¿Qué probabilidades existen de que un terremoto azote a una nación; minutos después un tsunami arrase poblaciones enteras y para rematar se desencadene una catástrofe nuclear? Las posibilidades son mínimas, pero existen y la historia que vivió Japón el 11 de marzo de 2011 es la triste prueba de ello.
En menos de una hora Japón sufrió el peor terremoto en toda su historia, un maremoto que, además de arrasar las costas al noreste del país, prendió las alertas de tsunami en todo el Océano Pacífico (incluyendo los litorales de EEUU, México, Canadá, Colombia, Perú, Ecuador, Argentina y Chile) y desencadenó la peor catástrofe nuclear, sólo detrás de Chernóbil.
¿Qué enseñanza le deja al mundo la tragedia que sufrió Japón?
Aquel viernes 11 de marzo un terremoto de magnitud 9.0, considerado el quinto más poderoso en los registros históricos mundiales, sorprendió a los japoneses a las 02:46 de la tarde (hora local); jamás se habrían imaginado que las consecuencias de esa brutal sacudida serían 15,884 muertos y unos 2,633 desaparecidos.
Acostumbrados a los movimientos telúricos, los nipones tomaron las precauciones habituales aunque inmediatamente supieron que ese sismo, que duró casi seis minutos y se acompañó de varias réplicas, no era un buen augurio.
Las vitrinas que se vinieron abajo, los vidrios rotos, los autos aparcados que se movían violentamente preocuparon a una nación altamente informada que tiene una palabra para describir lo que puede preceder a un terremoto de esa magnitud: tsunami.
Los japoneses también saben que las probabilidades de que se genere un tsunami aumentan si el epicentro es en el mar, quizá pensaban en ello cuando las olas de más de 15 metros (en algunos puntos alcanzaron los 20 metros) ya estaban asolando las costas del noreste del país.
Como si se tratara de una película apocalíptica de Hollywood, las cadenas de televisión mostraban murallas de agua arrasando todo lo que se encontraban al paso, las prefecturas de Fukushima, Miyagi e Iwate fueron las principales víctimas.
En minutos la situación se tornó catastrófica, a las 3:15 de la tarde, a menos de una hora del terremoto y posterior maremoto que arrasó con poblaciones enteras, colapsó la presa de Fukushima, región que saltaría a la historia ese 11 de marzo por una mayúscula tragedia: su central nuclear registró explosiones en los edificios que albergan los reactores nucleares, le siguieron fallos en los sistemas de refrigeración que provocaron que los reactores se fundieran y comenzaran a liberar radiación hacia el exterior.
Los estragos de Fukushima continúan hasta nuestros días, la sombra del desastre nuclear convirtió apacibles comunidades en pueblos fantasma y dejó sin hogar a unas 50 mil personas que tienen prohibido pisar sus antiguos vecindarios debido a los altos niveles de radiación.
Según reportes de la agencia Kyodo se calcula que unos 267,000 japoneses aún viven en albergues temporales y los fallecidos aumentan debido a que el número de suicidios y muertes relacionadas con el estrés postraumático se dispararon desde 2011.
¿Qué sigue para Japón?
Los japoneses siguen luchando por recuperar la vida que tenían antes de la tragedia, el lunes el primer ministro, Shinzo Abe, dijo ante la Cámara Alta del Parlamento que a finales de este marzo concluirán los trabajos para retirar los escombros de las prefecturas de Miyagi e Iwate.
Abe también informó de un plan para llevar a zonas más elevadas a unas 200 comunidades, lo cual ocurriría el próximo año; asimismo, se proyecta construir más de 10,000 viviendas para los damnificados, de acuerdo con la televisora NHK.
Con relación a las plantas nucleares, Abe afirmó que su gobierno tiene previsto reactivar los reactores nucleares paralizados (alrededor de 48) que hayan superado las estrictas normas de seguridad y afirmó que le “gustaría contar con la comprensión de la población local”.
La noticia no ha sido bien recibida por la población, al menos 30,000 personas salieron a las calles niponas para manifestarse en contra de la energía nuclear ante las sedes del gobierno y del parlamento.
A tres años de la catástrofe, Japón enfrenta un reto en materia energética toda vez que las centrales nucleares suministraban el 30% de la energía eléctrica del país y al quedar paralizadas el llamado “País del sol naciente” ha satisfecho sus necesidades con gas y petróleo que se han convertido en una pesada carga para la economía japonesa.
La conmemoración de la tragedia
Este martes en punto de las 02:46 de la tarde en Japón se guardó un minuto de silencio para conmemorar a las víctimas y en diversas regiones del país se organizaron ceremonias, en Tokio, la capital del país, tuvo lugar un memorial encabezado por los emperadores de Japón y por el primer ministro, Shinzo Abe.
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