La enfermedad mató a unas 10.000 personas en un brote de 2010 del que se culpó a una fuerza de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas que estaba destinada en Haití. La ONU se disculpó en 2016 por el brote, sin asumir la responsabilidad. El último caso se registró hace tres años.
El país ha reportado hasta ahora al menos siete muertes y la OMS advirtió que algunos de los primeros casos pueden haber pasado desapercibidos, y se espera que surjan más.
“Es muy importante ahora conseguir ayuda sobre el terreno lo antes posible”, dijo Christian Lindmeier en una rueda de prensa en Ginebra, describiendo un “difícil cóctel” de circunstancias en torno a la propagación de la enfermedad, con casos que surgen en zonas controladas por bandas, donde el acceso a las pruebas o al tratamiento está gravemente obstaculizado.
“Con la situación humanitaria y sanitaria que hay y las zonas controladas por las bandas en las que apenas hay acceso a los controles, a las pruebas o incluso a la llegada de ayuda, debemos esperar, por desgracia, que los casos sean mayores y aumenten”, dijo.
Algunos hospitales ya están empezando a cerrar debido a la escasez de combustible y a la falta de acceso del personal, añadió Lindmeier. La OMS y sus socios están estableciendo centros de tratamiento del cólera en tiendas de campaña y suministrando medicamentos y equipos, agregó.
Se está preparando una solicitud de vacunas orales para el país. La OMS mantiene una reserva de emergencia de vacunas contra el cólera.
Los casos de esta enfermedad, que provoca una diarrea incontrolable, están aumentando en todo el mundo y no habrá suficientes vacunas para cubrir el creciente número de casos, dijo un funcionario de la OMS la semana pasada.
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