¿Juega usted ajedrez?
Hay una jugada de aparente ingenuidad pero verdaderamente demoledora que se conoce como “El peón envenenado”.
Consiste en “obsequiar” un peón para luego comerse a la dama en cachitos.
“Hay que tener mucho cuidado al comer un peón, aparentemente regalado, ya que puede ser una trampa mortal.” Dice Ricardo Alía en su libro del mismo nombre.
Explicar a profundidad en qué consiste esta interesante jugada, me llevaría tal vez varias páginas en este espacio informativo. Así que sólo dejaré el estilete puesto para que mis lectores se lo claven entre ceja y oreja, e investiguen por su cuenta, para confirmar que la estrategia de la guerra no sólo aplica con las armas de fuego.
Un segundo propósito es el de usar la analogía para advertirles a los fifís, que están cayendo redonditos en el esgrima del poder, y van muy atrás en las jugadas del quehacer público frente a Andrej Manuel y su equipo de estrategas.
No debería soltar esto así nomás de gratis. Porque toda asesoría causa honorarios. Sin embargo, lo haré, porque me da pena ajena ver como responden de inmediato los “conservadores” (así les llama el Peje presidente), con puras ocurrencias.
Su argumento central consiste en demostrar que nuestro mandatario no sólo tiene visos de dictador, sino que realmente lo es.
Y a cada movimiento que realiza, le atizan una andanada de epítetos y le acomodan la imagen del autócrata y dictador.
Esto le permite al presidente jugar un poco al boxeo y mantenerlos a distancia con unos jabs.
Veamos el caso del “memo” envenenado.
Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un memorándum en el que:
Le da un arañón a la Reforma Educativa. Mientras terminan de confeccionarle la nueva directriz en materia educativa.
Entre algunos puntos que exhibe, es que se reinstale a los maestros cesados, que se libere a los docentes y luchadores sociales encarcelados, y una indemnización para familiares de quienes perdieron la vida luchando por sus derechos, en este caso, oponiéndose a la reforma educativa.
Los enemigos suyos de inmediato responden, a través de sus intelectuales orgánicos, que su instrucción carece de valor jurídico y es incluso anti constitucional.
A esta respuesta, se unen como borregos algunas barras de abogados para “demostrar” jurídicamente el desacierto presidencial.
Y el presidente responde:
“La ley es para las mujeres y para los hombres, no los hombres y las mujeres para la ley. La justicia está por encima de todo. Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan en favor de la justicia”.
Yo concuerdo con esta máxima. Porque además es un principio de derecho y los abogados lo sabemos.
Un dictador no permite que sus detractores hagan uso de la palabra. Ni la oral. Mucho menos por escrito.
Y vemos que López Obrador, luego de recibir críticas por la supuesta falta de sustento jurídico del memorándum, aclaró que no es sólo un asunto jurídico, sino político.
Y pidió que si alguno de sus adversarios considera que el gobierno incurre en delitos, infracciones o errores, están en su derecho de acudir a tribunales a presentar denuncias y amparos.
Se le cuestiona severamente cuál es el sustento jurídico de ese memorándum, o a honras de qué, osa tal atrevimiento a lo cual contesta: “Ah, eso. Pues es simple, son las facultades que tengo como Jefe del Estado mexicano para garantizar el bienestar, la paz, la tranquilidad del pueblo, para que haya justicia; por eso se protesta cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan. Y en la Constitución se establece que debe haber justicia”.
Y los sumerge en el reino de la polémica donde él es un maestro.
Se tragaron el “memo” envenenado, mientras se gana tiempo para cocinar la nueva Reforma Educativa.
Recomendaciones para sus adversarios.
1. Crear cuadros políticos de altura.
2. Crear cuadros de analistas políticos de criterio y visiones amplias
3. Anticiparse a las posibles jugadas presidenciales. Esto no es difícil de adivinar.
Ah… Y practicar ajedrez.
Raúl Ruiz
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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