Estados Unidos (VOA/) – Este martes, 9 de febrero de 2021, pasará a los anales de la historia de Estados Unidos por ser el día en que dio comienzo en el Senado el segundo juicio político contra el ya expresidente Donald Trump, acusado de un único cargo: “Incitación a la insurrección”.
Hace ahora un año, el republicano resultó exonerado por una Cámara Alta controlada por su partido. Trump fue acusado entonces de intentar medrar en las elecciones al instar al gobierno de Ucrania a abrir una investigación a su entonces rival político y hoy presidente, Joe Biden.
En esta ocasión, el proceso se debe a la acusación, aprobada por la Cámara de Representantes, que señala que Trump enardeció a sus seguidores durante un discurso frente a la Casa Blanca, el pasado 6 de enero, poco antes de que una turba asaltara el Capitolio con el propósito de impedir la certificación de la victoria electoral de Biden por parte del Congreso.
La primera jornada del proceso se centra en la constitucionalidad del juicio político, con ambas partes, tanto gestores como el equipo legal de Trump, presentando sus argumentos. Un aspecto que ya fue discutido la semana pasada y que concluyó con el visto verde de la Cámara Alta.
Al comenzar hoy el proceso, el fiscal principal del impeachment, el representante Jamie Raskin, aseguró que el caso presentado por los demócratas se sustenta en “hecho puros y duros” y presentó un video, compilando varias escenas del asalto al Capitolio intercaladas con algunos de los mensajes que, en ese mismo momento, estaba difundiendo Trump. Todos los senadores presentes en el juicio vivieron en carne propia los hechos.
El Senado, que debe decidir si condenar o no al expresidente, se encuentra dividido de manera partidista: los republicanos, en línea con la defensa del presidente, y los demócratas a favor de impugnar al Trump por incitar la insurrección.
En total, 17 republicanos tendrían que unirse a los 50 demócratas para condenar a Trump. Pero 45 de los 50 republicanos del Senado votaron la semana pasada para desafiar la constitucionalidad del juicio, lo que da a entender que podrían estar en contra de condenar al exmandatario.
El martes se volvió a escenificar esta división, con 11 senadores republicanos votando en contra de las reglas para llevar a cabo el juicio.
“Creo que hoy es un mal día para la presidencia”, dijo a reporteros el senador republican, Lindsey Graham, antes de entrar al juicio. “Futuros presidentes van a ser víctimas de esto. Creo que estamos hacienda la presidencia en sí más propensa a ataques políticos de lo que los [padres] fundadores concibieron”, explicó el legislador por Carolina del Norte.
Los demócratas, por su parte, esperan que las pruebas presentadas a lo largo de los próximos días sea suficiente para convencer a algunos senadores republicanos a romper filas con su partido y condenar a Trump.
“Mi expectativa es que todos nosotros lleguemos a la conclusión de que no debe ocupar cargos públicos en el futuro”
Chris Coons, Senador de EE.UU.
“Espero ver pruebas convincentes y mi expectativa es que todos nosotros lleguemos a la conclusión de que [Trump] no debe ocupar cargos públicos en el futuro”, dijo a reporteros el senador por el estado de Delaware Chris Coons.
Además de un voto para condenar al presidente por incitar a la insurrección, el cargo de juicio político, el Senado también puede proponer un voto para prohibir al expresidente ocupar un cargo público en el futuro.
El discurso de Trump
Los cargos contra el exmandatario se centran en los eventos del seis de enero y, en concreto, en un discurso que el republicano dio a miles de sus seguidores que viajaron a Washington DC el día en que el Congreso debía certificar los resultados de las elecciones.
En el mitin, Trump repitió sus afirmaciones sin fundamento sobre la legitimidad de los resultados de las elecciones -alegando que hubo un fraude electoral- y animó a sus seguidores a “luchar como fieras” o exponerse a “no tener más un país”.
En un escrito legal presentado antes del juicio, los abogados del presidente argumentaron que que en el discurso del seis de enero “cualquier referencia o impulso a una insurrección, una revuelta, una acción criminal o cualquier tipo de violencia física” estuvo “notablemente ausente”.
Los demócratas presentan el argumento contrario, asegurando en un documento legal previo al juicio que los videos de la turba demuestran que “no hay duda de que las palabras del presidente Trump, de hecho, incitaron a la multitud a cometer actos violentos”.
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