Después de una larga lucha por el derecho a participar en la vida política, la mujer logró su cometido, ya existe una ley nacional e internacional que garantiza la equidad de género en los espacios políticos aunque hoy por hoy la participación de los hombres siga siendo mayor.
No quiero hablar aquí de las vicisitudes que tuvo que sufrir el género femenino para llegar a este punto de igualdad pues todos sabemos que han sido muchas. Me importa más ahondar en la intención de la mujer de participar en la actividad política de su respectivo entorno.
Se entiende que cada mujer que se dedica al servicio público debe tener motivos diferentes para hacerlo. Habrá quienes ambicionan el mismo poder que los hombres, habrá también quienes ven una oportunidad económica, y otras más tendrán un genuino deseo de poner un toque de humanidad en un ámbito tan feroz y deshumanizado como lo es la política.
Sin la más mínima intención de juzgar a las otras, quisiera enfocarme en aquellas mujeres cuya intención es cambiar el estatus quo que impera actualmente. Ya va siendo hora de que la política cumpla con su propósito medular, a saber, distribuir y ejecutar el poder de tal manera que garantice el bienestar de las mayorías. Porque hasta ahora, eso sigue siendo una de las muchas falacias que nos rigen en el mundo actual.
Las mujeres que hoy tienen la oportunidad de influir en la creación de políticas públicas, pueden y deben intervenir para que se garantice un derecho que debería ser inalienable para la mujer. Me refiero al derecho de ser apoyadas y protegidas por las leyes para desempeñar su papel de madres tranquila y eficientemente si ese es su deseo, el derecho de quedarse en casa a cuidar y educar a sus hijos en lugar de tener que salir a ganar el sustento.
Porque si hacemos un balance del costo económico que implica garantizar ese derecho comparado con el costo que ha tenido la descomposición del tejido social, no dudaríamos ni un instante en hacer esa inversión ya que estaríamos invirtiendo en la materia prima más preciosa que es la niñez de un país.
Aquí es donde las mujeres políticas pueden hacer la gran diferencia porque solo ellas saben lo que es sacrificar el cuidado de sus hijos y dejarlos en otras manos. Que ellas discutan con aquellos que encontraran mil razones para decir que eso no es posible, que ellas les expliquen que un niño con síndrome de atención dispersa y con ataques de ansiedad, más media docena de alergias, en la mayoría de los casos solo está pidiendo a gritos la presencia de su madre.
En lo personal, a mí me hubiera gustado poder elegir cuidar a mis hijas en lugar de salir a ganarme la vida, por eso sé que hay miles de mujeres que están pasando por esa situación, que quisieran que alguna ley les diera la opción de quedarse con sus hijos por lo menos hasta que salgan de la primaria. Son mujeres que no desarrollan todo su potencial en sus trabajos porque no pueden concentrarse en lo que hacen, ¿cómo podrían si su mente y su corazón está donde están sus hijos? Obviamente tampoco pueden desempeñar su papel de madres como la mayoría de ellas quisiera. ¿Cómo pueden entonces entregarle a la patria ciudadanos mentalmente sanos, íntegros y honrados, si apenas tienen tiempo de atenderlos?
Y mejor ni hablamos de tantos hombres que abandonan sus familias con la mano en la cintura dejando toda la responsabilidad a la madre de familia. Mejor no hablamos de las raquíticas pensiones alimenticias que la ley les ordena pagar y que muchas mujeres ni siquiera saben que pueden exigir, por increíble que parezca.
Hay un nombre para una mujer que es infiel o que abandona a sus hijos, también hay un nombre para los hijos sin padre, pero no hay un nombre para los hombres que abandonan a su mujer y a sus hijos. Sin embargo, debido al impacto que eso tiene en la vida de los individuos y en la sociedad en general, procrear hijos y olvidarse de ellos debería ser una conducta tipificada como criminal.
Qué drástica! Dirán algunos, pero no es así. Simplemente soy realista y creo en la justicia que aplica castigos de acuerdo a la falta cometida. No hace mucho un reportero escribió una nota en El Heraldo de Chihuahua, que decía que la mayoría de los sicarios más jóvenes son hijos de madres solteras, insinuando incapacidad de esas madres para educar debidamente a sus hijos. ¡Pues No Señor! digo yo. Esos chicos no fueron empollados por su madre, también son hijos de “hombres” que los abandonaron, que no solo no se quedaron a darles un buen ejemplo, sino que no les importó saber si la madre tendría los medios para sostenerlos, “hombres” que siguen engendrando hijos con otras mujeres a quienes también van a abandonar
Las legisladoras que lo son por vocación, tienen la oportunidad de crear políticas públicas y sociales en ese sentido para que se vea reflejada la mano femenina en la vida pública de nuestro país. Si verdaderamente quieren ver un México más humano para sus hijos y nietos, es imperativo que aprovechen sus puestos de poder, que no desistan en el empeño de que las mujeres del mañana gocen el derecho de cuidar a sus hijos si así lo deciden, es legislando también, como pueden obligar a los hombres a pensarlo dos veces antes de andar por la vida engendrando hijos que no tienen la menor intención de mantener y de paso quizá también se evitarían algunos abortos.
Obviamente, igual de importante es la intervención de las legisladoras en la educación, pero esa es otra historia.
Rosy Chumacero
Oriunda de Ciudad Juárez, es madre de tres hijas y abuela de cuatro nietos. Incursionó en la iniciativa privada, en la locución de noticieros, en la docencia de idiomas y en los bienes raíces en El Paso, Tx.
Empezó su búsqueda en el camino espiritual en el año 2002, estudiando Raja Yoga con la Maestra Hindú Didi Lavina Vaswani en El Paso Texas, donde vivió por 14 años, recibiendo Nombramiento de Maestra de Raja Yoga en el Centro de Retiros de Madhuban - Rajasthan, India, en 2002.
Es Miembro de la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris desde 2002 y Ministro Ordenada por la Hermandad Espiritual Mundial desde 2008.
Escribe la columna "El Rincón del Alma", en la revista semanal Weekend.
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