Cada inicio de primavera la zona arqueológica de Teotihuacán era visitada por miles de personas que acudían a “recargar energía” en lo más alto de la pirámide del Sol.
Ciudad de México (Sputnik) – Lamentablemente, desde que se declaró la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19 esta práctica quedó prohibida, pues el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cierra los accesos a zonas arqueológicas por la pandemia.
En otras zonas donde también se reporta la visita de turistas para recibir la primavera, como en Chichen Itzá, en Yucatán, se permite un aforo limitado, pero manteniendo las recomendaciones sanitarias.
¿Cómo se recibía la primavera en Teotihuacán?
Antes de la pandemia, miles de turistas asistían vestidos de blanco a Teotihuacán en la hora en la que ocurría el equinoccio de primavera, el 20 de marzo, aunque algunos llegaban desde la madrugada para recibir los primeros rayos del sol.
La práctica incluía ascender a la pirámide del sol, preferiblemente vestido de blanco, para luego alzar los manos y “recibir” la energía de la primavera.
Lo anterior, acompañado de grupos danzantes que llenan el lugar de música prehispánica, al tiempo que realizan ceremonias especiales.
Aunque en el 2019 se reportó una asistencia de 23.000 personas por haber caído en un día laboral, en 2018 asistieron más de 90.000 personas a recibir la primavera a Teotihuacán, de acuerdo con datos del Gobierno del Estado de México.
Una ceremonia ‘New age’
A pesar de que se cree que esto se trata de un ritual prehispánico esta práctica se empezó a registrar desde apenas hace unos 30 o 40 años, de acuerdo con Héctor Daniel Hernández Flores, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
“Estas prácticas han venido surgiendo desde hace 30 o 40 años como parte de una moda new age y realmente las poblaciones que acuden a estos sitios, inclusive las comunidades cercanas a estos sitios, han adoptado este tipo de discurso que es parte de un mercado de consumo”, afirma el especialista.
Según la antropóloga Rosalba Delgadillo en su artículo El equinoccio de primavera: mitos y realidades, a esta tendencia new age también se suma la creencia de que en algunos templos se observa la figura de una serpiente descendiendo las escaleras, por un efecto de sombra con la luz solar apreciable únicamente durante el equinoccio.
Al respecto, Delgadillo Torres señala que diversas investigaciones demuestran que “no existe ningún edificio prehispánico alineado intencionalmente con este fenómeno astronómico” y, en casos como el de Chichen Itzá —lugar al que año con año acuden turistas por este fenómeno—, el juego de sombras que permite ver una serpiente descendiendo “ocurre durante varios días, antes y después de los equinoccios”.
Un posible origen de las ceremonias que se realizan en durante marzo con motivo del inicio de la primavera y la “renovación de la tierra” es la ceremonia del Tlacaxipehualixtli, una ceremonia ritual en honor a Xipe-Totec y en la cual se hacían sacrificios humanos de guerreros.
En esta ceremonia se cree que se consumía un platillo con granos de maíz llamado tlacatlaolli, el antecedente del pozole, y el cual incluía restos humanos de los prisioneros de las Guerras Floridas, aunque otras versiones apuntan a que en realidad se trataba de carne de xoloitxcuintle.
La realización del Tlacaxipehualixtli duraba alrededor de 20 días, coincidiendo con la entrada de la primavera, como una especie de ritual para iniciar las labores de siembra.
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