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Miles de ucranianos están llegando a Tijuana, en México. Buscan cruzar la frontera para solicitar asilo en Estados Unidos.
Tijuana, México (VOA) – Unos 10.000 kilómetros separan la frontera de Medyka, entre Polonia y Ucrania, de la ciudad fronteriza de Tijuana México, donde han llegado más de 1.700 refugiados ucranianos en las últimas horas. Vienen en busca de asilo en Estados Unidos.
Enrique Lucero Vásquez, director municipal de atención al migrante en Tijuana, confirmó la cifra a la Voz de América. Explicó desde la unidad deportiva que esta semana fue habilitada para recibir a las familias ucranianas que desde principios de marzo comenzaron a aterrizar vuelos con ucranianos a bordo.
Los que escapan de la invasión rusa a Ucrania están siendo recibidos en los aeropuertos de Cancún y de la Ciudad de México, para después dirigirse a la frontera.
“[Los ucranianos] están llegando como turistas”, explicó Lucero Vásquez mientras recorríamos juntos el nuevo centro para refugiados ucranianos que ya alberga a 400 personas. Los que llegan suelen pasar allí entre una a dos noches antes de ser llevados al paso peatonal y ser admitidos por la Patrulla fronteriza.
De centroamericanos a ucranianos
Hace unos años atrás, en 2018, viajé a este lugar. No eran ucranianos, sino centroamericanos los que se reunían en un patio que lucía aún más atestado de personas que lo que encontré este día.
Aquellos centroamericanos eran parte de múltiples caravanas que se organizaban y salían desde países del Triángulo Norte [Honduras, Guatemala y El Salvador]. Llegaban a Tijuana con la intención de entrar a Estados Unidos para solicitar asilo. Los centroamericanos han argumentando que huyen de las pandillas, la violencia, el hambre y la falta de oportunidades.
Los ucranianos, por su lado, salen de su país invadido por Rusia desde el pasado 24 de febrero. Cifras oficiales recientes indican que han sido desplazados internamente 7,1 millones de personas en todo el país.
Unos 4 millones de ucranianos han dejado el país.
Dejan detrás los esposos, hijos, padres y hermanos
Muchas de las personas que llegan a Tijuana, así como lo que vi en Medyka días atrás, son en su mayoría mujeres. Lo hacen con sus hijos pequeños porque detrás quedan esposos, padres o hijas que se alistan a la guerra, por decisión propia y porque las autoridades así lo decretaron para hacer frente a las tropas rusas.
El dolor por lo que quedó atrás lo ví en Polonia y ahora en Tijuana.
Yulia Usik, por ejemplo, dejó Kiev aterrorizada con sus dos niños de 4 y 5 años. La conocí en la estación de tren de Przemysl, Polonia, donde entre lágrimas repitió las palabras de su esposo, que se había quedado en Ucrania para pelear: “Él prometió que regresaría por nosotros”.
Este martes 5 de abril se repite la escena. Esta vez en la garita de San Ysidro, donde los voluntarios ucranianos han establecido una sección con sillas para las personas que se preparan para cruzar, una madre de familia con sus hijas de 4 años y otra de 5 meses, habla conmigo con sus habilidades para hablar un inglés con un nivel que ella misma califica de “escolar”.
Y para comunicarnos mejor utilizamos una aplicación para traducir del ucraniano al inglés y viceversa. Sin revelar su nombre, la mujer explicó que el primer día de la guerra, tras el primer bombardeo el 24 de febrero, decidieron salir de Ucrania. Llegaron a Polonia a la casa de una hermana, explica, y después de tres semanas decidieron partir con rumbo a Estados Unidos.
Para ello, viajó a Cancún con sus dos hijas pequeñas, sus dos hermanas y la madre de 56 años, que sostenía en su mano el pasaporte ucraniano, en medio de la gente y el ruido de las construcciones en la frontera. Su mirada se pierde en el horizonte y también los pensamientos.
Una de las hijas explica que son 11 hermanos en total, cuatro hombres y seis mujeres. Cuatro hijos elegibles para luchar, que no las acompañan en esta travesía hacia el otro lado del Atlántico, y que terminará en la casa de otra de sus hijas, quien vive en Springfield, estado de Missouri.
Campamento ucraniano
Las carpas de campaña ocupan el espacio de una estación del autobús municipal de Tijuana. Diariamente pasan la noche en este lugar unas 800 personas, según cifras divulgadas por las autoridades locales.
Los voluntarios ucranianos les ofrecen a los que llegan desde seguridad y comida de su preferencia, hasta distracción para los niños que en su inocencia corretean y hacen burbujas soplando boquillas plásticas.
Los autos, que hacen filas día y noche, es otra de que los ucranianos esperan para cruzar a San Ysidro, California. Al otro lado del muro fronterizo se ven las colinas estadounidenses. Las risas y el llanto de los niños no saben de barreras idiomáticas, pero cada vez más, las conversaciones de los adultos son frecuentes en ruso y ucraniano.
