Jaime Flores Aguirre, conocido por todos como “Máquina de Fuego“, ha sido una de las figuras más llamativas en la política reciente de Ciudad Juárez. Su ascenso, lleno de irreverencia y espontaneidad, conectó directamente con el hartazgo de una ciudadanía cansada de las promesas vacías y de los partidos tradicionales. Sin embargo, lo que parecía un futuro brillante está empezando a tambalearse, dejando entrever los retos y contradicciones de su proyecto político.
Flores no comenzó como político. Era un youtuber con carisma y sin pelos en la lengua, lo que le ganó miles de seguidores entre los juarenses. Sus discursos, más parecidos a las letras de un corrido tumbado que a los discursos institucionales, lograron movilizar a muchos inconformes. En las elecciones, obtuvo 36,000 de los 46,000 votos que el partido Pueblo consiguió en todo Chihuahua, convirtiéndose en la cara del movimiento en la frontera. Sin embargo, ese éxito también desató tensiones internas. Su victoria en las urnas dejó en evidencia las divisiones dentro del partido, donde su figura eclipsó a la del dirigente estatal con un margen contundente de 3.6 a 1.
Todo parecía ir viento en popa cuando el Instituto Estatal Electoral proyectó que Pueblo recibiría cerca de cuatro millones de pesos al año en prerrogativas. Ese dinero habría sido clave para consolidar al partido, pero el sueño se esfumó pronto. El Partido Verde impugnó el registro de Partido Pueblo, argumentando que no se alcanzó el mínimo del 3 % de votos en las diputaciones, un requisito indispensable para recibir financiamiento público. El Tribunal Estatal Electoral les dio la razón, revocó el registro y dejó a Pueblo sin los millones que esperaban.
Ante esto, Jaime Flores no se quedó callado. Sus críticas hacia Daniel Quezada, líder estatal del partido, se hicieron públicas, acusándolo de manejar mal al partido. Estas declaraciones solo agravaron las fracturas internas, dejando a Pueblo al borde del colapso.
Mientras tanto, Flores y su pareja, Luz Clarita Cristo Sosa, han encontrado una posición cómoda en el cabildo de Juárez. Percibiendo ingresos de alrededor de 100,000 pesos al mes, además de las prestaciones que vienen con el cargo. Esta estabilidad económica contrasta con el incierto futuro de su partido y refleja una contradicción muy común en la política charra: líderes que surgen como la voz del pueblo pero que, al llegar al poder, terminan disfrutando de los privilegios del sistema que prometieron combatir.
Un vistazo a la oficina de Cristo Sosa basta para notar el tono combativo con el que adornan el espacio con frases como:
“PATRIA O MUERTE”
“RESENTIDOS SOCIALES”
“SI NO HAY JUSTICIA PARA EL PUEBLO,
QUE NO HAYA PAZ PARA EL GOBIERNO”
Algunas voces críticas, especialmente de activistas locales, han señalado que este tipo de mensajes pueden ser problemáticos, pues la libertad de expresión no debería ser un pretexto para normalizar la confrontación o la violencia en espacios públicos.
El futuro del Partido Pueblo luce complicado. Aunque podrían intentar apelar en instancias superiores, las posibilidades de que el fallo del tribunal cambie son prácticamente nulas. Pero, incluso si el partido desaparece, Jaime Flores no parece estar en peligro de perder su relevancia política. Su habilidad para conectar con un grupo de gente lo convierte en un activo valioso que seguramente otras fuerzas políticas querrán aprovechar.
Lo que ha ocurrido con Pueblo y con Flores es un reflejo de los tiempos que vive la política en Chihuahua: movimientos que nacen con fuerza, impulsados por el hartazgo social, pero que se desmoronan al enfrentarse con las complejidades institucionales. En Ciudad Juárez, donde las desigualdades son profundas y los problemas estructurales heredadas parecen no tener fin, figuras como Flores tienen la oportunidad —y la obligación— de canalizar el descontento hacia soluciones reales y sostenibles. Sin embargo, apoyarse únicamente en un discurso atractivo y en los recursos públicos no parece ser una estrategia viable a largo plazo.
Por ahora, Máquina de Fuego se encuentra en una pausa forzada por el complicado juego político. Sus ambiciones, tanto económicas como políticas, se han enfrentado a un sistema que no tolera errores ni divisiones internas. La gran incógnita ahora es si sabrá reinventarse en un “Máquina 2.0” o si, como ha sucedido con tantos otros, terminará siendo solo un nombre más en la larga lista de figuras efímeras en la política de Chihuahua…
David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.