Hace unos días fui invitado por el Grupo Plural a dar una conferencia en San Luis Potosí sobre seguridad pública y tuve el honor de compartir la exposición con el Cmte. Miguel Naya Guerrero, Policía Federal de Caminos que fue Secretario de Seguridad pública en esa entidad durante diez años con espléndidos resultados y me comentó que le envió una carta al Srio. Omar García Hafuch, sugiriéndole crear una DEA mexicana, debo admitir que yo lo había pensado y tontamente deseché la idea, pero el Cmte. Naya tiene toda la razón.
El combate al narcotráfico ha sido una de las principales prioridades en la agenda de seguridad nacional y pública de México y al mismo tiempo se ha generado una de las redes criminales más sofisticadas y violentas del mundo. Frente a esta espantosa situación, surge la pregunta: ¿y si creamos en México una agencia antidrogas similar a la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos?
La DEA es una institución dedicada exclusivamente a combatir el narcotráfico, con acceso a recursos económicos, tecnológicos y humanos altamente especializados. La ventaja de un organismo así radica en su capacidad de operar de forma focalizada, lo que le permite desarticular redes de producción, distribución y financiamiento de las organizaciones criminales. México, por su parte, carece de una estructura similar. La lucha antidrogas está fragmentada entre diferentes entidades: la Guardia Nacional, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Marina Armada de México y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), lo que a menudo genera duplicidad de esfuerzos, falta de coordinación y fractura del encriptamineto, es decir fugas de información.
Sin embargo, el contexto mexicano presenta retos únicos. La DEA ha sido objeto de críticas por su intervención en México, que en algunos casos ha tensado las relaciones diplomáticas. Crear una agencia nacional antidrogas en México podría interpretarse como un intento de fortalecer la soberanía en esta lucha, pero implicaría enfrentar retos significativos, como la corrupción en las instituciones de seguridad y la infiltración del crimen organizado. Sin un marco de transparencia y rendición de cuentas, una agencia antidrogas podría terminar replicando los problemas estructurales existentes.
Adicionalmente, un organismo de este tipo requeriría inversión considerable en capacitación, tecnología e inteligencia. Esto demandaría un compromiso político y financiero de largo plazo que, en el actual panorama fiscal del país, podría resultar difícil de sostener, sin embargo podría dar resultados extraordinarios.
Por otro lado, la probabilidad de que Omar García Harfuch logre sacar a la Guardia Nacional de la Sedena y transferirla a la SSPC en los próximos años podría estar estrechamente vinculada a este debate. Actualmente, la Guardia Nacional está bajo control operativo de las fuerzas armadas, una decisión que ha generado controversia tanto a nivel nacional como internacional. Esta militarización de la seguridad pública contradice los principios establecidos en la Constitución y ha sido criticada por organismos como la ONU. Aunque solo los mexicanos entendemos que la institución más confiable en el país es el Ejército Mexicano y es por ello que se decidió darle un encargo de enorme rfesponsabiñidad.
García Harfuch, conocido por su experiencia policial y su visión de una seguridad civil, podría impulsar una reestructuración de la Guardia Nacional, devolviéndola a un mando civil. Sin embargo, este cambio no sería sencillo. La Sedena tiene un fuerte control sobre la corporación, y su transferencia requeriría no solo voluntad política, sino también construir una infraestructura capaz de garantizar la operatividad de la Guardia Nacional bajo un nuevo esquema. Por otra parte hay que reconocer que los militares, no quieren ser policías y ellos quieren regresar a los cuarteles, pero dejando un México seguro.
En el corto plazo, las probabilidades de éxito para Harfuch dependerán de su capacidad para articular un proyecto integral de seguridad, ganar la confianza de la presidente Sheinbaum y demostrar que un mando civil puede ser igual o más efectivo que uno militar. El respaldo de una opinión pública cansada de la violencia y una estrategia de seguridad más inclusiva podrían jugar a su favor.
La creación de una agencia antidrogas en México no tendría que ser una acción aislada. De hecho, podría complementarse con la reforma de la Guardia Nacional. Un mando civil sobre esta última facilitaría la cooperación entre diferentes niveles de gobierno y permitiría alinear la política de seguridad pública con el objetivo de combatir al narcotráfico de manera más efectiva. Además, la independencia de la Guardia Nacional podría ser un primer paso hacia la construcción de una agencia antidrogas confiable, ya que un enfoque civil es más transparente y menos susceptible a las críticas internacionales.
Fernando Schütte Elguero
Empresario inmobiliario, maestro, escritor, y activista en seguridad pública. Destacado en desarrollo de infraestructura y literatura.
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