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    enero 22, 2025 | 7:45

    Igualdad vs Hipergamia

    Publicado el

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    La historia de la doncella que encuentra el amor perfecto enseguida del apuesto príncipe me recuerda una de las frases significativas de mi amiga Liz, que, al momento de casarse, en forma de broma, nos compartía: “Mi marido no es el galán de telenovela cual me merezco, ni el millonario al que yo aspiraba, pero es tan buena gente”.

    Las cosas más importantes de nuestra vida no se resuelven cotidianamente en los tribunales, congresos o en la empresa. La vida y construcción social de la vida que decidimos todos los días son los determinantes reales de la existencia, cuando elegimos cómo y con quién vivir.

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    Por eso, cuando escuché un pequeño video sobre la permanencia de la “hipergamia”, en el que un hombre decía que las mujeres de hoy mentíamos en eso del empoderamiento y que, en realidad, siempre o casi siempre buscamos una pareja que sea vista con superioridad, me hizo reflexionar al respecto. El prototipo del “hombre exitoso” ha sido reemplazado por el hombre machista proveedor y controlador de la vida en familia y, por supuesto, de su o sus mujeres.

    Sí, había escuchado muchas veces eso de “un hombre a mi nivel”, lo que, según el caballero, quería decir que lo que se busca es alguien que esté al nivel que cada una cree estar. Y ahí es donde la percepción personal traduce la igualdad desde lo que cada uno entiende de sí mismo y desea en el otro.

    Si la percepción es alta, las mujeres seguimos siendo unas interesadas en perpetuar la función protagónica del hombre como proveedor, y quizás exista algo de cierto.

    Es verdad que las mujeres trabajamos y mucho, en la casa, en los negocios, en lo público. Sin embargo, pese a todo este esfuerzo, no hemos logrado un crecimiento económico inclusivo verdaderamente igualitario.

    Según el INEGI, el 45% de las mujeres en edad productiva trabajan, lo cual no incluye a los miles de mujeres que realizan actividades de emprendimiento de manera informal, frente a un 78% de los hombres.

    De tal forma que, como lo dice la OCDE, “cuando las mujeres trabajan son más propensas a serlo en tiempo parcial, tienen menos probabilidades de avanzar en puestos directivos, son más propensas a enfrentarse con la discriminación y ganan menos que los hombres”.

    En México nada más ganamos el 54.5% menos que los hombres, la tercera brecha salarial más alta de los 27 países de la OCDE.

    Así las cosas, se vuelven realidades.

    Y aunque los números del poder político y económico de las mujeres han ido creciendo, la gran mayoría tenemos que vivir la novela surfeando entre las ganas de depender menos, ganar más y quedarse con el príncipe por elección y no por necesidad.

    Sí seguimos ganando menos, sí las oportunidades de negocio se siguen dando solo entre los cotos masculinos, seguiremos apostándole a la hipergamia… por supervivencia y no por superioridad y mucho menos por afinidad humana.

    Esta relación desigual no solo es uno de los factores para el fracaso de muchos matrimonios que “acuerdan” depender uno del otro, disfrazando la hegemonía de un género sobre otro, sino que también esta condición se transfiere a otros espacios públicos en donde las mujeres que buscan el acceso al poder económico son vistas como ambiciosas y rapaces.

    “Un hombre debe ganar más porque mantiene a su familia” es una creencia errónea que nos mantiene en la sumisión de relaciones inequitativas, dando como resultado la permanencia y control masculino y, por consecuencia, esforzándonos siempre para alcanzar reconocimiento, respeto y, por supuesto, el dinero que nos merecemos.

    En la rodada de las condiciones para resolver la película de nuestras vidas, muchas mujeres hemos optado por jugar este papel y adaptarnos a casarnos y relacionarnos ante la falta de igualdad económica por conveniencia.

    La estructuración social y cultural de la hipergamia sigue sosteniendo la idea de que las relaciones de matrimonio y pareja con alguien con mayor nivel adquisitivo representan una forma inteligente para construir una mejor existencia.

    Sin embargo, los resultados la mayoría de las veces son negativos, pues esta área de confort que hace algún tiempo representaba el “todo necesario” hoy solo es una parte de las muchas otras áreas de bienestar y desarrollo personal, dejando de lado ambiciones de evolución y  transformación humana de mayor relevancia  que lo económico que las verdaderas personas de nivel aspiran al compartir su vida, esto si es igualdad.

    Rocio Saenz sqr
    Rocío Saenz

    Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace y Vive Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.

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