Pongamos todo en perspectiva.
En la fiesta y esplendor de la Guelaguetza, ese momento que cada año nos permite admirar la riqueza cultural de Oaxaca, ha vuelto una joya olvidada: el Bani Stui Gulal, luego de 14 años de ausencia, este evento ha regresado al Auditorio Guelaguetza, trayendo consigo no solo una muestra artística impresionante, sino también un espacio para la reflexión profunda sobre nuestra identidad y nuestra historia.
Para aquellos que no están familiarizados, el Bani Stui Gulal es una representación teatral que representa las distintas fases que ha atravesado el estado de Oaxaca, tomando especial énfasis en el desarrollo de la Guelaguetza. Esta puesta en escena es una ventana a nuestro pasado, una narración vívida que rescata tradiciones y modos de vida que, de otro modo, podrían perderse en el tiempo. Aunque muchas y muchos han pasado por alto este evento, lo cierto es que puede ser considerado como un acto de resistencia cultural, un recordatorio de la diversidad y la riqueza que caracteriza a nuestro estado.
Ciertamente en un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso, donde la modernidad y la globalización a menudo amenazan con borrar lo local y lo tradicional, el Bani Stui Gulal ofrece un respiro, nos invita a detenernos y reflexionar sobre de dónde venimos y hacia dónde vamos.
No es simplemente una mirada nostálgica al pasado, sino una herramienta para entender el presente y proyectar el futuro, en tiempos donde la inmediatez y la superficialidad parecen dominar nuestras vidas, reencontrarnos con nuestras raíces se convierte en un acto de rebeldía y, a la vez, de humildad.
El Bani Stui Gulal nos recuerda la importancia de la memoria histórica ya que no solo hay momentos de alegría y celebración, sino también de lucha y resistencia, nos muestra que el pasado no es un lugar estático, sino un terreno en constante reinterpretación y reaprendizaje. Es crucial, en este sentido, volver la mirada hacia atrás, no para quedarnos atrapados en la nostalgia, sino para entender el camino recorrido y los desafíos que nos esperan.
Es un ejercicio de humildad reconocer que no somos las primeras generaciones en enfrentar retos y adversidades, ya que las culturas que nos precedieron enfrentaron desafíos monumentales y encontraron maneras de sobrellevarlos, ser resiliente no es una moda actual, literalmente es un estilo de vida. Reconectar con nuestras raíces a través de eventos como el Bani Stui Gulal, nos empodera para enfrentar nuestros propios desafíos con sabiduría y perspectiva, o al menos sabiendo, que siempre habrá otro día.
El regreso del Bani Stui Gulal en el marco de la Guelaguetza no es solo un evento cultural, es un llamado a la introspección y al diálogo intergeneracional, es una oportunidad para que los jóvenes reconozcan el valor de su herencia cultural y para que los mayores compartan su sabiduría acumulada, es, en última instancia, una celebración de la diversidad y la resistencia de los pueblos indígenas de Oaxaca.
Mientras la Guelaguetza se apodera del espíritu de las y los oaxaqueños, de visitantes de todos puntos del globo, es tiempo para que disfrutemos de su colorido y vitalidad, sin embargo, tomemos en cuenta también que es necesario reflexionar y reconectar con nuestras raíces a través de eventos como el Bani Stui Gulal, porque, al fin y al cabo, comprender nuestro pasado es la clave para construir un futuro más consciente y comprometido.
Carlos Villalobos
Opinólogo por convicción, fotografo de conciertos, entrevistador y maestro digital. Coordinador de "El Garage Istmeño". Originario de Oaxaca, Oax.