“Este lugar se decidió abrir porque en el punto donde estaba acampando la comunidad ucraniana. En la Garita de Tijuana-San Ysidro ya no había espacio para más personas”, explicó Lucero, el director municipal de atención al migrante en Tijuana, reconociendo que en este caso el proceso y las decisiones de la ciudad se han tomado más rápido de lo normal.
Las medidas, dice, reflejan la urgencia de la atención para esta población, que ha diferencia de otros grupos que han llegado hasta aquí con la intención de entrar a Estados Unidos, tienen más recursos. Algunos inclusive se han hospedado en hoteles de la ciudad.
El proceso y el apoyo de voluntarios
El proceso se inicia al aterrizar en Tijuana, desde allí los voluntarios los registran en una lista de espera, la cual permite identificar el orden de llegada explicó Gilberto, quien prefirió no dar a conocer su apellido.
A Gilberto, un voluntario, lo conocí en una tienda de campaña en el campamento ucraniano, vestido con una bata blanca, en la zona en la que se ha abierto un centro de atención médica improvisado, donde además se almacenan las medicinas donadas.
“Llegué hace dos semanas, antes ayudé con el transporte desde el aeropuerto hasta aquí o al otro lado, pero después vine aquí para ayudar con el lado médico”, dijo. “Aquí están en una lista de prioridad, los que vinieron antes están aquí, los que vinieron después se quedan en el gimnasio, se está moviendo poco a poco la línea, pero de manera ordenada”.
La coordinación de la llegada, transporte, registro, alojamiento y entrega a la Patrulla Fronteriza se lleva a cabo bajo la coordinación de voluntarios, quienes pertenecen a diferentes grupos que han decidido colaborar, entre ellos representantes de la iglesia The Loght of the World Church en Sacramento, California y Calvary Church en San Diego.
Esta labor de voluntariado ha sido asumida con intenso compromiso, no solo para garantizar el bienestar de las familias, niños y adultos mayores, sino sobre todo para sean aceptados rápidamente en Estados Unidos.
Con este fin crearon una aplicación que les permite no solo registrarse para estar en la lista que es presentada a la Patrulla Fronteriza, sino además para identificar el orden de llegada y mantener el flujo de personas en la garita peatonal.
Anastasiya Polovin, una ucraniana que vive en el condado de Orange, en el área de Los Ángeles, tiene una academia de música que dejó para asistir a sus compatriotas. Polovin, quien prefirió no revelar su edad, lleva más de una década viviendo en Estados Unidos, pero al enterarse de la llegada de sus compatriotas se desplazó de inmediato a Tijuana para asistirlos.
Con ella conversé en la unidad deportiva habilitada para refugiados ucranianos, donde especificó la importancia de dar comida caliente, duchas y otras condiciones de vida a los recién llegados.
Ante el incremento de cobertura mediática, aseguró que su prioridad es que se acelere el proceso de aceptación de refugiados ucranianos, quienes han recibido una excepción humanitaria que les permite entrar a Estados Unidos a pesar de que aún está en efecto el Título 42, una medida sanitaria implementada durante el inicio de la pandemia de coronavirus.
Se espera que la medida sea retirada para finales de mayo, según ha anunciado el Departamento de Seguridad Nacional.
Polovin, insiste en que la execpción humanitaria no debería ser solo aquí, en Tijuana, donde según ella llegan estas personas tras viajar horas y gastar mucho dinero. Por lo que aboga para que la administración de Joe Biden permita que los ucranianos puedan volar directamente a Estados Unidos.
No obstante, esta reportera corroboró que las experiencia de estos refugiados ucranianos no es la misma que recibe del resto de personas que logran ser aceptadas e inclusive de aquellos ucranianos que llegaron a principios de marzo, quienes tras entrar a Estados Unidos tuvieron que esperar, detenidos bajo la custodia de la Patrulla fronteriza.
Al indagar, esta voluntaria originaria de la ciudad Mikolay, revela el dolor que esta guerra sigue causando: “He perdido a muchas personas que conozco”. Se refiere a las atrocidades que según ella han sido cometidas por los soldados rusos y las cuales se reportan desde Ucrania.
Aún así explica que en las últimas horas seis de sus familiares lograron cruzar, incluida su mamá, y ya están en California. Siente alivio porque sus seres queridos están a salvo, incluso otro pariente suyo que tenía una solicitud de refugio aceptada por el Departamento de Estado hace dos años, pudo ingresar en el contexto de la actual invasión. “No fue solo hasta que inició la guerra que se le garantizó el acceso”, dijo.
Tijuana tiene alrededor de 25 refugios que atienden a migrantes que por años han llegado buscando asilo, explica Lucero. hasta hoy no son ucranianos, sino centroamericanos, haitianos y mexicanos de otras regiones del país quienes por casi dos años han estado esperando poder pedir asilo y que se retire el título 42.
Cuando esto ocurra, otra será la frontera, donde confluirán latinoamericanos y ucranianos.
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