Una de las obras de mayor trascendencia, iniciada en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y a la que se le da continuidad en la actual administración encabezada por Claudia Sheinbaum Pardo es el Tren Maya.
De esta obra, cuyas vías recorren mil 600 kilómetros de territorio en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco y Chiapas, se han dicho infinidad de cuestiones que nada o poco tienen que ver con la realidad a la que se enfrenta uno al hacer uso del tren maya.
Hace unos días, nos tomamos en familia unas vacaciones con el propósito principal, además del consabido descanso, de conocer el Tren Maya y experimentar en carne propia la operación de este medio de transporte, verificar qué tanto de lo que se dice es cierto y qué tanto es falso.
Fueron 6 horas de recorrido, saliendo de la estación de Cancún y terminando en San Francisco de Campeche y 6 de regreso al punto de origen; recorrimos 12 estaciones de las 34 que comprende el recorrido total del Tren Maya.
Fue muy agradable verificar que los vagones son totalmente nuevos, modernos, bien equipados y limpios; el personal que atiende a los pasajeros muy formal y atento.; también experimentar que a pesar de que en ocasiones alcanza una velocidad de hasta 160 kilómetros por hora, no hay movimientos bruscos, mantiene una estabilidad que permite reposar en sus cómodos asientos.
Cuenta con sanitarios en cada vagón y tienda-cafetería en algunos trenes, donde se pueden adquirir bebidas y alimentos a precios asequibles.
Las paradas en cada estación son muy cortas, suficientes para que descienda quien llegó a su destino y para aborden nuevos pasajeros, entre 5 y 10 minutos. Es cierto que algunas estaciones no están totalmente terminadas y, por tanto, carecen de comodidades básicas como asientos o tiendas, pero nada que impida la operación de sistema con fluidez.
Para no quedarme con una visión tan personal, cuestioné a algunos de los pasajeros para conocer sus opiniones respecto del Tren Maya.
Algunos mencionaron que el proyecto es muy reciente y consideran que tiene margen de mejora; que es una iniciativa interesante y esperan que con el tiempo se consolide como una opción de transporte más eficiente y atractiva.
Otros destacaron que les dio la oportunidad de acceder a diversos destinos turísticos de manera cómoda y económica, lo que enriqueció su experiencia de viaje en la región.
No todas las opiniones fueron enteramente positivas, hubo quienes señalaron que las tarifas, especialmente en clases superiores, son altas en comparación con otros medios de transporte. Sin embargo, desconocían que las tarifas son más económicas para los locales, personas que viven en el área de influencia del Tren Maya, inferiores a las que cubrimos los provenientes de otros estados de la República y aún más de las que cubren los pasajeros provenientes del extranjero.
Algunos mencionaron que el recorrido puede resultar monótono, con vistas sin mayores atractivos paisajísticos y tienen razón, por lo que lo más recomendable es que comprar paquetes turísticos que ofrece el propio sistema Tren Maya y que incluyen paseos por zonas arqueológicas, cenotes, playas y pueblos mágicos, con hospedaje en hoteles creados dentro del propio complejo.
En resumen, el Tren Maya es una oportunidad para mejorar la conectividad y el turismo en la región, y tiene beneficios potenciales muy diversos, como el impulso al turismo y al desarrollo económico regional; la promoción de comunidades históricamente marginadas, generación de empleos directos e indirectos y un impulso importante a actividades como la artesanía, la gastronomía y el comercio local.
Ofrece una alternativa de transporte más rápida, cómoda y segura para residentes y turistas, reduce la saturación en carreteras y disminuye los costos de transporte.
En general, el Tren Maya tiene el potencial de ser un motor de transformación para el sureste de México de manera sostenible e inclusiva.
Pedro Torres
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