En San Pedro Tapanatepec, en el sureño estado Oaxaca, un campo deportivo se convirtió en el campamento más grande en la historia reciente en México, donde viven de forma temporal unas 12,000 personas, en su mayoría venezolanas.
Los migrantes duermen ahí sobre tablas de madera que han instalado bajo carpas, pero otros en aceras, casas y patios traseros de residentes locales.
La oleada de inmigrantes en el pequeño pueblo está poniendo a prueba su infraestructura y alimentando las tensiones con autoridades locales que dicen que son las más afectadas por los cambios en la política migratoria de Estados Unidos y México.
El martes, luego de que un juez estadounidense declarara ilegal una polémica ley conocida como Título 42, utilizada para expulsar a cientos de miles de migrantes a México durante la pandemia, autoridades en San Pedro Tapanatepec alentaron a los extranjeros a salir en caravana al norte, con la amenaza de que iban a vaciar el extendido campamento.
Cualquier otro gran flujo de migrantes hacia la frontera entre Estados Unidos y México ejercería presión sobre la administración del presidente Joe Biden, que ha enfrentado críticas por sus políticas migratorias en su propio partido demócrata, así como de activistas y legisladores republicanos.
“Los campamentos son lo peor de la vida porque hay enfermedades y cochinadas”,dijo José López, quien dejó su ciudad natal en el noroeste de Venezuela en septiembre y vive en el campamento por segunda vez luego de ser detenido cerca de la frontera con Estados Unidos. “Son inhabitables”, agregó.
Por la noche, las carpas resuenan con la tos, el llanto de los niños y el zumbido de los mosquitos. En el día, migrantes se empujan bajo el sofocante calor para lograr ser incluidos en interminables listas del Instituto Nacional de Migración (INM) para obtener un documento migratorio temporal para viajar dentro del territorio mexicano. Algunos dijeron a Reuters que han esperado hasta más de un mes en el lugar.
La inusual saturación de personas en el campamento es muestra de los esfuerzos que hace México para cooperar con autoridades del vecino país del norte para evitar que los migrantes avancen hacia su frontera común.
Con el plan binacional anunciado el 12 de octubre por los gobiernos de ambas naciones, destinado a sofocar la afluencia récord de migrantes venezolanos en México, se ha logrado expulsar a los sudamericanos atrapados cuando cruzan de forma indocumentada a Estados Unidos, paralelamente.
Por su parte, el INM también implementó nuevos trámites en el sur de México instalando una de sus oficinas temporalmente en San Pedro Tapanatepec en agosto. A través de esta procesan documentos de migración y fue por eso que pronto comenzaron a acampar dentro y alrededor de las instalaciones los migrantes.
Ese mismo mes, autoridades agregaron como requisito para los migrantes un sello que dice que los documentos que les entregan para permanecer en el país solo son válidos en el empobrecido estado Oaxaca, lo cual resulta en que muchos solicitantes regresan repetidamente al campamento después de ser detenidos y luego llevados a ciudades fronterizas con Guatemala.
Un funcionario mexicano afirmó que el nuevo procedimiento se encontraba entre varios destinados a ayudar a México a contener a la gran población de venezolanos que ahora está en el limbo dentro del país debido a la nueva política de Estados Unidos.
No está claro cómo el fallo sobre el Título 42, que se espera entre en vigor a mediados de diciembre, afecte el enfoque del INM hacia el campamento. La autoridade migratoria no respondió a las preguntas sobre la cantidad de pobladores en el lugar, los motivos detrás de implementar nuevos trámites y sus condiciones.
No desisten
En una clínica improvisada con lona blanca y troncos de árbol utilizados como bancos, Helmer Charris, representante de Médicos sin Fronteras, señaló que la situación se parecía a un campo de refugiados en una zona de guerra.
“El número de población que ha estado representado aquí también desde hace un mes (…) supera por mucho lo que hemos observado en los últimos años”, narró Charris a Reuters, y agregó que abundan la deshidratación, infecciones respiratorias y diarrea.
Muchos venezolanos en el campamento no desisten del sueño de ir al norte. Algunos que buscaban un camino de regreso a su país ahora planean dirigirse a la frontera con Estados Unidos después de conocerse el fallo sobre Título 42.
Médicos sin Fronteras se preparaba para que la población de migrantes en el campamento vuelva a aumentar.
Una mañana reciente antes del fallo, decenas de migrantes venezolanos caminaban por una concurrida carretera de un solo carril bajo el sol abrasador, 50 kilómetros al noroeste de San Pedro Tapanatepec, algunos con los pies hinchados y ensangrentados.
Habían salido del campamento el día anterior, hartos de esperar.
Con su hija de cinco años sobre los hombros, Alberto Arteaga caminaba junto a su esposa, quien cargaba con sus brazos a otro de sus pequeños de ocho meses de edad.
“Ahí vamos con la fe en Dios de que si lo vamos a poder lograr, llegar a los Estados Unidos”, dijo Arteaga entusiasmado pero cansado.
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