Exploramos las bases filosóficas y metodológicas de la masonería, destacando su enfoque en el relativismo, el debate libre y su impacto sociocultural sin adherirse a una doctrina específica.
Ciudad Juárez, Chih. (ADN/La Cantera) – En el corazón de la historia y el misterio que envuelve a la masonería, yace un método de pensamiento y discusión que se distingue por su apertura y su rechazo a la idea de verdades absolutas. A pesar de la curiosidad y el escepticismo que rodean a esta organización, un análisis profundo revela que su esencia no radica en una doctrina fija, sino en un enfoque filosófico que promueve la libre discusión y el relativismo como herramientas para navegar la complejidad del pensamiento humano.
Las Constituciones de Anderson, uno de los textos fundamentales de la masonería, apenas esbozan un contenido doctrinal específico, evitando deliberadamente las discusiones sobre religión, política o nacionalidad. Esta falta de dogma se sustenta en una referencia genérica a la “ley moral” y a un “sustrato religioso” universal, apuntando más hacia un deísmo flexible que a un conjunto de creencias concretas. La masonería se presenta, entonces, no como una doctrina, sino como un método para abordar y resolver problemas mediante el debate y el consenso, respetando siempre la creencia en un ser supremo sin definirlo de manera restrictiva.
Este enfoque metodológico se manifiesta en la disposición a poner todo en cuestión, excepto la existencia de Dios, aunque sin especificar su naturaleza. Este principio inclusivo y abierto establece un terreno común para el diálogo entre personas de diversas creencias, promoviendo el relativismo como clave para entender la pluralidad de visiones en el mundo. Sin embargo, esta apertura entra en conflicto con las verdades “no negociables” de comunidades cristianas, especialmente la Iglesia católica, cuyas doctrinas se consideran divinas y, por ende, inamovibles.
El método masónico, con sus raíces en el pluralismo ideológico y el relativismo, no solo responde a una estrategia de convivencia en la diversidad, sino que también encarna un desafío a las verdades absolutas. A lo largo de los siglos, la masonería ha sido un campo de batalla ideológica, especialmente en su confrontación con el clericalismo y la promoción de ideales laicos y progresistas. Sin embargo, es crucial entender que el método masónico no se limita a una técnica de discusión, sino que implica un compromiso ético-filosófico compartido por sus miembros, enfatizando la libertad de conciencia y el respeto por la diversidad de opiniones.
La obra “The Builders” de Joseph Fort Newton, publicada en 1914, ilumina el valor central del método masónico, subrayando la conexión intrínseca entre el alma humana y lo divino, y defendiendo la libertad de conciencia como un derecho fundamental. Esta perspectiva se opone a la visión más materialista y anticlerical de la masonería francesa y latina, demostrando la variedad de enfoques dentro de la propia organización.
Así, la masonería se erige como un monumento al pensamiento crítico y la tolerancia, promoviendo un enfoque relativista que invita a la reflexión y al diálogo constructivo. A través de sus prácticas y filosofías, desafía a los individuos a cuestionar y a reconsiderar no solo sus propias creencias, sino también las estructuras y dogmas que rigen la sociedad.
La Cantera
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