Los resultados del pasado 02 de junio han dejado varias lecciones, una de ellas es que los partidos tradicionales de oposición no lograron, no quisieron o no le brindaron la importancia suficiente al tema de la democracia interna.
Pues bien, PRI -PAN-PRD, el bloque de partidos políticos que de acuerdo a los resultados de las elecciones intermedias de 2021 podían hacer frente a la maquinaria de MORENA en este 2024, fallaron como opción de cambio para las mayorías.
Varios factores contribuyeron a esto, pero podemos empezar por la evidente falta de democracia interna de los partidos políticos tradicionales. Uno de ellos, el PRD, cuyo lema “Democracia Ya, Patria para todos” hace muchos años que quedó en eso, un lema, un eslogan, nada más.
Lastimosa es la realidad del PRD que perderá el registro a nivel federal. Grande fue la contribución de este partido a la democratización del sistema político mexicano, que terminó vencido a sus tribus y vaciado de simpatías cuando uno de sus líderes, López Obrador, llamó a formar el Movimiento de Regeneración Nacional.
Luego de que el PRD alegara fraude en las elecciones del 2006, un grupo político conocido como “los chuchos” se hace del control del partido. De allí el PRD vuelve a postular a López Obrador en 2012 logrando de nuevo el segundo lugar y reteniendo la Ciudad de México.
Luego de que “los chuchos” en la práctica se habían alineado al gobierno de Felipe Calderón, el ahora presidente de México ya había ideado la estructuración de un nuevo partido político, lo que hoy es MORENA.
El PRD en términos llanos se convirtió en un cascarón usufructuado por un grupo, incapaz de generar una oferta política atractiva para el espectro de votantes de izquierda, que cometió el error de firmar en el 2013 el Pacto por México con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
El PRI se encamina, a como van las cosas, a eventualmente pasar por lo mismo que el PRD. Ya MORENA ha jalado a muchos, muchos cuadros priistas de todo rango, desde presidentes seccionales hasta gobernadores.
Y esque el PRI descuidó, aún más que durante su época hegemónica, su lema histórico: “Democracia oi Justicia Social”. La democratización interna del PRI quedó en una asignatura pendiente, en una aspiración de las bases nunca satisfecha.
Muchas veces bajo el sofisma de la unidad partidaria se justificaron imposiciones de candidatos que en el mejor de los casos perdieron elecciones, otras veces desprestigiaron al priismo cuando en el gobierno o en el legislativo terminaban repudiados por la ciudadanía.
La soberbia en su momento llevó al PRI a la debacle, la última derrota a nivel federal es solo uno de los últimos coletazos del abandono de mucha de la militancia que trabajaba permanentemente para que esté partido ganara elecciones. El PRI no cambió y por eso lo cambiaron.
El partido tradicionalmente democrático, el PAN, tiene sus propios desafíos. Para muchos se ha convertido (esperemos y no), desde hace tiempo, en una organización “padronera”, donde los tiempos de dar la batalla por la “victoria cultural” habrían quedado atrás.
Vemos que la mística panista faltó para dar sentido a una lucha que garantizara en estas elecciones los equilibrios en el sistema político a través de la representación efectiva y suficiente de los sectores que no comulgan con lo que el partido en el poder llama “la cuarta transformación”.
La simbiosis del PAN con el PRI bajo los auspicios de una parte, (que no mayoritaria) de la élite económica del país, tal parece que no atinó a descifrar el mensaje de la sociedad mexicana: Nos fallaron en su momento, demuestren que merecen otra oportunidad.
El bloque opositor decidió una ruta nada diferente a otras campañas, con procesos de selección de candidatos privados de esencia democrática real, la ciudadanía no percibió que lo que ofrecían era mejor a lo resultante de las “encuestas de selección” de MORENA.
Recordemos solamente la forma en que “bajaron” de la contienda a la precandidata presidencial Beatriz Paredes. Siguiendo el guión de Palacio Nacional (paradójicamente), se optó por la aspirante que mejor se adecuara a la mercadotecnia comercial.
Imaginamos que los notables que tomaban dichas decisiones pensaron en la campaña de Vicente Fox en el año 2000, idea válida que pudo enriquecerse con una auténtica consulta a la ciudadanía. El oficialismo acabó mejorando sus números respecto a la elección del 2018.
En la profunda reflexión que deben llevar a cabo el PRI y el PAN, sería bueno, ojalá se les ocurra, que se partiera de la siguiente premisa: Nadie puede dar lo que no tiene.
“Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.”
(Mateo 7:5)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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