Dieciséis escritores mexicanos dedicaron textos al ídolo de la música tropical, considerado también uno de los fundadores del género grupero. Rigo tenía multitudes de admiradores que acudían a dondequiera que se presentara, pero en vida nunca se le relacionó con escritores considerados cultos, por lo que abordar la figura de este músico multifacético implicó romper ese tabú.
“Desgraciadamente hay muchos escritores que todavía son reticentes a este tipo de temas, que tachan fácilmente un fenómeno popular como algo vulgar o algo frívolo o, peor aún, algo pobre”, dijo el martes a The Associated Press Eduardo de Gortari, quien colaboró en la edición con su poema “Lamento de amor// Rigo Tovar//” basado en la melancólica cumbia “Lamento de amor” original de Rigo. “Creo que, desgraciadamente, este libro es también para combatir un poco de esta percepción de la cultura popular y digo desgraciadamente porque me sorprende mucho que aún exista”, agregó.
Élmer Mendoza, Daniela Tarazona, Lizzy Cantú, Betto Arcos, Juan Carlos Bautista y Yuri Herrera son otros de los autores que participaron en “Rigo es amor, una rocola de dieciséis voces” (Tusquets Editores), una colección de ensayos, cuentos y recuerdos sobre Rigo.
De Gortari, quien fue convocado por la coordinadora Cristina Rivera Garza por su trabajo en el poemario inspirado en estrellas de rock “La radio en el pecho”, recordó su vida en el puerto de Veracruz al escribir.
“Es muy difícil vivir en Veracruz y no escuchar en algún momento la música de Rigo Tovar”, dijo. “La ciudad tiene un soundtrack (banda sonora) muy específico y parte de él es Rigo Tovar”, agregó el autor de 24 años, quien plasma la llegada de un “norte” o viento huracanado destrozando la ciudad al tiempo que una chica destruye el corazón de un muchacho en una atmósfera como la de “Lamento de Amor”, que en palabras del poeta es “una cumbre de la desesperación mexicana”.
“La vida de Rigo Tovar es difícil y muy difícil no relacionarla con lo que escribió, más allá del drama final de su vida de quedarse ciego, es el drama de haber sido mojado (inmigrante sin autorización para entrar en Estados Unidos)… o las cosas más extrañas como haber grabado un disco en Inglaterra, esos gestos rarísimos de rockstar que sólo serían esperables de Bob Dylan o de Tom Waits”, señaló De Gortario sobre el disco de Rigo “Dos tardes de mi vida”, grabado en el mismísimo estudio de los Beatles, Abbey Road, cuando Rigo viajó a Europa en busca de una cura para la retinitis que le estaba quitando la vista.
Rigoberto Tovar García nació en Matamoros, México, en 1946, hijo de padre mexicano y madre texana. Antes de dedicarse a ser músico fue carpintero, albañil, obrero y mesero y estuvo de forma ilegal en Estados Unidos. Fue en uno de sus trabajos donde comenzó a cantar en un bar para entretener a los clientes y así comenzó su carrera artística.
Rigo Tovar y su banda Costa Azul alcanzaron la cima de su fama en la década de 1970 con canciones como “La sirenita” y “Matamoros querido”, con una música que mezclaba ritmos tropicales con rock y cumbia. Además de su inconfundible música, Rigo era famoso por su larga melena, su ropa extravagante, más adecuada para un rockero o artista pop, y por usar lentes obscuros en sus presentaciones (más tarde se sabría que era por sus problemas con la vista). Alguna vez fue definido por un locutor con la máxima de “Rigo es amor”, frase que sería inseparable al músico.
Al morir en el 2005, su carrera estaba detenida y su salud estaba mucho peor: además de haber perdido la vista era diabético y padecía vitiligo. Pero el drama no terminó con su fallecimiento por un paro cardiorrespiratorio; su esposa e hijos comenzaron a pelear con otras mujeres que afirmaban tener hijos del cantante.
“Yo no viví ese Rigo de multitudes donde era famoso sino más bien a mí ya me tocó esta etapa trágica de Rigo ya después de su ceguera, cuando ya era pobre, cuando su música sonaba como reverberaciones en la radio, en las calles y en las fiestas”, dijo en entrevista telefónica Carlos del Castillo, quien colaboró en el libro con “Popurrí malogro”, una narración estructurada como una obra de teatro con tonos melancólicos y obsesivos.
“Creo que Rigo va más allá de una cabellera larga, de sus lentes, va más allá de `La sirenita’ de su Matamoros, va más allá de su guapura, mucha gente conoce este lado cómico de Rigo pero a mí me gusta mucho también su contraparte, esta parte trágica. Ese Rigo amoroso no se puede entender sin el Rigo trágico y creo que también es muy disfrutable escuchar una cumbia triste”, señaló el autor de 24 años, originario de Tampico, Tamaulipas, el mismo estado donde nació Rigo.
AP
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