“El tiempo es una magnitud física con la que medimos la duración, separación o terminación de acontecimientos. Nos ayuda a secuenciar eventos, comparar la duración de intervalos y cuantificar el cambio. En nuestra vida cotidiana, lo experimentamos como el pasado, presente y futuro”
Hay momentos en la vida de cualquier ser humano en el que llegan los nuevos tiempos que, por cierto, también los tiempos van desgastando, van agotando, van decepcionando llegando el momento de concluir, de pausar, de desechar, de olvidar y subirse a nuevas oportunidades que por supuesto el tiempo te brinda, por cierto, también los tiempos pueden ser muy gratificantes y merecedores de un brindis con excelentes vinos y fina mesa con amigos leales.
Todos tenemos tiempos, pero uno decide durante cuánto, y hasta cuando, en cada circunstancia de la vida, pero hay otro tiempo que llega sin esperarlo, es un tiempo del que no tienes control que concluye todo y es por ello que se deben vivir los tiempos, de los que tenemos control, disfrutándolos a plenitud porque cada segundo que pasa es historia, es pasado, los que siguen son nuevos tiempos. La dinámica de la vida no se detiene, tiene la virtud, en segundos, de convertirlo en realidad pasada y, el pasado no se cambia.
Hay que entender cuando estás viviendo el tiempo con intensidad pero también hay que comprender cuando el tiempo te va arrebatando esa intensidad por las circunstancias propias de la vida, y los intereses, que a todos nos rodean siempre, simplemente deja de ser el tiempo transcurrido tu mejor sustento de lo que haces, simplemente deja de interesarte porque deja de ser interesante.
Hay que hacer siempre las cosas con entusiasmo, positivismo y lealtad a ti mismo, a tu proyecto y a los demás que participan contigo y te impulsan, entendiendo la lealtad como el valor supremo de la comunión entre personas, con metas, con objetivos, con sueños comunes o similares. Se dice “ámate tu primero para que puedas amar a los demás”, y amarse a uno mismo es necesario e imprescindible para vivir la vida a plenitud.
Esta es mi última columna en adiario.mx, muchas gracias a todos y, gracias por todo lo que se me brindó, gozando siempre de la oportunidad y la libertad que necesite para escribir.
Con agradecimiento reconozco que valoré siempre positivamente los impulsos a la pluma, fueron gestos muy motivantes que recibí de adiario.mx y de su Director General, mi gratitud y aprecio por lo ayudado que siempre para mí fue algo con muchísimo valor para superarme, pero también entiendo que los intereses pueden ser mucho más fuertes que las lealtades y quien no lo acepte así, será necesario que recapacite en su lealtad debiendo aceptar tiempos de volatilidad y conveniencia y, si lo entiende y le afecta, es mejor retirarse porque en alguna parte del tiempo podría ser la “moneda de cambio”.
Nunca en mi vida he puesto jamás mi lealtad en la balanza del interés ni en ninguna otra, siempre he hecho en mi vida que la lealtad sea un distintivo personal ya que para mí nunca la lealtad tiene interpretaciones ni excepciones, simplemente se brinda, se otorga, se da con la única condición siempre de que sea recíproca, la lealtad jamás podrá ser para un solo lado.
La lealtad, a veces, se corresponde con el silencio, con la abstención de manifestar apoyo ante quien está cometiendo la mayor de las desvirtúes y bajezas y miserias humanas…. La traición.
A los que me leían en este portal…. Muchas gracias por tanto, y por todo.
Seguiré escribiendo.
“Mi locura navega en el mar del tiempo utilizando como “vela al viento” mi entusiasmo desordenado por escribir”
Muchísimas gracias por todo y por tanto.
Raúl Sabido
Egresado de la Facultad de Comercio y Administración por la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Su desarrollo profesional ha sido en empresas privadas en posiciones directivas donde a logrado acumular 42 años de servicio.
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