La Revolución Mexicana tuvo un impacto devastador en la vida cotidiana de los habitantes de nuestro país, tanto en la pérdida enorme de vidas humanas, en la destrucción de nuestra infraestructura económica y física, el decaimiento catastrófico de la calidad de vida en el país que generó niveles de pobreza.
En esa época hubo una guerra encarnizada por hacerse del poder político de las innumerables facciones generadas al desaparecer el control político férreo que el porfirismo creo en 32 años de dictadura. Para dar punto final a dichas luchas, se ideó un nuevo sistema político que devino en el Partido Revolucionario Institucional, que controló políticamente al país, a través de un conjunto de reglas no escritas de repartición del poder, a través de una pirámide en cuya cúspide estaba el Presidente de la República y de allí hacia abajo se repartió el poder a todos los niveles, tocándole a los miembros de dichas facciones revolucionarias su parte correspondiente, rotándose los turnos del poder de una manera extraña pero a la postre consensuada.
En esta tesitura el nuevo sistema creado en el PRI controló al movimiento obrero, a través de las de centrales obreras, federaciones y confederaciones de trabajadores descaradamente afiliadas al PRI, otorgando a sus líderes parte del pastel revolucionario haciéndolos participar el las mieses de los puestos públicos a nivel ejecutivo y en el legislativo.
De esta manera México tuvo paz política y social y el país poco a poco se fue desarrollando, no sin representar un costo caro para la clase trabajadora que ha mantenido niveles muy bajos de salario y coadyuvó a la generación monopolios y prácticas monopólicas internas que han representado un gran obstáculo para el cabal crecimiento de nuestra economía y para el desarrollo humano de nuestra población, cuando otros países han crecido a niveles superiores al nuestro y su población ha salido de la pobreza.
Con el devenir del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (“TLCAN”), el Presidente Salinas tuvo que romper innumerables paradigmas para la apertura económica del país, para su modernización y entrada en la economía globalizada, acabando muchos de los esquemas de control político del PRI, mismos que a la postre, con la presión de los empresarios medianos y pequeños que se afiliaron al Partido Acción Nacional, aunado con el crecimiento de la oposición de izquierda resultante de los sismas que tuvo el PRI, devinieron con los cambios de apertura democrática que causaron la pérdida de la hegemonía política del PRI al entrar el Siglo XXI.
Con el advenimiento de la revolución de las tecnologías de la información que hicieron que la población se mantuviera comunicada y enterada de muchas cosas que antes se ocultaban por la manipulación del régimen priísta a los medios de comunicación, la ciudadanía se fue politizando cada vez más, hasta el presente en el que se pretende generar un nuevo régimen con AMLO y MORENA, su partido.
Ahora, con el nuevo tratado norteamericano propuesto, llamado T-MEC, en donde se exige libertad sindical sin manipulaciones, se llevó a cabo una gran reforma laboral a nivel convencional, con la ratificación del Convenio 98 de la OIT, así como constitucional y legal, con una reforma a la Ley Federal del Trabajo, que garantiza la plena libertad de los trabajadores a tener o no estar sujetos a un sindicato y tener la libertad de no pagar cuotas sindicales.
Esta situación, además de terminar de acabar de romper con los controles corporativos sindicales del PRI, y con los famosos contratos colectivos de trabajo “no operativos” que crearon a los “sindicatos blancos”, abre la posibilidad de generar una disrupción del orden y la paz laboral si las cosas no son manejadas bien por las empresas y el gobierno.
Pero además abre la posibilidad de que las empresas y las autoridades tengan la oportunidad de generar ambientes de trabajo propicios para el aumento de la productividad y el mejoramiento de la calidad humana de los trabajadores, en beneficio de la economía y de la vida de nuestra población.
El reto consiste en que debemos de evitar que tanto el gobierno o los líderes sin escrúpulos puedan aprovechar esta nueva libertad sindical para tratar de manipular a los trabajadores para generar un nuevo control político que devendría en detrimento de las empresas y de los trabajadores mismos.
Por lo anterior, todos debemos de estar atentos para aprovechar esta oportunidad y dar libertad a los trabajadores para que tomen la oportunidad a su beneficio sin detrimento de las empresas para así salir ganando todos.
Es por ello que esta reforma abre el panorama de generar nuevos planos de libertad para nuestra población para beneficiar nuestro desarrollo si lo hacemos bien.
Carlos Angulo Parra
Analista político. Abogado corporativo. Fue Diputado Federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
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