Escribir sobre un amigo es un acto delicado, y más aún cuando se trata de alguien como Mario Héctor Silva, cuyo andar en el periodismo ha estado marcado por la valentía y la claridad de sus convicciones. Hoy quiero compartir con ustedes lo que significó para mí acompañarlo para presentar su más reciente libro, Tinta Negra, su bebé, en un evento que no solo celebraba la obra, sino también a la persona detrás de cada historia contada con entrega y pasión.

Mario Héctor no es un periodista cualquiera. En cada línea que escribe, se siente la determinación de alguien que nunca ha dejado que la verdad se apague, incluso cuando las circunstancias parecían empujar en sentido contrario. Con 30 años de trayectoria en una ciudad tan compleja como Ciudad Juárez, ha aprendido a convivir con la incertidumbre y, como dije en mi discurso aquella tarde, ha demostrado que en esta profesión, la tinta puede ser tan poderosa como las balas.

Es imposible no admirar a alguien que ha sido testigo de los episodios más turbulentos de nuestra historia reciente. Su libro es una radiografía de Juárez, ese lugar donde las contradicciones conviven: violencia y esperanza, poder y resistencia, silencios impuestos y verdades que se abren paso con la fuerza de un rayo. Tinta Negra no es solo una recopilación de anécdotas o escándalos; es un homenaje al periodismo que se atreve a denunciar la corrupción, cueste lo que cueste.

Lo admirable de Mario Héctor es su tenacidad. Él sabe bien que decir la verdad no siempre es rentable ni cómodo, pero ha preferido caminar esa senda difícil a quedarse callado. Y eso no es poca cosa en una región donde algunos ven la censura como una práctica cotidiana. Su historia personal —y la de otros tantos periodistas que, como él, han hecho de la búsqueda de la verdad su misión— nos recuerda que la libertad de expresión es un derecho que se defiende con el ejercicio diario, incluso cuando el precio es alto.

Durante la presentación, compartí que había leído el libro de principio a fin con la esperanza de encontrarme en alguna de sus páginas. Fue una broma, claro, pero también una manera de transmitir la confianza y familiaridad que siento por su estilo directo y transparente. Con Mario Héctor, uno siempre sabe a qué atenerse: si tienes la razón, él te la dará; si no, prepárate para escuchar lo que necesita ser dicho sin rodeos.

En la narrativa de Tinta Negra no solo encontramos las historias de funcionarios corruptos y periodistas valientes, sino también las calles, los rostros y las sombras de esta ciudad fronteriza. Juárez no es un telón de fondo cualquiera; es la protagonista silenciosa de muchos de los momentos decisivos en la vida de Mario Héctor. Como lector, uno se sumerge en ese universo que él conoce tan bien, sintiendo tanto la adrenalina de las redacciones como el peso de cada decisión difícil que ha tomado en su carrera.

Con todo, lo que más admiro de Mario Héctor no es solo su pluma afilada, sino su capacidad para nunca perder el sentido del humor. Porque, en un oficio tan exigente y a menudo ingrato, hace falta algo más que talento y valentía: hace falta la habilidad de encontrar una sonrisa incluso en medio del caos. Mario Héctor la tiene, y eso lo convierte no solo en un gran periodista, sino en un gran ser humano.

Hoy, al celebrar el lanzamiento de su libro, celebro también la amistad y la inspiración que encuentro en su camino. Mario no es de los que se rinden ni de los que se acomodan; es de los que creen que la verdad debe ser contada, sin importar cuán incómoda sea. Y eso, en un tiempo donde el silencio parece ser la opción más fácil, es una lección invaluable.

Tinta Negra es, sin duda, una obra que dará de qué hablar, pero también es una invitación a reflexionar. En sus páginas, descubrimos que conocer nuestra historia no es solo un acto de curiosidad, sino una responsabilidad. Porque entender el pasado nos prepara para enfrentar el futuro, especialmente cuando alguien asegura que “todo está bajo control”.

Mario Héctor, amigo mío, gracias por recordarnos que la “tinta nunca se seca” mientras haya quienes sigan creyendo en su poder. Te felicito por este logro y por todos los que vendrán. Estoy seguro de que esta primera edición no será la última, porque obras como la tuya no solo se leen: se quedan con uno, se piensan y, al final, se viven, comparto de corazón la emoción de ver nacer este tu bebé.

Queridos lectores, los invito a sumergirse en Tinta Negra, un libro que promete no dejarlos indiferentes. Y, como dije en la presentación, compren varios ejemplares: no porque Mario Héctor lo necesite, sino porque todos necesitamos recordatorios constantes de que la verdad, aunque a veces duela, siempre vale la pena.

¡Gracias por acompañarnos en este viaje y por celebrar, junto conmigo, no solo a un autor excepcional, sino a un amigo invaluable!

David Gamboa

Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.