Sheinbaum Pardo obtuvo 35,923,969 votos, mientras que Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz se quedó en un segundo lugar con 16,502,458 votos. En un lejísimo tercer lugar Jorge Álvarez Máynez con 6,204,518 votos. Tuvimos un proceso con una participación del 61.04% de ciudadanos y nos dice en primera instancia que no hubo un alto nivel de competitividad, que no hubo convencimiento de parte de la coalición PAN – PRI – PRD. La derrota la va a cargar Xóchilt Gálvez, pero también los partidos de la oposición.
La evaluación del triunfo y la derrota debe ser de autocrítica, qué se hizo bien y qué se dejó de hacer para que el resultado fuera tan contundente en el plano nacional, aunque en las regiones el comportamiento fue muy diferente. Algunos estados de la república mexicana tuvieron diferentes escenarios, la ventaja se puede leer de la siguiente manera: estados con un dos a uno en proporción (Baja California Sur y Michoacán); otros estados con una proporción de tres (Hidalgo y Baja California) o cuatro a uno (Campeche); finalmente otros estados que mantuvieron una proporción de casi cinco (Chiapas y Oaxaca), y hasta un ocho a uno (Tabasco).
En síntesis, el mapa guinda con el que se pintó el país tiene diferentes tonalidades y un estado azul que marca la diferencia.
Existe un universo con diferentes tonalidades donde hablaron los electores, las actas dejaron constancia y como en una democracia se dice que se gana o se pierde por un voto, hoy una gran mayoría habló y pues hay una virtual presidente electa que deberá esperar semanas para que los tribunales electorales le entreguen su constancia que la acredite como presidenta electa y pueda tomar posesión.
El voto retrospectivo explica el fenómeno de la votación obtenida y el resultado electoral. Un gobierno mal evaluado complica la elección al candidato oficial, mientras que un gobierno bien evaluado es respaldado con un voto a favor del partido en el poder.
En este caso no hubo un voto de castigo en contra de Andrés Manuel López Obrador, al contrario, hubo un voto a su partido.
Puede que no nos agrade el resultado electoral, pero se ha tornado ya una recomposición del nuevo sistema político mexicano a través de la vía pacífica. En ese sentido, la democracia mexicana ha permitido la segunda victoria a un partido que participa en su segunda elección presidencial, lleva dos de dos. Si comete errores, en el 2024 la ciudadanía le va a cobrar factura, lo vimos en 2000 – 2012.
Eduardo Borunda
Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte. Máster en Administración y Licenciatura en Administración Pública y Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ex Consejero Presidente de la Asamblea Municipal Juárez del Instituto Estatal Electoral, Ex Consejero Electoral para el IFE y IEE.
Actualmente Profesor de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UACH, institución de la que fue director del 2005 al 2010.
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