“La independencia judicial es el termómetro de cualquier democracia, los jueces cuando son capaces de poder hacer diligencias judiciales y dictar sentencias con razonamientos jurídicos con libertad y con sana crítica fortalecen un proceso democrático”, dijo Reneaum en entrevista exclusiva con la Voz de América.
La secretaria ejecutiva del organismo hemisférico, parte del sistema de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, agrega que la situación de derechos humanos en el continente americano se muestra “muy compleja”.
Puntos de atención en la región
Las preocupaciones dentro del organismo oscilan en un amplio rango de temas y acciones en estados dispares: algunos de los problemas recurrentes y de preocupación para la CIDH son muy ventilados por la prensa y la comunidad internacional, pero otros yacen más encubiertos, aunque tienen un gran impacto en la vida de las poblaciones.
Este organismo está muy pendiente de la “impunidad como una situación constante” en países como México, la continua aplicación del régimen de excepción en El Salvador, que mantiene en alerta a la comunidad internacional; y la persecución contra jueces y fiscales independientes en Guatemala.
“Hoy asistimos a una región que tiene zonas rojas y naranjas muy complejas (…) “la presencia de fuerzas armadas en tareas de seguridad pública”, entre otra serie de problemáticas que ocupan al organismo, matizó.
Tania Reneaum insistió también en que en Latinoamérica hay enormes brechas de desigualdad que generan condiciones de vulnerabilidad, que aunque algunos estados han creado “normativas de protección” hay falta de ejes programáticos para articular esas políticas y que se manifiesten en la protección plena de garantías fundamentales.
Mencionó los presupuestos de salud por ejemplo durante la crisis causada por Covid-19 en Latinoamérica y la falta de protección a muchas mujeres en los entornos domésticos durante las restricciones por la pandemia, que dejaron ver otra violencia silenciosa.
Si bien no se podrían considerar violaciones sistemáticas a derechos humanos, por los Estados, si lo serían desde una perspectiva general de la responsabilidad de estos para proteger a sus ciudadanos, indicó Reneaum.
“Muchas veces los Estados han promovido los cambios legislativos, especialmente en materia penal, pero se han olvidado de hacer las políticas de prevención y eso ha pasado en prácticamente todas las violaciones a los derechos humanos”, explicó la titular de CIDH.
Los escenarios de Nicaragua, Venezuela y Cuba
Al detenerse en los tres países que durante años han estado en la lista del informe anual de la CIDH por violaciones sistemáticas a derechos fundamentales como Nicaragua, Venezuela y Cuba, – y ahora también Guatemala -, la titular del organismo dice que la mirada es más amplia porque hay varios frentes y lo medular “es llegar a las historias de las personas”.
El caso de Nicaragua por ejemplo ha impulsado en el último año a trabajar por el tema migratorio por los continuos flujos de nacionales de ese país que huyen hacia el exterior, pero en la Comisión –acentúa Reneaum- también se ha dado continuo seguimiento a los presos políticos.
“Hemos estado verificando todo el tiempo la situación de los presos políticos, periodistas, y defensores de derechos humanos, en Nicaragua y escuchando también en Venezuela de personas que también están presas”, explica.
Agrega que el motor del trabajo del organismo “son las historias individuales en los países”, porque cuando estas “no son justiciables, efectivamente nos convertimos en la conciencia interamericana”.
Y cuando esos países aparecen en el Capítulo 4B de los informes de la instancia hemisférica, como el caso Nicaragua, Venezuela, Cuba y ahora Guatemala “nos damos cuenta que la CIDH se convierte en una conciencia histórica”, al existir esos registros para reflejar en el tiempo que pasó en esos países como un ejercicio “el deber ser”.
Latinoamérica una región cíclica
Tania Reneaum, quien antes de llegar a la CIDH en Washington para un mandato de cuatro años, dirigió en México la sede regional de Amnistía Internacional, observa a Latinoamérica como una región donde los problemas y crisis de vulneración de derechos humanos son “cíclicos”.
Reneaum se inició en esta profesión en Centroamérica, cuando El Salvador recién salía de la guerra civil de 12 años (1980 – 1992) que dejaría unos 80.000 muertos, y se veía desde esa nación centroamericana “mucha esperanza”, al igual que sus vecinos que también firmaron Acuerdos de Paz en el mismo espacio de tiempo.
“Empecé a trabajar hace más de 23 años en El Salvador, después de los Acuerdos de Paz, un momento de mucha esperanza y creatividad, veíamos otros lugares de la región con menos esperanza a mediados de los 90”, explica la experta.
Valora también como otro aspecto a destacar que en la región han cambiado los patrones de duración de las crisis, al ser estas en la actualidad de más larga duración y con muchos elementos que las vuelven mas complejas.
“Lo vemos en el caso de Venezuela, Cuba y Nicaragua, este último, vimos la crisis y su pico en 2018, pero se alarga en el tiempo y va agregando elementos como presos políticos, expulsión de organismos internacionales, renuncia (de los países) a organismos multilaterales; pero luego vemos a otros países que son una muestra de esperanza”, puntualiza la funcionaria
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