Considero que a estas alturas del nuevo gobierno el país tiene una clara idea de qué clase de liderazgo presidencial tenemos. No cabe duda de que hay un gran número de personas que considera que nuestro presidente está actuando de una forma, no nada más adecuada, sino excelente, mientras hay muchas personas que consideramos que el presidente va por un muy mal camino y que es cosa de tiempo en que veamos de una forma palpable las consecuencias en el país, tanto en materia económica (nos va a llegar a todos algún tipo de impacto económico), sino en el ámbito de seguridad pública, paz social, estado de derecho y en afectar nuestras libertades, que es lo peor.
El enigma que tenemos que resolver los mexicanos ante esta circunstancia es, ¿cómo lidiar con el problema? Es claro que la oposición no sabe qué hacer ante este enorme poder acumulado por el presidente y el grado de popularidad de que goza.
Los organismos empresariales aparecen temerosos creyendo que, con la adulación, la supuesta sensatez, es decir, “portándose bien”, sucederá un especie de milagro que hará cambiar al presidente en su forma de ser.
En el ámbito de las organizaciones de la sociedad civil hay un poco más de claridad, pero poca efectividad en la generación de impactos. La prensa nacional ha sido más o menos crítica, pero como que sigue la partitura que le marca el presidente, en lugar de generar un verdadero movimiento rectificador.
En realidad, el único que ha tenido un gran éxito en hacer que AMLO se mueva en determinada dirección es el presidente Trump. Pero yo no me puedo imaginar a los mexicanos cabildear en los Estados Unidos para que nuestro presidente cambie su proceder.
Como una primera posibilidad para lidiar con este problema, hay un planteamiento interesante, consistente en que debemos primero claramente comprender que nuestro presidente no ve ni reconoce los datos de la realidad; él realmente tiene “sus propios datos”. Debemos de comprender que es inútil razonar con él, sino que es necesario operar políticamente en la periferia de su voluntad, para hacer que el entorno que lo rodea no sea generado por AMLO (como ahora está sucediendo), sino que lo generemos todos alrededor de él, a fin de que quede prácticamente encapsulado en sus delirios y realidades alternas, pero que las mismas no permeen en el resto de su entorno, o que, a lo menos, permeen con menor impacto.
Indudablemente que esta es una labor de titanes, porque no ha sido explorada. Veamos que personajes con el carisma y con los delirios que tiene nuestro presidente, literalmente enajenaron a naciones educadas y cultas, cuando las circunstancias fueron propicias para ello. Así tenemos los ejemplos de Hitler, Mussolini y Perón.
Es por ello, que nuestro proceder político como mexicanos para salvar a nuestra nación de continuar siendo conducida por el delirio y la fantasía, no es generar una oposición hacia nuestro presidente, eso claramente lo va a exacerbar y a meterlo en el territorio que maneja a la perfección, sino trabajando en su territorio, como MORENA, el Congreso, los órganos autónomos, los gobernadores y los integrantes del gabinete, a través de la prensa, los académicos, los organismos empresariales, las OSCs y los partidos de oposición, y claro, con los organismos internacionales que influyen en México, para que esa realidad alterna no sea la que realmente cuente para gobernar a México.
Aguantando durante este sexenio los dictados presidenciales, haciendo que sus impactos no se realicen, trabajando para que las políticas públicas se dicten en base a la realidad y no en base a fantasías delirantes, a través de actores no-presidenciales, y balancear el poder en el 2021 debilitando a MORENA y sus aliados, es la mejor forma de lidiar con el problema.
Debemos concentrarnos en esforzarnos juntos para lograrlo para no tener las consecuencias catastróficas que ocurrirán de no hacer nada. Eso es lo peor que nos puede suceder. ¡Actuemos!
Carlos Angulo Parra
Analista político. Abogado corporativo. Fue Diputado Federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
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