Si hay una herencia más dañina para las mujeres que la del apuesto príncipe azul en cada cuento de hadas, es la bendita idea de “fueron felices para siempre”. Construir una base ideológica donde la vida es una búsqueda de perfección que incluye belleza, estatus social, solvencia económica y un amor incondicional a la medida, como garantía de una felicidad permanente, es una ilusión infantil de la cual cuesta despertar.
No existe nada para siempre… o casi nada.
Hace algunos días, a raíz del caso de Gisèle Pelicot, una mujer francesa de 72 años que denunció a su marido y a más de 50 hombres por haberla violado mientras permanecía drogada, revisé nuestras propias heridas. Gisèle ha enfrentado en un juicio abierto a sus agresores y a una parte de la sociedad que la juzga por exhibicionista, murmurando entre dientes un “¿ya para qué?” o el conocido “¿por qué hasta ahora?”. Cada día acude al juicio pulcra, elegante, brillante y con la frente en alto.
Por ello, para muchos se ha convertido en un ícono de valentía y entereza. Es admirada por cambiar la imagen de “mujer víctima derrotada” a una mujer digna que, con su actuar, demuestra que “la vergüenza debe cambiar de bando”. Gisèle ha sacudido los juzgados y, manteniéndose firme, evidencia la urgencia de “reinvertir la responsabilidad social en lugar de transformar a las víctimas en culpables”. Ella sigue su lucha al otro lado del mundo, pero de este lado tenemos nuestro propio cuento.
En México, las denuncias por violencia sexual aumentaron un 184% en 9 años (2015-2023). De las 279,098 carpetas de investigación abiertas por violencia sexual —que incluye delitos como abuso, acoso, hostigamiento y violación— del 2015 al 2021, solo 5,274 resultaron en una sentencia condenatoria, es decir, apenas el 1.89%.
Durante el 2023, cada día se abrieron 98 carpetas por acoso, 37 por abuso, 9 por hostigamiento y 62 por violación. En total, se iniciaron 89,523 carpetas de investigación por delitos sexuales, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Pero si estas cifras no le causan espanto, puede que al saber que solo 10 de cada 100 casos son denunciados en este país y que de esos solo al 69% se les inicia una carpeta de investigación… entonces, la indolencia nos ha conquistado.
El cuento de la violencia sexual en nuestro país no solo no ha llegado a un final feliz, sino que las pesadillas para miles de mujeres se agravan y permanecen. El caso de Nicole ha estremecido a muchos, pero los que vemos todos los días nos resultan indiferentes.
Nos hemos acostumbrado a la leyenda urbana donde no pasa nada si no denuncias, y lo que es peor, tampoco pasa nada si lo haces. Las víctimas —mujeres y hombres— son mal atendidas por los funcionarios que reciben su denuncia o son manipuladas para que mejor no denuncien. Como a Bertha, quien hace algunos días fue a la Fiscalía decidida a denunciar a su expareja, pero “le aconsejaron que lo pensara bien, pues ya no le iba a poder dar pensión y que el alimento para los hijos era primero”.
En este país y, evidentemente, en esta ciudad, la realidad supera la ficción, pero a nadie parece sacudir. Las hadas no se asoman por ningún lado para cambiar la suerte de quienes tuvieron la desdicha de nacer en el lugar equivocado, estar donde no debían, con la vestimenta inapropiada, o al menos para lanzar unos polvos mágicos y viralizar su caso de acoso, violación o muerte, para que todos presten atención siquiera unos días a lo que se ha llamado una epidemia de delitos sexuales.
Los malvados agresores siguen siendo la norma… nadando en el mar de impunidad, sonriendo ante el mísero acceso a la justicia que se obtiene cuando te acosan, te violan o te matan. La opacidad de aquellos que deberían rescatar a las “princesas” impera. Ya de plano hasta extrañamos aquellos antiguos comerciales que te alertaban en caso de acoso, diciéndote: “cuéntaselo a quien más confianza le tengas”.
Eso sí, en el reino hay muchas leyes, que pocos conocen y menos respetan… El cuento es terrorífico, pues concluye que, entre la normalización y la indiferencia, las mujeres siguen siendo violadas por siempre.
Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.