Beijing está defendiendo su decisión de eliminar la política de “cero COVID” con la misma energía que la mantuvo por tres años y rechaza las críticas y las opiniones de Occidente.
Beijing (VOA) – China acusó este jueves a “algunos medios de comunicación occidentales” de parcialidad, difamación y manipulación política en su cobertura del abrupto final de su estricto protocolo de “cero COVID”, en una vigorosa defensa de las medidas adoptadas para preparar el cambio de estrategia.
La decisión tomada en diciembre para poner fin a las pruebas masivas de detección del virus y a las cuarentenas provocó un drástico aumento de los contagios, con algunos hospitales y crematorios desbordados por el número de víctimas.
Un editorial del periódico del gobernante Partido Comunista, el Diario del Pueblo, presentó lo que llamó “medidas de optimización y control” de China y calificó los reportes de medios a los que no identificó de “propaganda totalmente tendenciosa, difamaciones y manipulación política con segundas intenciones”.
Desde la primera oleada de nuevos contagios, la vida en gran parte del país ha regresado prácticamente a la normalidad, aunque las autoridades han expresado su preocupación por un posible aumento de los casos en zonas rurales debido a los millones de viajes para celebrar el Nuevo Año Lunar.
A pesar de ello, el editorial afirmó que muchas localidades han “superado el pico de la pandemia y la producción y la vida están regresando a la normalidad”.
El protocolo “Cero COVID” trataba de rastrear y aislar a todos los casos positivos y a quienes estuvieron en contacto directo con ellos e incluso a contactos de terceros. Esto confinó a millones de residentes de las grandes ciudades como Shanghái en sus casas por dos meses o más, y muchos no tuvieron comida suficiente o acceso a atención médica.
China defendió esta política con firmeza pero comenzó a desmantelarla por la presión económica y la aparición de inusuales protestas callejeras en la capital y en otras grandes ciudades contra el partido y su líder, el presidente Xi Jinping. El 8 de enero dio un paso más al eliminar también la obligación de que quienes llegaran al país tuvieran que pasar largas y costosas cuarentenas.
Beijing ha rechazado las críticas, tanto nacionales como internacionales, a una política considerada excesiva y calificó los pedidos anteriores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para ajustarse a los cambios en la naturaleza del virus de “irresponsables”.
Esto hizo que el brusco cambio de enfoque a una política de simple prevención de los casos más graves fuera aún más chocante para los residentes, muchos de los cuales desafiaron a la censura para expresar su enojo en internet.
De la noche a la mañana, los centros de análisis donde se formaban largas filas desaparecieron y los hospitales de campaña en los que millones hicieron cuarentena se cerraron.
China dejó de publicar también las cifras de contagios y decesos, que se sospechaba que eran más bajas que las reales, lo que ha derivado en nuevas quejas de la OMS y de otros países por falta de transparencia.
Según estimaciones no confirmadas, cada día surgen decenas de miles de nuevos casos y hasta el 85 % de la población de algunas provincias está infectada.
China ha rechazado también los pedidos para divulgar más datos y proporcionar más información sobre el origen del virus, detectado por primera vez en la ciudad de Wuhan, en el centro del país, a finales de 2019, y acusó a quienes están detrás de estas demandas de “politizar” el tema.
El gobierno arremetió también contra las naciones que piden que los viajeros procedentes de China presenten una prueba negativa del virus y calificó la medida de “discriminatoria”, aunque es lo mismo que exige para cruzar su frontera.
Esa actitud defensiva se reflejó en el editorial del Diario del Pueblo, que señaló que “gracias a los meticulosos preparativos médicos, a las reservas suficientes de capacidad de producción y a la sólida planificación organizativa y de equipamiento, China ha superado sin problemas el período de adaptación tras la ‘transición’ y el ‘cambio’ de la política de prevención de la epidemia”.
“Ante los logros de China en materia de prevención y control, cualquier manipulación política es insignificante e ineficaz”, agregó citando el respaldo de académicos de Nigeria, Kenia y Rusia, todos socios diplomáticos de Beijing.
“Todas las partes deben centrarse en luchar contra la epidemia en sí, evitar palabras o hechos que politicen la epidemia, reforzar la solidaridad y la cooperación y trabajar juntas para derrotar la epidemia”, añadió el texto.
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